Madrid, 24 ene (EFECOM).- La falta de conocimiento sobre las ciudades españolas en China es el principal problema al que se enfrenta España a la hora de atraer turistas chinos, ha indicado la Asociación de Turismo España China(ATEC).
Según un estudio citado por ATEC, ni España está entre los 10 países favoritos de los ciudadanos chinos, ni ninguna de sus ciudades entre las veinte preferidas por estos.
El presidente de ATEC, Rafel Cascales, ha indicado en una conferencia sobre la situación del turismo chino en España celebrada este jueves en Fitur, la falta de acciones para "construir una historia" sobre los destinos turísticos en el país asiático está dificultando que España lidere un mercado que se estima que en 2030 alcanzará los 400 millones de personas.
En el año 2018, España recibió 800.000 turistas de origen chino, la mitad de los que recibió Italia, a la que llegaron 1,6 millones de turistas procedentes de este país, y muy por detrás de Francia, que recibió a 3 millones y fue el país europeo al que llegaron más turistas de este tipo.
Otro de los problemas que identifica la industria turística es la lentitud para otorgar visados del sistema español, que tarda unos 15 días y requiere varias visitas a centros de recogida de visado y consulados, comparado con el sistema de otros países como Francia, en el que se tardan 3 días.
El director de desarrollo corporativo de Cámara de Comercio en España, Andrés Perera, ha reconocido que el sistema es mejorable pero cree que no puede atribuirse este problema a las dificultades de atracción del turismo chino.
El turista chino es un objetivo codiciado por el sector, no solo por su elevado número, sino porque tiende a gastar más dinero que el turista medio y lo hace en lo que se denomina "turismo de calidad", vinculado a la cultura.
Según una encuesta a 600 ciudadanos chinos realizada por ATEC, los turistas de este país buscan, en este orden, cenar, ver paisajes, relajarse, ir de compras y conocer lugares icónicos.
Para Cascales, la falta de lugares icónicos es lo que más perjudica a España, ya que cree que, en otros aspectos, el país podría ser competitivo e incluso ofrecer ventajas contra sus competidores, ya que, por ejemplo, la compra de artículos de lujo es más barata en España que en Francia o Italia.