El otro día vi en la redes un meme en el que un supuesto reportero alemán se ponía a las puertas del Ministerio de Sanidad y, según iban llegando los funcionarios, les preguntaba cuál era su hora de entrada. Luego les preguntaba el motivo por el que llegaban tarde.
Que no me crucifiquen los funcionarios, ya supongo que lo habitual no es que lleguen tarde. Y también que en un Ministerio donde trabajan cientos de personas, todos los días haya gente que llegue tarde. El problema es que esas cosas también llegan a los países europeos que están emitiendo deuda para cubrirnos las espaldas. Y allí no se las toman a broma.
Hay que conocer muy poco la opinión pública de Alemania, Holanda o Austria para no darse cuenta de que allí la mayoría de la gente piensa que lo que ocurre en España es lo que transmite ese vídeo.
En paralelo, en España se está transmitiendo la idea de que la solidaridad está garantizada y blindada, eso de que “llega el dinero europeo” y que vamos a ir sobrados. Que no serán necesarios grandes sacrificios, vaya. El problema es que ese mensaje, a su vez, también llega a los países del Norte. Además de los memes. Y se puede generar una situación muy delicada.
Precisamente porque la opinión pública de estos países es extremadamente sensible a esta cuestión, sus políticos pidieron establecer mecanismos de control, incluido el famoso freno de emergencia, en las ayudas europeas. Ante la simple sospecha de que las ayudas no se estén dedicando a lo que se supone que tienen que dedicarse pueden detenerse, hasta que se compruebe la veracidad de la sospecha.
Sus políticos no vacilarán en echar el freno, aunque solo sea para tranquilizar a sus mosqueados votantes
Y no hace falta ser un lince para darse cuenta de que si la opinión pública de esos países piensa que aquí se vive alegremente de sus impuestos, presionarán a sus políticos, que a su vez no vacilarán en echar el freno, aunque solo sea para tranquilizar a sus mosqueados votantes.
A los políticos europeos no les cuesta tanto vender solidaridad en medio de una pandemia, pero les será muy difícil según se vaya superando. Y ese momento va a coincidir además con la retirada de Angela Merkel de la política, prevista para dentro de unos tres meses. Y eso es un factor de riesgo adicional.
En principio, quien suceda a Merkel seguirá sus pasos y tenderá a establecer coaliciones hacia la izquierda o hacia Los Verdes. Ahora bien, la política da muchas vueltas y la otra opción es la derecha nacionalista de Alternativa por Alemania. Las bromas sobre lo poco que trabajamos aquí en un momento en el que allí también notan las consecuencias económicas del coronavirus - no todos los alemanes son ricos - puede tener consecuencias electorales.
Eso por no hablar de países como Holanda o Austria, donde todos los partidos son contrarios o muy críticos con este tipo de ayudas. Si las han 'aceptado' es por el peso político de la señora Merkel y del señor Macron en la UE.
Nuestros tipos de interés corresponderían más a un país con equilibrio presupuestario que a nuestra realidad
El segundo problema es que si por cualquier motivo cambiara el viento político en la Unión, no solo estaríamos ante la activación de frenos y controles. Estaríamos ante un endurecimiento de la actitud del Banco Central Europeo (BCE) presionado por los políticos.
Porque otro error de nuestro Gobierno es transmitir que los tipos de interés cero o negativos de nuestra deuda se basan en la confianza en nuestro país, en nuestra economía y en nuestro Gobierno. Y nada más lejos de la realidad. Se basan en el aval del BCE, verdadero comprador de la mayoría de la deuda que emitimos y que, al comprarla masivamente, mantiene nuestros tipos de interés a unos niveles que corresponderían más a un país con equilibrio presupuestario que a nuestra realidad.
Esos tipos de interés de la deuda, esa prima de riesgo de la que estamos tan orgullosos, penden del hilo de las compras del BCE, de los comentarios de sus responsables y de los pesos pesados de la Unión.
Si las cosas se torcieran políticamente en Bruselas, las consecuencias para inversores y ahorradores españoles serían dolorosas. La gran mayoría tiene su dinero directa o indirectamente en bonos del Estado español, sea a través de fondos de inversión, sea a través de planes de pensiones. Hasta ahora la famosa 'represión financiera' ha sido más bien el 'maná financiero' porque, a más compra del BCE, más sube el precio de los bonos y, en consecuencia, el valor de las participaciones en esos fondos de inversión y de pensiones. Si cambia el viento también cambiará el valor de esas participaciones.
Generen dudas sobre el verdadero destino de esas ayudas y el problema que tendremos aquí será morrocotudo
Y lo mismo se puede decir del Ibex, un índice que es fiel reflejo del retraso español en la revolución digital y de lo mucho que depende de las ayudas europeas, ya sean para la banca, para construir zanjas en las que insertar la fibra óptica o para renovar el parque de generación eléctrica. Pongan freno a esas ayudas o generen dudas sobre el verdadero destino de las mismas y el problema que tendremos aquí será morrocotudo. Así que menos triunfalismos. Y bromas, las justas.
***Víctor Alvargonzález es asesor financiero independiente y socio fundador de Nextep Finance.