La gestora de fondos estadounidense Blackrock se ha retirado de los planes de rescate del banco italiano Carige, intervenido desde el pasado enero por el Banco Central Europeo (BCE), ha confirmado este jueves la entidad en un comunicado.

Los administradores concursales que gestionan provisionalmente este banco, antigua Caja de Ahorros de Génova, reconocieron que "el fondo Blackrock ha optado por no proseguir con su inicial manifestación de interés" sobre la entidad.

El fondo de inversiones pretendía en un primer momento participar en el rescate del banco, con un plan acordado con el consorcio privado Fondo Interbancario de Garantía y Depósitos italiano y que incluía una ampliación de capital de unos 720 millones de euros.

Tras la retirada de Blackrock, los gestores de Carige avanzaron que "proseguirán valorando soluciones de mercado", es decir, privadas, que "contribuyan a asegurar la estabilidad y el impulso" del banco, considerado el décimo en importancia de Italia.

Los gestores en cualquier caso subrayaron que se reservan la posibilidad de un eventual rescate del Estado mediante un proceso de recapitalización preventiva del Ministerio de Economía, como ya se hizo en el pasado con Monte dei Paschi di Siena, por ejemplo.

Con la salida del fondo estadounidense Carige pierde un socio importante en sus planes de refuerzo patrimonial y analistas como los del diario económico "Il Sole 24 Ore" consideran que ahora cobra mayor fuerza la carta de un rescate público.

Las reacciones políticas no se hicieron esperar y el gobernador de la región de Liguria (noroeste), Giovanni Toti, expresó su deseo de que se encuentre una solución entre sus accionistas privados para que "el rescate público, aunque sea posible, sea la última opción".

También el alcalde de Génova, Marco Bucci, lamentó la retirada del fondo Blackrock y animó a buscar un socio para su rescate: "Queremos que siga siendo un banco robusto al servicio de la Liguria", reivindicó.

Carige fue intervenido el 2 de enero por el BCE, después de que no consiguiera aprobar una ampliación de capital de 400 millones de euros y la emisión de bonos por valor de 320 millones de euros, un fracaso que derivó en la dimisión de la mayoría de sus directivos.