Cuba y España, una alianza económica a prueba de crisis
Atahualpa Amerise
La Habana, 8 nov (EFECOM).- La visita de los reyes de España a Cuba llega en pleno auge en las relaciones económicas entre ambos países, que han intensificado su comercio y mantienen sus proyectos inversores, pese a la delicada situación financiera del país caribeño y la millonaria deuda que arrastra con los empresarios españoles.
Felipe VI y Letizia llegarán a la isla un año después que el presidente, Pedro Sánchez, cuya visita cristalizó en varios acuerdos económicos y la promesa aún no cumplida de que La Habana pagará los casi 300 millones de euros que adeuda a las empresas.
El pasado mayo la ministra de Industria, Comercio y Turismo en funciones, Reyes Maroto, también visitó Cuba para dar seguimiento a la agenda de Sánchez, lo que refleja la creciente importancia que España otorga a la isla en materia económica.
"Las visitas de Estado ayudan a generar buen tono entre los países. Ayudan a animarnos, a no sentirnos tan solos como nos hemos sentido desde el punto de vista institucional durante muchos años", declaró a Efe Xulio Fontecha, presidente de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba, una comunidad expectante ante la visita real.
AUGE DE LAS EXPORTACIONES
España exportó productos a Cuba por valor de 1.016,2 millones de euros entre agosto de 2018 y septiembre de 2019, lo que supone un incremento interanual del 10,2 %, según datos publicados este mes por el Ministerio español de Industria, Comercio y Turismo.
El incremento de dos dígitos pone a Cuba por encima de Argentina, Perú y Ecuador como destino exportador, lo que refleja la "apuesta que realiza la empresa española por este mercado", declaró esta semana la consejera delegada de ICEX España Exportación e Inversiones, María Peña, durante la Feria Internacional de La Habana (Fihav).
Con 110 empresas participantes, España ha sido el país más representado en la mayor bolsa comercial de Cuba, a pesar de ser su tercer socio comercial por debajo de China, que le provee gran parte de sus vehículos y mobiliario urbano, y Venezuela, su principal valedor político y fuente del petróleo que mueve el país.
Unas 3.500 empresas españolas venden productos a Cuba, un incremento del 13 % respecto al año pasado, y de ellas aproximadamente un millar lo hacen de forma regular. Las máquinas y aparatos mecánicos son el principal segmento de estas exportaciones, con un 20 % del valor total, seguidas de dispositivos y materiales eléctricos, materias plásticas, metales y vehículos.
LAS EMPRESAS ESPAÑOLAS EN CUBA
Aproximadamente 300 empresas españolas operan dentro de Cuba, donde el sector turístico acapara gran parte del volumen de negocio con la presencia de grandes corporaciones hoteleras como Meliá, Iberostar y Barceló, que, operando en régimen mixto con el Gobierno cubano, abarcan el 70 % de las habitaciones en la isla.
Solo Meliá Hotels Internacional acapara más de 14.000 de las 50.000 plazas hoteleras y busca consolidar su liderazgo en el sector hasta 2020 con la apertura de dos nuevos hoteles.
En contraste con el dominio de sus empresas en el sector hotelero, España ocupa un discreto sexto lugar como emisor de turistas a Cuba con 112.175 visitantes en 2018, cifra que además supone un 13 % menos que el año anterior y queda por debajo de Canadá, EE.UU., Francia, Alemania y México.
Al margen de este sector, la mayoría de las empresas españolas en la isla son pymes que se dedican a una amplia variedad de negocios, desde importación de alimentos hasta construcción y maquinaria industrial.
"Esa diversidad de las empresas españolas refleja la diversidad de nuestra presencia aquí y también la diversidad de nuestros intereses en el país", evaluó la consejera delegada del ICEX.
DEUDA Y PROMESAS INCUMPLIDAS
Desde hace más de dos años Cuba adeuda aproximadamente 300 millones de euros (unos 331 millones de dólares) a las compañías españolas que operan en la isla, lo que afecta especialmente a los pequeños empresarios.
"En algunos casos han tenido que llegar a situaciones como declarar un ERE, alguno tiene el patrimonio personal hipotecado o en riesgo", asegura el presidente de los empresarios españoles en Cuba.
Fontecha se muestra, sin embargo, optimista y mantiene la "confianza de que Cuba va a honrar sus compromisos", después de sendas promesas al respecto en los últimos doce meses por parte del ministro cubano de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, que por el momento no se han materializado.
El Gobierno español ya aporta algunos instrumentos para aliviar este problema, como las líneas de apoyo de Cofides para la internacionalización de las pymes, y especialmente el fondo de contravalor creado con los 400 millones de dólares de deuda que España condonó a Cuba en 2015.
La primera partida del fondo, de 40 millones de euros, ya se materializó, y la segunda y última, de 375 millones, está "a punto" de ponerse en marcha, anunció esta semana la consejera delegada de ICEX.
"Vamos a seguir adelante y este mercado va a seguir contando con nosotros. Somos el segundo suministrador de Cuba, estamos en todos los sectores estratégicos del país y es difícil que nos desplace alguien ya", sentencia, por su parte, el representante de los empresarios.
CRISIS, SANCIONES Y LEY HELMS-BURTON
La economía cubana está bajo mínimos por el déficit crónico en la balanza de pagos, la crisis de Venezuela -su principal socio político y valedor- y el endurecimiento del embargo de EE.UU., con medidas como la restricción de vuelos, prohibición de viajes en crucero a Cuba y limitación de importaciones de productos que integren componentes estadounidenses.
Además, la Administración del presidente Donald Trump activó en mayo el título III de la ley Helms Burton, que permite demandas en tribunales de EE.UU. contra firmas extranjeras que se estén beneficiando de bienes expropiados tras la Revolución de 1959, querellas que han afectado ya a empresas hoteleras españolas.
El Gobierno español, así como la Unión Europea, han rechazado frontalmente esta medida extraterritorial de Washington, si bien solo se ha registrado un puñado de demandas y el mayor impacto del título III sobre la economía cubana se atribuye a su efecto disuasorio sobre potenciales inversores extranjeros.