Es la operación corporativa más relevante del sector automovilístico de los últimos años y está a punto de cerrarse. De hecho, podría anunciarse oficialmente la próxima semana, incluso el lunes, coincidiendo con una de las grandes citas del motor: el Salón del Automóvil de Ginebra (Suiza). El consejo de vigilancia de PSA, la matriz de Peugeot y de Citröen, ha dado luz verde este viernes a la compra del negocio europeo de General Motors (GM), según las informaciones publicadas por Reuters y por el diario económico de referencia en Francia, Les Echos.
Aún queda que el grupo estadounidense lo acepte, porque la compañía francesa insiste oficialmente en que las negociaciones continúan, pero el primer paso ya está dado.
Las negociaciones se filtraron el pasado 14 de febrero. Entonces, se desveló la intención de la compañía gala de convertirse en el segundo mayor fabricante de coches de Europa, sólo por detrás de Volkswagen. Con esta adquisición, de la que se desconoce el importe, PSA se hará con el control de Opel, la marca con la que GM opera en el continente europeo; y Vauxhall, con la que comercializa los coches en el Reino Unido.
PSA no quiso entrar a comentar las informaciones de un eventual acuerdo, pero por boca de un portavoz insistió, según Les Echos, en que las negociaciones con GM "continúan" y aunque todavía pueden prolongarse "avanzan por buen camino".
Negociaciones "largas y complicadas"
Después de varios años de grave crisis, en los que tuvo que ser rescatada en parte por el Estado francés, PSA tiene buena financiera y en 2016 tuvo 1.730 millones de euros de beneficio, lo que significó casi duplicar los 899 millones obtenidos en 2015.
La compañía ha dado la vuelta a su negocio de la mano del portugués Carlos Tavares y de un accionariado en el que hay tres nombres de referencia. La familia fundadora, los Peugeot, controla el 12,8% del capital. Es el mismo porcentaje que tiene tanto el Estado francés, como el grupo automovilístico chino Dongfeng, el socio de PSA en China. Tavares ya ha comentado en los últimos días los aspectos positivos de la integración. Ha asegurado, por ejemplo, que es "la oportunidad de crear un nuevo campeón europeo del motor".
PSA va por el buen camino financiero. En cambio, el negocio de GM en Europa no atraviesa por su mejor momento. Lleva 16 años consecutivos en pérdidas. En parte, ese es el problema por el que GM se plantea vender. La estadounidense lleva años tratando de dar un giro de 180 grados a este negocio y no ha conseguido que abandone los números rojos. Ahora, si finalmente vende Opel y Vauxhall, se replegará y focalizará sus esfuerzos en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ha exigido a las automovilísticas que fabriquen dentro del país y dejen, por ejemplo, México, si no quieren ver aumentados sus aranceles.
Para España la operación es relevante porque tanto PSA como GM tienen fábricas. La francesa, produce en Vigo y en Madrid; y GM hace lo propio con Opel en Figueruelas (Zaragoza). Si se cierra, PSA buscará ahorro de costes y sinergias y los puestos de trabajo del nuevo grupo estarán bajo la lupa. De hecho, según la información publicada esta semana por el periódico Expansión, el ministro de Economía Luis de Guindos, ha mantenido conversaciones con los directivos de PSA para conocer en qué punto están las negociaciones.