La moderación en la creación de empleo y la pujanza del PIB disparan la productividad un 3% en el tercer trimestre
- Sin embargo, la baja inversión en capital fijo dificulta el panorama a medio y largo plazo, comprometiendo el crecimiento de la economía española.
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La economía cerró el tercer trimestre del año con un incremento del 2,96% en la productividad total de los factores (PTF) en términos interanuales. Según el último Observatorio de la Productividad y Competitividad en España, elaborado por la Fundación BBVA y el Ivie, se trata del mayor aumento desde 2022 y confirma un cambio de tendencia hacia un crecimiento basado en la eficiencia, aunque acompañado por un menor dinamismo en la creación de empleo.
De acuerdo con el documento, el crecimiento del PIB en el tercer trimestre fue del 3,7% en tasa interanual, mientras que las horas trabajadas sólo crecieron un 0,9%. Al tiempo, las inversiones aumentaron un 2,3% y el capital, un 1,2%. "Como las horas trabajadas aumentan menos que el capital, la relación capital/trabajo ha aumentado un 0,38%", explica el informe.
Así, entre julio y septiembre la productividad por hora trabajada creció un 2,8%, tasa que no se veía desde el segundo trimestre de 2022, en plena recuperación tras la pandemia y cuando la economía crecía un 6%. Igualmente, la productividad del capital experimentó un alza del 2,4%.
Sin embargo, persiste una gran brecha entre la eficiencia del trabajo y la del capital. De esta manera, la productividad del trabajo (por hora) es un 22,4% superior a la del año 2000, mientras que la del capital está un 22,5% por debajo. La combinación de los dos elementos tiene como resultado la productividad total de los factores (PTF), que creció ese 2,96% en el tercer trimestre. Pero hay pocos cambios frente al nivel de principios de siglo.
De acuerdo con el informe de la Fundación BBVA y el Ivie, a principios de 2023 la PTF recuperó los niveles del año 2000, que se habían perdido durante la Gran Recesión y, especialmente, en los años afectados por la Covid-19. Hasta el tercer trimestre de curso, el indicador clave para conocer la eficiencia de la economía española se sitúa un 2,9% por encima del nivel de principios de siglo.
Cabe señalar que la productividad total de los factores lo que hace es comparar el valor añadido bruto (VAB) con la aportación de sus factores de producción, es decir, el capital y el trabajo. En este sentido, el crecimiento del VAB del 3,65% en el tercer trimestre "se debe fundamentalmente a ganancias de productividad".
En concreto, el 81% de la variación del PIB del último trimestre se debe a las mejoras en la eficiencia productiva y el 13% a la inversión en capital, mientras el empleo contribuye únicamente con un 5,8%.
El análisis sectorial revela diferencias notables en la evolución de la productividad. El sector primario lideró el crecimiento de la PTF con un destacado 6,5%, seguido de las manufacturas (4,7%) y los servicios (3%). En contraste, sectores como la energía (0,7%) y la construcción (-1,3%) mostraron avances más limitados o incluso retrocesos.
En los servicios, destaca el aumento de la productividad en actividades financieras (5,7%) y en el comercio, transporte y hostelería (3,4%), mientras que segmentos como la información y comunicaciones (-3,1%) registraron caídas. Este comportamiento dual refleja tanto los retos como las oportunidades para seguir impulsando la eficiencia en el sector más amplio de la economía.
¿Qué ocurre con la inversión?
Del informe de la Fundación BBVA y el Ivie se extrae una importante diferencia entre la productividad del trabajo y la del capital. Y el motivo, o al menos uno de ellos, no es otro que la falta de inversión en capital fijo. De hecho, ese déficit inversor es una de las tareas que España tiene pendiente si realmente quiere mantener el crecimiento económico a medio y largo plazo.
En su último Observatorio Financiero, el Consejo General de Economistas (CGE) advierte de que, aunque la economía española lidera el crecimiento en la zona euro, la formación bruta de capital fijo apenas mejora. En 2023, su crecimiento fue del 2,2% interanual, pero se espera una desaceleración hasta el 1,8% para final del presente curso.
Este estancamiento es preocupante porque el capital fijo, que incluye infraestructuras, maquinaria y tecnología, es clave para aumentar la productividad y la competitividad. La falta de inversión en este ámbito podría limitar el crecimiento económico futuro, a pesar de las cifras positivas que muestra el PIB en el corto plazo.
A nivel global, España se sitúa como el undécimo país del mundo y el tercero en Europa como receptor de inversión extranjera directa (IED). En sus últimos Papeles de Economía Española, Funcas señala que el capital extranjero representa el 57,9% del PIB, un porcentaje superior al de economías como Francia o Alemania. No obstante, este capital no está impulsando lo suficiente la inversión productiva.
Desde 2022, España ha recibido una media de 40.000 millones de euros en IED al año. Sin embargo, los expertos alertan que esa IED no se traduce en una mejora sustancial de la capacidad productiva del país. Esto podría generar un desajuste entre los buenos datos macroeconómicos y la realidad empresarial.
El CGE destaca que la economía española, aunque robusta en cifras agregadas, no está viendo reflejadas estas entradas de capital en sectores estratégicos. De esta manera, la inversión no está yendo hacia donde debería, como en tecnología o innovación, explica el informe, lo que podría afectar la competitividad a largo plazo.
Además de la falta de dinamismo en la formación bruta de capital fijo, el entorno internacional también influye en las decisiones de inversión. Las tensiones geopolíticas y la incertidumbre por la guerra en Ucrania han empujado a las multinacionales a ser más selectivas. Esto afecta a España, que podría ver una desaceleración en la llegada de capital.
El CGE concluye que, sin un cambio en la dirección de las inversiones, el crecimiento económico a largo plazo estará en peligro. Las grandes cifras de IED son positivas, pero España debe centrarse en cómo canalizar este capital hacia sectores que fortalezcan su estructura productiva y capacidad tecnológica.
Así, España enfrenta un futuro incierto en cuanto a su sostenibilidad económica. Mientras el país sigue atrayendo importantes flujos de capital extranjero, el estancamiento de la inversión en capital fijo representa un obstáculo significativo. La clave será reorientar estas inversiones hacia sectores estratégicos para asegurar un crecimiento duradero.