Tras reforzar su poder en el Gobierno al ser nombrada vicepresidenta primera, Nadia Calviño afronta su primer gran dilema de esta nueva etapa con el cuadro macroeconómico para los Presupuestos Generales del Estado 2022, que podría tener que revisar a la baja en las próximas semanas.
La también ministra de Asuntos Económicos pecó el pasado año de un exceso de optimismo con las previsiones sobre las que se asentaron las cuentas públicas. Y este ejercicio, también parte de unas cifras más positivas que el consenso de organismos nacionales e internacionales para la elaboración del techo de gasto del próximo año.
El alcance de la quinta ola de la Covid-19, el repunte del petróleo o la evolución de la inflación son tres elementos que están presionando a Calviño para que ajuste a la baja sus proyecciones para 2022, un ejercicio para el que el Gobierno ha previsto un crecimiento del 7%, frente al 6,5% de este año.
Se trata de una estimación para el próximo año que está por encima del 5,8% que pronosticó este martes Funcas -en línea con el Banco de España- o del 6,3% que espera la Comisión Europea-.
Todos estos organismos parten de cálculos de crecimiento para este año más prudentes que los del Gobierno español y los tres comparten la idea de que el rebote económico de 2021 perderá fuelle en 2022 en contra del discurso del Ejecutivo.
El pasado abril, Calviño ya tuvo que modificar a la baja sus proyecciones, cuando recortó en 3,3 puntos el crecimiento de 2021 -hasta el 6,5%- y a cambio elevó el esperado para 2022.
Son números que contemplan una temporada turística sin las nuevas limitaciones que se están anunciando para contener la 'variante delta' y unos precios del petróleo muy inferiores a los que marcan hoy los mercados. Dos nubarrones que están eclipsando el efecto en el rebote económico que está teniendo la buena evolución del consumo o el avance de la vacunación.
Dudas sobre el turismo
El aumento de la incidencia acumulada en los últimos días y las noticias que han marcado el inicio de la temporada, como el 'mega brote' de Covid-19 en Mallorca, pueden tener un impacto muy negativo en la temporada turística de 2021.
Tanto es así que Funcas estima que la 'variante Delta' restará "al menos tres décimas" al crecimiento del PIB español este año. De cómo evolucione la contención del virus dependen cerca de 8.500 millones de euros en ingresos por turismo durante el verano, cifra que representaría el 40% de 2019.
El Gobierno se había marcado como objetivo que este año, el número de turistas extranjeros que visitaran España fuera la mitad de los que acudieron en 2019. Pero, "si nos quedamos en menos de la mitad de esta cifra, tendremos una recuperación mucho más lenta", advertía la pasada semana el economista Toni Roldán.
"En turismo, hay un riesgo real y otro político. Por un lado, el avance de contagios en personas menores de 30 años está siendo muy intenso, aunque no hay aumentos significativos en las entradas de los hospitales y en la mortandad. Pero por otro, también hay incentivos de nacionalismo económico para mantener el mayor número posible de viajeros en los países de origen", explicó en un webminar el director del Centro de Políticas Económicas de Esade.
Es el caso de Reino Unido, que ha relajado las condiciones para viajar a España a partir del 19 de julio, pero sigue muy de cerca la evolución de los datos de contagio con la tentación de volver a cambiar el color de su semáforo para viajeros británicos.
España se juega hasta dos puntos del PIB en 'salvar el verano' en un contexto en el que la vacunación no habrá alcanzado el objetivo del 70% de la población inmunizada hasta septiembre.
Sin embargo, los datos de la incidencia acumulada no son los únicos que amenazan la recuperación económica que en todo caso se verá impulsada en el segundo semestre del año por la esperada mejora de la crisis sanitaria y el inicio de la llegada de los fondos europeos.
Subida del petróleo
El petróleo se ha convertido en otra piedra importante para que el Gobierno pueda cumplir con sus proyecciones macroeconómicas. A pesar de que el barril de Brent está en niveles inferiores a los de 2018, su escalada es un escollo para la economía española, que sigue siendo muy dependiente del exterior en términos energéticos.
El barril de Brent llegó a superar la pasada semana los 77 dólares y este martes permanecía por encima de los 75,80 dólares.
Después de que el desplome del crudo fuera una ayuda para que la economía española no se hundiera más aún en 2020 -con una caída que habría superado el 11% del PIB-, el Gobierno contaba con una subida del 'oro negro' para este año, pero inferior a la que se está registrando.
Así, el cuadro macroeconómico del Ministerio de Economía prevé un precio medio del crudo de 60,8 dólares este año y de 58,2 dólares para el próximo.
Sin que exista una cifra oficial sobre el impacto de la subida del petróleo en el PIB español, hay estimaciones que apuntan a que una caída de 10 dólares en el precio del barril Brent suele llevar aparejado un crecimiento de dos décimas del PIB.
"Cada vez que sube el crudo, a España le viene mal, pero no ha llegado todavía a los máximos de octubre de 2018. Venimos de precios muy bajos, de 16 dólares el año pasado, y era normal una subida", explica el analista financiero Juan Ignacio Crespo.
A esta subida, se suma el rebote generalizado de los precios de las materias primas que viven un momento que recuerda a 2011, cuando tocaron máximos antes de darse la vuelta y comenzar a bajar en una espiral que ha durado 10 años. Esto está teniendo ya serias repercusiones en sectores, como el de la construcción, con un incremento de costes que se va a trasladar al precio de la vivienda.
Inflación
En este contexto, Funcas cree preciso vigilar el fantasma de la inflación, una variable que "restará fuelle al rebote en la medida en que la intensidad de la recuperación global siga generando cuellos de botella en suministros clave". Se espera que la inflación alcance este año el 2,5% y se relaje al 1,6% en 2022 en España.
La evolución de los precios añade otra amenaza económica procedente de Estados Unidos que puede tener consecuencias en Europa y en España. Se trata de la reacción que puedan tener los mercados financieros al esperado inicio de la retirada de estímulos por parte de la Reserva Federal.
"La política monetaria seguirá siendo laxa pero puede haber inestabilidad financiera con contagio a los países periféricos cuando la Fed comience su tapering, como ya ocurrió en 2014", alerta en una conversación con este diario el economista José Carlos Díez.
Rebote económico
Unas décimas arriba o abajo, los economistas coinciden en que habrá recuperación este año a pesar de estas incertidumbres.
"A nivel global, es probable que hayamos visto el pico y China ya está en un proceso de normalización económica. Estados Unidos y Europa van con más retraso, pero están creciendo con fuerza", recuerda Díez.
Sin embargo, habrá que ver si los números para España que el Gobierno mandó en abril a la Comisión Europea son válidos o si deben ajustarse ante estos imprevistos para elaborar el techo de gasto, el primer paso para preparar los Presupuestos.
Economía y Hacienda parten con el mal antecedente del pasado año, cuando establecieron que el crecimiento en 2021 podría llegar al 9,8% por los fondos europeos, en una previsión que en el segundo trimestre del año -con las cuentas ya en vigor- se tuvo que recortar al 6,5%.
Que Bruselas y el Banco de España hablen de un crecimiento para 2022 del 6,3% y 5,8% respectivamente no ayuda a Calviño a mantener ese avance del PIB del 7% que permitiría a España gastar más el próximo año.
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