Casi dos años después del inicio de la pandemia, la salud de las empresas no termina de recuperarse. El INE certificó este viernes que la economía española creció un 5% en 2021 (dato que tendrá que confirmar en marzo) y puso sobre la mesa algunos datos que llaman a la cautela. Entre otros, la estadística muestra cómo los márgenes de las empresas son todavía muy inferiores a los de 2019 en un momento en el que, paradójicamente, la recaudación está en máximos.
El beneficio empresarial cerró 2021 con un saldo de 35.740 millones de euros inferior al de antes de la Covid-19, según los datos de rentas del INE. La recuperación del cuarto trimestre arrojó además otro dato preocupante: en el crecimiento del PIB hay demasiado "protagonismo de la acumulación de existencias", advirtió el equipo económico de la CEOE tras descomponer el dato de formación bruta de capital que publica la estadística. Esto significa que buena parte de la producción de bienes en la recta final de año se quedó sin vender.
"Sin la aportación de esta variable, el crecimiento intertrimestral del cuarto trimestre se hubiese situado alrededor del 0,5%, en vez del 2%", lo que revelaría una situación de estancamiento económico, advirtió la patronal en una nota de prensa.
Es un dato que ha encendido las alarmas en el mundo empresarial, ya que indica que "el crecimiento del tercer y cuarto trimestre se ha ralentizado más de lo que muestra la estadística oficial. No es un crecimiento sostenible, necesitamos que se consuma", explica a este periódico el director del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo.
"La caída del PIB en estos dos años es la caída de las cuentas de las empresas. Los salarios de los trabajadores se han recuperado, pero los márgenes de las empresas en las que trabajan no. Y en el sector público, la recaudación ha marcado récord", añade desde su servicio de estudios vinculado a la patronal.
A esto se suma la caída de la productividad que refleja el INE, las menores horas trabajadas y el aumento de los costes laborales unitarios. Un cóctel que nos deja un escenario preocupante en el que se vuelve a poner de manifiesto que es el sector público el que está tirando de la recuperación a través de su gasto y del empleo que está generando.
Pese a los mensajes de confianza que el Gobierno trató de transmitir en 2021 al prometer un crecimiento del PIB del 6,5% para ese año, en el que la recuperación se quedó en el 5%, los españoles no consumieron lo que se esperaba.
"Hay motores de crecimiento muy importantes y que muestran signos preocupantes que nos están llevando a una ralentización o a un estancamiento de la recuperación. Uno de ellos es el consumo de las familias en el que el INE muestra que el gasto en bienes duraderos y la inversión en vivienda no acaban de remontar", señala en una conversación con este periódico el economista Javier Santacruz.
Pese a que esta última partida acabó con un repunte del 2,3% en el último trimestre, en el conjunto del año, el saldo es negativo, con una caída en los 12 meses del 2,7%.
"No hay confianza en la recuperación", concluye Santacruz.
Fantasma inflacionario
La inflación también podría estar pesando sobre el consumo de los hogares, ya que el aumento de los precios reduce el dinero del que disponen para gastar.
"El consumo de las familias se resiente del repunte de inflación y de su impacto negativo en la renta disponible de las familias". Esto explicaría que "pese a la mejora notable del mercado laboral, el gasto en consumo final de los hogares descienda el -1,2%, restando fuelle al rebote que se esperaba de la economía", advierte desde Funcas el director de coyuntura, Raymond Torres.
Este think tank explica, así, que la demanda interna solo aportara un punto al crecimiento del PIB, lo mismo que el sector exterior y advierte de los problemas que puede suponer que "la recuperación económica sea todavía incompleta y desigual en sectores tan importantes como el turismo y la automoción".
Con todo esto sobre la mesa, Izquierdo afirma que en España "vamos con retraso frente a Europa en la recuperación, con un avance del PIB modesto, que además refleja desajustes con la caída de productividad y desequilibrios inflacionarios, en un momento en el que hay menos márgenes empresariales".
Según la CEOE, en el conjunto de 2021, en términos reales, el PIB fue un 6,4% inferior al año previo a la crisis. En 2020, la economía española se desplomó un 10,8% y, en 2021, según el avance de la Contabilidad Nacional, creció un 5%.
La amenaza del 'stock'
El riesgo de que esos inventarios y stocks acumulados no tengan una salida es elevado en términos de crecimiento y empleo privado.
De hecho, en Estados Unidos los mercados suelen seguir muy de cerca las encuestas de inventarios de empresas. Con un dato como este, la Bolsa norteamericana podría sufrir caídas.
Todo esto sucede en un contexto en el que el INE sigue revelando un problema de productividad y un aumento de los costes laborales unitarios que también preocupa a las empresas.
Son elementos que ayudan a entender la divergencia entre los datos de PIB y los de la Encuesta de la Población Activa (EPA) que se publicaron este jueves.
Aunque la tasa de paro cerró 2021 en el nivel de 2008, el dato promedio del empleo muestra que se cerró el año con un promedio de 232.000 personas menos trabajando en el sector privado y 226.000 personas más en el sector público. Este cambio en la composición del mercado de trabajo estaría reflejándose ya en el PIB español con unos efectos que están desconcertando a muchos economistas y reafirmando las tesis de muchos otros sobre el papel que debe tener lo público en la economía.
Hay que recordar que el sector público está orientado a los servicios, siendo el sector privado el que produce los bienes. El INE refleja la debilidad de la industria y la construcción, lo que muestra que la recuperación económica es todavía vulnerable.
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