Huelga contra reformas de Bolsonaro no tuvo el impacto previsto en Brasil
Sao Paulo, 14 jun (EFECOM).- La huelga general convocada este viernes por los sindicatos brasileños para protestar contra la reforma al sistema de jubilaciones y los recortes en la educación propuestos por el Gobierno de Jair Bolsonaro no tuvo el impacto esperado por las centrales obreras de Brasil.
Miles de personas se manifestaron desde temprano en los 27 estados de Brasil y, aunque las centrales obreras en su último balance registraron protestas en más de 300 ciudades del país, los medios locales señalan que la huelga solo afectó 111 municipios.
Pese a que, según las centrales sindicales, unos 45 millones de trabajadores adhirieron a la huelga, el clima de normalidad imperó en varias ciudades, incluso en algunas capitales.
La protesta se tradujo principalmente en manifestaciones, marchas y bloqueos de carreteras y calles, así como en paralizaciones parciales en los sistemas de transportes, ya que pocos sectores pararon totalmente sus actividades, y, salvo en algunos casos puntuales, las protestas fueron pacíficas.
En Niteroi, un municipio de la zona metropolitana de Río, un grupo de personas fue embestido por un vehículo particular durante las protestas, y en Sao Paulo manifestantes prendieron fuego a un coche para cerrar una vía y la Policía utilizó bombas aturdidoras para dispersarlos.
En metrópolis como Brasilia, la huelga tuvo más fuerza por la mañana y hasta media tarde, mientras que en Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil y en Río de Janeiro, las mayores concentraciones se registraron al caer la tarde.
La atención se concentró en Sao Paulo, la ciudad más poblada de Brasil y en donde en la noche de este viernes se disputa el partido inaugural de la Copa América, entre Brasil y Bolivia en el estadio Morumbi de la capital paulista.
Miles de manifestantes se dieron cita después de las 17.00 hora local (19.00 GMT) en la icónica Avenida Paulista y en la plaza de la República, en el centro de la ciudad, donde, con pancartas en mano, muñecos gigantes y música, protestaron pacíficamente contra la reformas, recordaron a Marielle Franco, la concejala asesinada hace año y medio en Río, y criticaron el Gobierno de Bolsonaro.
"Él es un incompetente" señaló Gustavo, un profesor de historia que siente que los maestros son los más perjudicados con la reforma de las jubilaciones. "Vine a protestar contra la reforma de las jubilaciones y por mejores condiciones en la educación. La reforma es perjudicial para toda la clase trabajadora y en especial para los profesores", agregó.
Los paulistas también pidieron la libertad del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, preso por corrupción por una condena que ahora está en entredicho por la revelación de unas conversaciones que pusieron en duda la imparcialidad del exjuez que la dictó, el hoy ministro de Justicia Sergio Moro.
En Río las movilizaciones también aumentaron al caer la tarde y miles de manifestantes se congregaron en los alrededores de la iglesia de La Candelaria, en el centro de la ciudad.
Ana Myriam, una abogada de 30 años, fue una de las manifestantes que llegó al centro de la "cidade maravilhosa" para pedir por los derechos de los Brasileños.
"Esta huelga es muy importante porque cuando paramos demostramos nuestras insatisfacción con el gobierno actual y sobre todo con la retirada de los derechos. Brasil tiene una democracia reciente que ahora está siendo amenazada de varias maneras", aseguró.
Las protestas en Río se desarrollaban de forma tranquila pero hacia las 19.00 hora local (21.00 GMT) se registraron incidentes con un grupo de manifestantes que fue desalojado por las autoridades con bombas aturdidoras, hecho que llevó a que buena parte de los participantes se retirara definitivamente del lugar.
Los sindicatos llamaron al paro para expresar su rechazo a la reforma del sistema de pensiones y jubilaciones propuesta por el Gobierno y con la que busca ahorrar 265.000 millones de dólares en una década a las arcas públicas.
La paralización de este viernes constituyó el primer pulso de los sindicatos contra el ultraderechista Bolsonaro, que lleva cinco meses y medio en el poder salpicado por diversos escándalos y gestiona un país al borde de la recesión.
También fue un grito unido contra el desempleo, que afecta a más de 13 millones de personas en Brasil.
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