Madrid, 7 nov (EFECOM).- La baja rentabilidad y la regulación exigente se consolidan como los principales retos para el sector bancario, en un contexto marcado por el empeoramiento de los datos macroeconómicos y con la crisis financiera de 2008 aún presente, a lo que se suma la aparición de nuevos participantes.
Según un informe del Instituto Español de Analistas Financieros y su Fundación (IEAF-FEF) presentado este jueves, la rentabilidad de la banca española, si bien es más elevada que otros sistemas bancarios europeos –del 8,3 % respecto al 6,1 % de la media europea-, aún no se acerca a otras tasas históricas registradas.
Y es que aún hay un importante nivel de activos improductivos que tienen un impacto negativo en la cuenta de resultados, a los que acompaña una caída de los ingresos del 30 % desde el inicio de la crisis por un desapalancamiento intenso del sector privado no financiero, que se había endeudado durante la crisis.
En cuanto a la tasa de morosidad, el responsable de análisis financiero del Banco de España, Ángel Gavilán, ha señalado que se situó en el 4 % en 2018, lejos del 13,8 % registrado en 2013, tras unas ventas de 55.000 millones de activos problemáticos, la cifra más alta desde el estallido de la crisis.
Respecto a la exigente regulación, el informe sostiene que el sector debe asumir este nuevo marco que, según el experto de Analistas Financieros Internacionales (AFI) Ángel Berges, “ha multiplicado las exigencias en todos los ámbitos del negocio”.
Otro de los principales retos del sector es recuperar la confianza del consumidor después de la pérdida de reputación que hubo en los años de crisis, ya que tal y como ha afirmado el director adjunto de investigación del IVIE, Joaquín Maudos, a las entidades les “resultaría difícil cobrar por los servicios si la imagen no mejora”.
La reducción de los costes también está pendiente, sobre todo si se tiene en cuenta que España tiene la mayor densidad de red, con 1.693 habitantes por oficina frente a los 2.579 de la Unión Europea, y las sucursales más pequeñas, en las que trabajan de media 6,7 empleados frente a los 13,6 empleados de la UE.
Además, las nuevas tecnologías han irrumpido en el negocio bancario y, aunque en un primer momento las empresas financieras-tecnológicas fueron percibidas como amenazas, ahora estas compañías “pueden ayudar a los bancos a mejorar sus propias soluciones”, tal y como ha destacado el responsable de datos del BBVA, Álvaro Martín.