El ecosistema del emprendedor en España resulta, cuanto menos, paradójico. Por una parte existe un tejido empresarial que se nutre en un altístimo porcentaje de autónomos y de PYMES: existen más de tres millones entre ambas que emplean a ocho millones de personas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sin embargo, y pese a la tendencia al alza en la creción de sociedades tras los años más duros de la crisis, la cifra de nuevas iniciativas parece habese estancado. ¿Por qué?
Plataformas como el Madrid Innovation Driven Ecosystem (MIDE) han señalado varios motivos que explicarían en parte este aparente parón en cuanto a emprendimiento. Se aducen aspectos culturales, si se puede decir así, aunque tienen su base en una realidad: en España ni existe apenas una cultura mediática en torno a las startups ni a los emprendedores en general, que en general carecen de referentes. Afortunadamente, esta percepción está cambiando pero aún hay mucho camino por recorrer en este ámbito.
El miedo al fracaso pesa mucho en nuestra sociedad. Según este organismo, el 44,5% de los innovadores madrileños reconocen sentirlo a la hora de pensar en arrancar un negocio, pero la cifra bien puede aplicarse a toda España. Íntimamente relacionado con ello se puede apuntar otro dato: el de que la mitad de trabajadores prefiere la seguridad que aporta una empresa ajena que el riesgo de perder dinero al lanzar su propia iniciativa. Pero... ¿y si saliera bien?
La importancia del primer paso
A veces sólo es necesario un empujón, una ayuda, porque las buenas ideas siguen surgiendo. Iniciativas como los premios Pascual Startup ponen de relieve un hecho intangible pero tan real como los datos: la capacidad de innovación de los jóvenes españoles. No obstante, algo falla en el proceso desde que surge la 'chispa' de un proyecto hasta su puesta en marcha. De ahí que toda ayuda para materializar una idea sea poca.
Hay que tener un punto de romanticismo, una buena dosis de valentía y, por qué no, "tener poca vergüenza". De todo ello hay en la historia de Víctor M. Sánchez, socio fundador de Sorbos, una empresa que actualmente tiene presencia en cinco continentes y que trabaja para ampliar su modelo de producción y seguir creciendo. Pero este éxito presente y futuro también tuvo un comienzo en el que todo era incertidumbre.
Al comienzo fue la idea: dado que el planeta consume cada día centenares de millones de pajitas de plástico para las bebidas, Víctor pensó que ¿por qué no usar un material degradable para evitar su acumulación en los océanos? O mejor, ¿por qué no hacerlas comestibles? "Había gente que no se lo creía, que no podía imaginarlo o que directamente lo veía una locura", cuenta este barcelonés sobre el momento en el que compartía en su círculo más cercano que Sorbos fabricaría pajitas comestibles y aromatizadas.
Santiago Jiménez, alma de Liight, encontró reacciones similares al principio, cuando pensó en lanzar "una aplicación que motivara a las personas a ser más sostenibles en su día a día". Pese a la nobleza del objetivo, reconoce que "no te tomaban muy en serio porque lo veían como un hobby y te animaban más a buscar un trabajo o a acabar la carrera". Lógico si, como él mismo apunta, los datos no suelen ser nada halagüeños en casos como el suyo: "Nueve de cada diez startups no salen adelante", asegura.
Pero ambos lo tenían claro: no rendirse ante el desánimo ni ante las dificultades. Era el momento de la perseverancia, del inconformismo, de la capacidad de adaptación y de algunos de esos conceptos tan manidos en los manuales del buen emprendedor. Todos ciertos, sin duda, pero pura teoría; lo que no se cuenta y destacan estos dos jóvenes empresarios es el aprendizaje que aporta la experiencia de dar pasos y de crecer en paralelo a tu idea. Porque "emprender", dice Víctor, "no es montar una empresa sino una actitud", al tiempo que desvela algún que otro secreto: "Partir desde la base de hacer cosas que te gustan y darlo todo para ofrecer un plus, mejorar sin esperar nada a cambio y por la satisfacción personal".
Santiago alude también a la suerte pero, más importante aún, al "mucho trabajo" que hay detrás. E introduce otro elemento que ambos enfatizan y gracias al que "pueden hacer todo": la importancia de tener un equipo detrás. "En Liight ahora mismo somos seis personas aunque empezamos dos y en ese caso es fundamental complementarse para que todo fluya".
Otro punto les une: el premio Pascual Startup. En ambos casos fueron los ganadores en la categoría 'Medioambiente': Sorbos en la primera edición (2016) y Liight en la segunda (2017). El reconocimiento en estos galardones fue un espaldarazo trascendental para el devenir de ambos proyectos. Dos años después, Víctor M. Sánchez agradece especialmente "la repercusión mediática alcanzada, que te permite despegar y un trabajo de networking que no tiene precio"; en su caso, además, su firma llegó al concurso, según cuenta, con el taller aún por probar, de tal modo que la consecución de este premio le permitió "acelerar el proceso".
Fue de ese modo como este "emprendedor social", como se define, fue capaz de transmitir el valor añadido no solo de un producto "sino de un concepto que aporte una experiencia y una conciencia medioambiental". Y además, claro, hacerla rentable.
"Para emprender hay que partir desde la base de hacer cosas que te gustan y darlo todo para ofrecer un plus sin esperar nada a cambio y por la satisfacción personal"
Liight está a poco más de un mes de su lanzamiento oficial en smartphones Android e iOs. La app busca "gamificar la sostenibilidad en las ciudades" a través de un sistema de logros que motivan al usuario a utilizar medios de transporte menos contaminantes, usar la bicicleta, reciclar, etc. A medida que se van consiguiendo objetivos vamos conociendo la huella de carbono que dejamos y se acceden a ventajas como descuentos en comercios, espectáculos, premios... la idea es que todos ganemos, especialmente el planeta.
Santiago, arquitecto de 24 años, es un claro ejemplo de emprendimiento precoz. Calidad Pascual no es ajeno a esta realidad, al impulso de los más jóvenes y por eso ha decidido crear una cuarta categoría, la de 'Futuros Emprendedores', en la edición 2018 de sus premios. Su incorporación al cuadro de honor del concurso busca poner en valor la capacidad de esfuerzo y talento de los estudiantes y "fomentar la chispa" del emprendimiento entre ellos.
Ambos ensalzan la importancia de tener un equipo detrás. "En Liight", cuenta su creador, "ahora mismo somos seis; es fundamental complementarse para que todo fluya"
Álvaro Bernad, director de Innovación Disruptiva y Desarrollo de Negocio de Calidad Pascual, reconoce la "necesidad de escucharles y hacerles partícipes de la innovación que va a venir en el futuro" ya que, en su opinión, las startups son "un fenómeno que ha cambiado sustancialmente la metodología clásica de creación de nuevos productos y servicios de una forma ágil y creativa".
Para el ganador de esta nueva categoría se ha establecido como premio un job shadowing, un periodo de observación profesional con expertos de Calidad Pascual y sus partners para que "conozcan con detalle las áreas de una organización y puedan absorber todo el conocimiento necesario de cara a crear su propia empresa". Será una experiencia enriquecedora para los jóvenes porque, además, la compañía forma parte del ránking de 'mejores empresas para trabajar' que elabora la consultora Great Place to Work.
La edición de 2018 también ha reorientado el resto de categorías hacia los "retos actuales del mercado". El jurado deberá elegirá las mejores propuestas -sólo el curso pasado se presentaron 350- en 'Productos y servicios relacionados con la nutrición y la salud' y en 'Digitalización de los procesos y/o clientes con tecnología innovadora'. 'Medioambiente' se mantiene inalterada, aunque en su caso las finalistas se someterán a una votación popular en la web de Pascual Startup a través de la campaña #ApadrinaUnEmprendedor.
Parafraseando a Einstein, Bernad recuerda que la creatividad viene a ser "la inteligencia divirtiéndose". Y aunque los datos sobre emprendimiento en España no son los más óptimos, la realidad es que más allá de las cifras hay un talento inmenso por descubrir. Sólo esperan una pequeña ayuda para arrancar; algo que, para innovadores como Víctor o Santiago, les permita construir, a partir de una idea "loca", la empresa del futuro.