Hoy, 16 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Alimentación. Una fecha con la que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) busca concienciar a la población sobre el problema alimentario mundial y la solidaridad de todos en la lucha con el hambre, la desnutrición y la pobreza.
Una alimentación sana para un mundo #hambrecero es el lema escogido para este año, con el objetivo de llamar la atención de la sociedad. Según la FAO, 820 millones de personas sufren hambre, pero la cifra de quienes padecen obesidad es de 670 millones de adultos y 120 millones de menores. De ahí que sea tan importante el objetivo hambre cero, así como la promoción de un consumo de alimentos saludables y nutritivos alrededor del mundo.
Para paliar esta situación llama a los ciudadanos a pasar a la acción, tratando de fomentar el consumo de alimentos saludables, una ingesta menor de productos procesados y la solidaridad con quienes no cuentan con recursos suficientes para mantener una alimentación sana y equilibrada.
Cuándo lograremos el #hambrecero
El Día Mundial de la Alimentación es una oportunidad para demostrar el compromiso de todos con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2 marcado por la FAO: Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, y promover la agricultura sostenible.
Nos animan a alcanzar esta meta en el año 2030 antes de que las consecuencias sean irreversibles, ya que la población mundial alcanzará los 9.000 millones de personas dentro de 30 años y eso se traduce en lo siguiente:
- Aumento de la demanda de alimentos: En el año 2030 necesitaremos un 50% más de alimentos para satisfacer las necesidades de toda la población, un 40% más de agua y un 50% más de energía.
- El cambio climático conllevará una escasez de recursos: En esa misma fecha, el 47% de la población vivirá en áreas de estrés hídrico, donde la demanda de agua es mayor que la cantidad disponible para su uso y consumo.
- Habrá menos áreas de cultivo: Debido a la expansión de las ciudades desaparecerán 300.000 kilómetros cuadrados de tierras cultivables, lo que se traduce en una producción menor de alimentos.
La agricultura, otra gran afectada
No solo la desaparición de las tierras de cultivo es algo alarmante. El uso de agua para el riego y la lluvia son fundamentales para este sector. Debido al cambio en las temperaturas, cada vez más extremas, y la disminución de las precipitaciones, es un sector que se enfrentará a grandes retos.
Según datos de PwC, solo en España contamos con 17 millones de hectáreas dedicadas al cultivo, lo que nos convierte en el segundo país de la Unión Europea en cuanto a superficies empleadas en esta actividad.
Esto se traduce en más de 25.000 millones de euros en ingresos anuales y que el sector agroalimentario representase en 2017 el 2,7% del PIB de España. Una industria que genera el 14,2% del empleo y es la segunda más potente del país, por detrás del turismo.
SUEZ, la solución para modernizar y tecnificar la agricultura
Por todo ello, cuidar de la agricultura de España y comenzar a pensar en los problemas que plantea el futuro y cómo resolverlos es fundamental.
SUEZ Agriculture, la división dedicada a este sector dentro del grupo SUEZ en España, conoce las nuevas necesidades del sector agrícola y se ha propuesto repensar el sistema global de producción de alimentos, que tanto depende de él.
El objetivo final es una agricultura más eficiente, productiva y rentable, con una mejor calidad y menor impacto ambiental. Esto solo puede conseguirse modernizando las explotaciones e instalaciones, y con soluciones y proyectos en mano como las que ofrece SUEZ Agriculture, las cuales contemplan todo el ciclo de producción agrícola:
- Transformación de cultivos: El primer paso consiste en asesorar a los agricultores a la hora de elegir un cultivo. Influyen las características del suelo y el entorno, pero también es importante ayudarle a saber cuáles son las demandas del mercado y cómo contribuir a mejorar la dieta de los consumidores, cada vez más preocupados por llevar una vida sana.
- Gestión eficiente del agua: Un recurso tan escaso y preciado debe gestionarse con la mayor eficiencia posible, modernizando los sistemas de regadío o planteando las opciones que ofrece la reutilización del agua.
- Eficiencia energética: Con la implantación de energías renovables dentro del campo como la solar fotovoltaica (para producir electricidad) o la minihidráulica (para generar luz en lugares aislados, por ejemplo).
- Gestión integral de la finca: Gracias a la digitalización de numerosos procesos, los agricultores pueden disponer de aplicaciones móviles para controlar sus cultivos, conocer gracias a los sensores el estado de la tierra y además llevar un control fiable de los costes.
De este modo, la agricultura será más competitiva, moderna y sostenible. Una contribución indiscutible y de gran valor a la producción alimentaria mundial.