Economía

La otra huelga de 1995 que hizo fracasar una reforma de pensiones en Francia

6 diciembre, 2019 11:25

Ángel Calvo

París, 6 dic (EFECOM).- La reacción contra la reforma de las pensiones en Francia guarda paralelismos con la que hubo de ser retirada en 1995 por una huelga histórica que trastocó durante casi un mes la actividad del país, un precedente que forzosamente tiene en mente el presidente, Emmanuel Macron.

El paro iniciado este jueves tiene, al igual que en 1995, un seguimiento masivo en los ferrocarriles y en los transportes metropolitanos de la región de París, donde viven 12 millones de personas.

Y el elemento crucial de la reforma vuelve a ser la supresión de los regímenes especiales de pensiones, de los que se benefician los empleados de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) y del transporte metropolitano de París (RATP), con la idea de equiparar las condiciones de todos los cotizantes, en el sector público y privado.

El director de orquesta actualmente es el primer ministro de Macron, Édouard Philippe, que la próxima semana será el encargado de presentar los detalles.

Ironías del destino: el padrino de Philippe en la política no es otro que Alain Juppé, que era justamente primer ministro en 1995.

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS

El conservador Juppé fue el autor de aquella fracasada reforma y quien la tuvo que retirar bajo la presión de una huelga que duró 23 días y que, como por ahora, se asentó en la casi unanimidad de los sindicatos.

En el fracaso de la reforma Juppé pesaron antecedentes políticos que no se dan en el presente, como el hecho de que el presidente aquel entonces, Jacques Chirac, hubiera conseguido ganar las elecciones en mayo de ese año con un programa cuyo eje principal era luchar contra la "fractura social".

Sin embargo, apenas instalado como primer ministro, Juppé se decantó por políticas de ajuste para reducir el déficit y cumplir así las condiciones de acceso al euro, con un aumento del tipo del IVA, entre otras medidas.

Macron, por el contrario, conquistó el Elíseo en 2017 con un programa de corte liberal en el que figuraba en lugar destacado la idea de unificar los 42 regímenes de pensiones en un sistema por puntos en el que cada euro cotizado dé lugar a los mismos derechos en el momento de la jubilación.

En lo que sí coincide la situación de diciembre de 2019 con la de hace justo 24 años es en un clima social muy deteriorado, ahora simbolizado por las protestas de los "chalecos amarillos" desde hace más de un año, pero también por la situación en los hospitales o en la policía.

En diciembre de 1995 eso era visible en la universidad, en la Administración pública y en particular en la SNCF, con un paquete de medidas que incluía la supresión de 73.000 empleos y la eliminación de 6.000 kilómetros de líneas de tren no rentables.

En ese ambiente, el Ejecutivo se lanzó a una reforma de la Seguridad Social y Juppé incluyó en su presentación ante el Parlamento una mención sobre los regímenes especiales de pensiones que fue la espoleta que hizo estallar la crisis al final del otoño.

El proyecto de ley recibió un apoyo masivo el 15 de noviembre en la Asamblea, dominada por conservadores y centristas, pero chocó de lleno con todos los sindicatos, incluida la Confederación Francesa de Trabajadores (CFDT), tradicionalmente reformista y pactista.

Esta misma central espera ahora concesiones para desligarse de las protestas, que de momento apoya abiertamente su federación ferroviaria.

TEMOR A QUE SE PROLONGUE

Todos los sindicatos marcharon juntos en 1995 y convocaron unos paros que cada día se prolongaban mientras el Gobierno apostaba por un agotamiento que no se produjo. El temor en las filas gubernamentales es que ahora se reproduzca ese patrón.

El 10 de diciembre de hace 24 años, Juppé, que se había forjado una imagen de inflexible y soberbio, anunció que los regímenes especiales como el de la SNCF se mantendrían, y se aplazó la reforma de la compañía ferroviaria.

Pese a todo, la movilización continuó unos días -el día 12 cientos de miles de personas salieron a las calles- y la gran ganadora fue la Confederación General del Trabajo (CGT), entonces la primera central y la que ejercía un control absoluto en la SNCF.