La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha avisado este jueves de que el impacto económico del coronavirus en China, que ya ha provocado una caída del precio del petróleo y turbulencias en los mercados financieros, es una "renovada fuente de preocupación". Lagarde ha asegurado que la economía de la eurozona aún crece pero a ritmo "modesto" y necesita estímulos monetarios para protegerse frente a la incertidumbre exterior.
"En línea con nuestras expectativas, la economía de la eurozona continúa creciendo, pero todavía con un impulso modesto", ha explicado la banquera francesa en una comparecencia ante la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara. En su interior, la eurozona resiste: el consumo privado creció un 0,5% en el tercer trimestre de 2019 gracias a la mejora de las condiciones del mercado laboral.
La tasa de paro ha bajado hasta el 7,4%, su nivel más bajo desde julio de 2008. La población activa sigue aumentando y ha subido en más de 11 millones de personas desde mediados de 2013. Los sectores más orientados al mercado interior, como los servicios y la construcción, también "resisten bien".
"No obstante, los factores mundiales continúan pesando en el crecimiento de la eurozona", ha resaltado Lagarde. Hay "signos tímidos de estabilización" y los últimos indicadores son "ligeramente más optimistas". En particular, aunque el nivel de incertidumbre que rodea el entorno económico mundial se mantiene elevado, se ha calmado en lo que se refiere a la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
"Otros riesgos, sin embargo, todavía persisten o -como ocurre con la incertidumbre que rodea al impacto del coronavirus- son una fuente renovada de preocupación", alerta la presidenta del BCE.
"Todavía tenemos mucha incertidumbre sobre el impacto que tendrá el coronavirus en la economía china y en la economía mundial. Debemos mantenernos cautos, atentos y pacientes. Estas pandemias tienen tendencia a afectar y, una vez que son contenidas, la economía rebota. Así que tenemos que examinar el impacto a la baja pero también después al alza: es lo que pasó con el SARS. Debemos ver cómo evoluciona esta en cuestión de tiempos, contagios y propagación en otros lugares", ha dicho la banquera francesa.
El BCE, escudo frente a la incertidumbre global
El resultado de todos estos problemas es que los aumentos en los salarios todavía no se han trasladado a los precios y que la inflación se mantiene muy lejos del objetivo del 2% del BCE: en enero se situó en el 1,4%.
"La economía de la eurozona necesita por tanto apoyo de nuestra política monetaria, que le proporciona un escudo frente a los vientos desfavorables de la economía global", ha destacado Lagarde. A su juicio, el estímulo monetario desplegado por Fráncfort se está trasladando a la economía real y se ha traducido en una mejora de las condiciones de financiación para empresas y hogares.
Al mismo tiempo, el BCE vigila de cerca los "efectos secundarios" de sus medidas. En particular, la banquera francesa ha admitido que los bajos costes de financiación han alentado un aumento del endeudamiento en empresas ya muy apalancadas. Además, los fondos de inversión, compañías de seguros y fondos de pensión están asumiendo más riesgos. Finalmente, en algunos países se está disparando el precio de la vivienda.
Lagarde defiende que son los Estados miembros y no el BCE los que deben tomar medidas para hacer frente a estos problemas. Además, ha vuelto a pedir a los Gobiernos con margen de maniobra que aumenten el gasto público para mejorar la eficacia de la política monetaria a la hora de sostener la recuperación.