Las ciudades se transforman continuamente. Nacen nuevos barrios, llegan modernos comercios, mayores espacios recreativos, flamantes rascacielos… Todos estos cambios en el espacio urbano precisan una adaptación de las infraestructuras que, hoy en día, pasa inevitablemente por la tecnología y la apuesta por la sostenibilidad.
La ONU afirma que el 55% de la población mundial ya vive en ciudades, y estima que en 2050 esta cifra alcanzará casi el 70%. Para ser capaces de albergar a la mayoría de la población, las ciudades deben lograr que su crecimiento sea sostenible e inclusivo para todos.
Para ello, una buena red de transportes es condición indispensable. Sin embargo, los vehículos son el mayor responsable de la emisión de gases de efecto invernadero en el centro urbano, lo que tiene graves consecuencias tanto para el medioambiente como para salud pública. En Europa, la tercera región más urbanizada del mundo, alrededor de 400.000 personas mueren prematuramente cada año por causas relacionadas con la mala calidad del aire.
Evitar las consecuencias de la contaminación derivada del transporte dependerá de la creación de una red de transporte urbano sostenible, eficiente y más tecnológica, adaptada a la era digital y a las nuevas necesidades de los habitantes de las ciudades.
Transporte público, piedra angular de la movilidad en las grandes ciudades
La grandes ciudades se vertebran, a menudo, sobre las infraestructuras destinadas al transporte: carreteras, líneas de metro, raíles de tranvía o carriles bici. Muchas de ellas están ocupadas por el transporte público, piedra angular de la movilidad eficaz en los centros urbanos.
Además, es evidente que al tratarse de un medio de transporte que cientos de personas utilizan al mismo tiempo, su huella medioambiental es mucho menor. La toma de conciencia de la población respecto al medioambiente, las medidas de restricción al tráfico y la aparición de nuevos medios de transporte, como las bicicletas y patinetes eléctricos o los coches compartidos, han comenzado a desplazar a los vehículos del centro de las ciudades en favor de los servicios públicos.
Así, el transporte público, para presentarse como una alternativa sostenible y de calidad ante los usuarios, busca modernizar sus sistemas de la mano de la tecnología. Un caso reciente lo encontramos en Madrid, donde los servicios de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) han implantado el pago digital en todos los autobuses de la capital gracias a la colaboración con Banco Santander y Mastercard.
Los usuarios ya pueden adquirir sus billetes y renovar su abono de transporte mediante tarjeta bancaria, tarjeta contactless y dispositivos móviles en los más de 2.000 autobuses de la EMT. Además, en unos meses este servicio se ampliará a las bicicletas de BiciMAD, el Teleférico de Madrid, la grúa municipal y los 23 parkings de rotación de la EMT.
También recientemente se acaba de conocer que el Consorcio Regional de Transportes de Madrid ha adjudicado la gestión de los pagos con tarjeta bancaria y pasarela de pagos a Santander España Merchant Services, la filial de Banco Santander que gestiona los pagos electrónicos de la entidad. De esta manera, más de cinco millones de viajeros, dentro de unos meses, podrán comprar los abonos de cualquier medio de transporte público de la Comunidad de Madrid o realizar la recarga de sus títulos a través de medios digitales.
Compartir coche, una opción ‘eco’ para ir al trabajo
Un informe del INE señala que, a medida que los municipios aumentan su tamaño, el coche pierde adeptos en favor del transporte público y la bicicleta. Síntoma de que las personas han empezado a cambiar sus hábitos en cuanto a la movilidad, cuando antes el coche privado era irremplazable en los hogares españoles. Esta situación también viene dada por la transformación del sector del automóvil, que tiende hacia la fabricación de vehículos híbridos, eléctricos o impulsados por gas natural.
Al mismo tiempo, la contaminación de las ciudades ha dado lugar a nuevas normas de tráfico que buscan promover transportes más sostenibles y si es posible, reducir el número de coches presentes en las calles. Con los nuevos vehículos nacen nuevas formas de movilidad como el uso de coches compartidos.
Banco Santander fue la primera empresa privada en lanzar un servicio de coches compartidos o carsharing para sus empleados en Madrid. La compañía de renting de automóviles del banco, Bansacar, es la que proporciona los vehículos eléctricos a los empleados. La iniciativa parte del compromiso del banco para actuar contra la contaminación en las ciudades y también promover el uso de transportes sostenibles entre el personal.
En Madrid, los vehículos eléctricos no tienen restricciones para circular y tampoco suponen coste alguno por estacionar en las zonas SER. Así, la flota de Bansacar permite a los trabajadores de Santander moverse libremente por la ciudad mientras evitan las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Para mayor seguridad y comodidad, estos vehículos incluyen seguro a todo riesgo, asistencia en carretera y servicios de mantenimiento y limpieza. Y, como ocurre con otros servicios de este tipo presente en la ciudad, los usuarios pueden acceder a una aplicación móvil con su tarjeta de empleado desde la que gestionar la reserva del vehículo.
Contribuir a la movilidad sostenible de las ciudades a través de iniciativas como el carsharing forma parte del compromiso de Banco Santander con el medioambiente. Una responsabilidad que, además, ha quedado reflejada en la elección de la compañía como el banco más sostenible del mundo, según el Dow Jones Sustainability Index 2019.
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