Nos encontramos en un momento económico no solo muy difícil para mucha gente, sino también extraordinariamente incierto, sobre todo en el muy corto plazo. Un buen ejemplo de lo anterior es lo que hemos visto en las últimas semanas. Por un lado, la segunda ola de la pandemia en Europa y el tercer pico de contagios en EEUU está obligando a muchos países a tomar medidas restrictivas que, sin duda, lastrarán la evolución económica en las próximas semanas. Por otro lado, en un sentido mucho más positivo, cada vez parece más probable que una o varias vacunas vayan a estar disponibles a lo largo del primer semestre de 2021.
De una forma esquemática, y avisando ya de que el riesgo de equivocarme es alto, las siguientes líneas pretenden dibujar lo que considero el escenario más probable para la economía global en los próximos 12-18 meses. Como se verá, tendremos curvas a corto plazo, pero creo que también habrá final feliz: hay razones sólidas para pensar que el PIB de una mayoría de países alcanzará niveles pre-Covid a finales de 2021 o, como mucho, mediados de 2022.
Empecemos por lo primero, las curvas. Durante las próximas semanas, mucho me temo que lo que va a dominar es la sensación de parón económico o, incluso, de contracción en Europa, por culpa de las medidas que se están adoptando para controlar la segunda ola del virus. En el extremo opuesto se situaría Asia, donde probablemente veremos un cuarto trimestre otra vez fuerte, gracias a que la mayoría de países en esa región tiene la pandemia bastante controlada. EEUU, por su parte, se encontraría en una situación intermedia a la de las dos regiones anteriores, aunque con riesgo no pequeño de tener que volver a adoptar medidas restrictivas que acaben lastrando significativamente la actividad.
Dicho lo anterior, y sin soslayar para nada que la situación es compleja a corto plazo, lo cierto es que ni siquiera en Europa esperamos que en este otoño-invierno se alcancen situaciones tan complicadas como las que vimos en los meses de marzo, abril y mayo. ¿Por qué? Porque hemos aprendido mucho sobre cómo se contagia el virus, porque la población de riesgo se está protegiendo de forma más intensa y porque se han mejorado los tratamientos. En este sentido, es esperanzador comprobar cómo las noticias de los últimos días apuntan a que en varios países europeos se está consiguiendo rebajar la cifra de contagios de esta segunda ola de una forma relativamente rápida, con medidas, además, algo menos dantescas que las vividas en la primavera.
¿Cuánto durará este período de idas y vueltas de contagios? Mucho me temo que hasta que llegue la tan ansiada vacuna. ¿La buena noticia? Que tiene pinta de que son varias las vacunas que van a estar disponibles pronto. De hecho, cada vez parece más probable, como decíamos al principio, de que un porcentaje relativamente alto de la población pueda estar vacunado antes de que acabe la primera mitad del año que viene.
El PIB de una mayoría de países alcanzará niveles pre-Covid a finales de 2021
¿Y qué pasará después del 30 de junio de 2021, una vez que haya suficiente gente vacunada y que el virus (previsiblemente) pase a ser un problema menos acuciante? Creo que hay al menos tres factores que harán posible una recuperación mucho más dinámica que la vista tras la crisis financiera internacional.
La primera razón por la que espero una recuperación rápida es que, en esta ocasión, a diferencia de lo que ocurrió durante la Gran Recesión, se ha logrado evitar una interrupción abrupta del flujo de crédito a la economía real. Gracias a ello, se está limitando la destrucción innecesaria de tejido productivo y, con ello, el impacto de la pandemia sobre el PIB potencial global.
La segunda razón en la que se sustenta mi relativo optimismo es el extraordinario impulso fiscal que se está poniendo en marcha en todo el mundo, algo que de nuevo es una novedad muy importante en comparación con lo que sucedió después de 2009.
Por último, el hecho de que la economía global antes del virus (diciembre de 2019) se encontrase en una situación mucho más equilibrada que la que prevalecía en 2007 también contribuirá a que podamos ver una recuperación económica relativamente rápida tras el enorme shock que está suponiendo el coronavirus.
El crédito ha seguido fluyendo, ha habido un extraordinario impulso fiscal y la economía previa a la Covid estaba en una situación más equilibrada respecto a 2007
La razón de lo anterior está apoyada en la teoría económica pero es, de hecho, de bastante sentido común: en 2007, la economía global cabalgaba a lomos de una gran burbuja inmobiliaria y de consumo a la que por definición siempre iba a ser muy difícil (y poco deseable) volver. La economía global antes de la pandemia era casi la contraria de 2007: veníamos de una fase de expansión larga pero muy moderada, que todavía no había dado lugar a desequilibrios excesivamente preocupantes ni de oferta ni de demanda y a la que, por tanto, es mucho más fácil volver, entre otras cosas porque no es necesario pasar por procesos, siempre largos, de ajuste estructural.
Para terminar, una vez dibujado de forma tentativa el escenario macro, dos breves reflexiones de corte geopolítico. En relación con las elecciones en EEUU, la victoria de Biden va a suponer un cambio de rumbo en la política exterior estadounidense, hacia un enfoque otra vez más multilateral y colaborativo del que Europa saldrá especialmente beneficiada.
Por lo que respecta al 'brexit', y aunque como siempre el ruido será invevitable, el escenario más probable es el de la consecución de algún tipo de acuerdo (aunque sea temporal y parcial) que evite situaciones fuertemente disruptivas.
*** Álvaro Sanmartín es economista jefe de MCH Investment Strategies.