Francia decide entre la agenda reformista europea de Macron y la 'argentinización' de Le Pen
El presidente francés propone reducir en 27.000 millones el déficit de aquí a 2023. Su rival disparará el gasto en al menos 30.000 millones en ese tiempo.
24 abril, 2022 02:32Noticias relacionadas
Con la inflación en el país vecino en el 4,5% y los estragos de la crisis económica que generó la pandemia aún presentes en la mente de los ciudadanos, los franceses acuden este domingo a las urnas para elegir entre dos modelos muy distintos para su recuperación económica: el espíritu reformista y europeísta en favor de la inversión de Emmanuel Macron o las políticas keynesianas y proteccionistas de Marine Le Pen.
Si entre el modelo social y político que defienden ambos candidatos para su país y para Europa, hay un abismo, algo parecido ocurre con su política económica.
Con una deuda heredada de la pandemia del 112,3% del PIB y un déficit del 6,87%, Macron quiere sanear las cuentas públicas para conseguir recuperar el déficit del 3% en 2027. Su rival, sin embargo, aboga por disparar el gasto público para sostener el poder de compra de los ciudadanos o mantener derechos sociales para los franceses, por ejemplo en materia de pensiones.
Son dos modelos antagónicos que conducen a un futuro muy distinto. Según cálculos del think tank iFRAP, llevar a cabo el programa económico de Le Pen tendría un coste de 30.000 millones de aquí a 2027. Es una cifra que contrasta con los 27.000 millones de euros de reducción del déficit que propone el actual presidente de la República en ese mismo horizonte temporal.
Otros servicios de estudio, como el Insitut Montaigne elevan esas cifras al incorporar el coste de promesas como las hechas por Le Pen en materia de pensiones y ayudas a los hogares. Se habla incluso de escenarios de gasto de 120.000 millones de euros.
Son números que preocupan a muchos economistas. De hecho, el premio Nobel francés, Jean Tirole, ha advertido que el programa de Le Pen podría "argentinizar" Francia dejando una herencia muy dolorosa para futuras generaciones.
Fiscalidad
En materia fiscal, Macron ha prometido que si gana este domingo -como apuntan los sondeos- rebajará los impuestos para empresas y autónomos. También reducirá el impuesto de Sucesiones que se paga en Francia. Además, en un guiño a las economías domésticas, propone suprimir el pago de la licencia de televisión que asumen los hogares galos.
Sin embargo, el actual ocupante del Elíseo quiere consolidar sus cuentas públicas en un escenario en el que las primas de riesgo se van a ver afectadas por el cambio de política monetaria que prepara el BCE. Macron propone, para ello, un nuevo modelo de gobernanza que simplifique la estructura de gobernanza y también recortar el gasto de las Administraciones locales.
¿Qué promete Le Pen? Algo muy distinto. La candidata de extrema derecha también lleva en su programa algunas rebajas fiscales, en concreto dirigidas a los menores de 30 años -tanto si trabajan por cuenta ajena, como si han emprendido en un negocio-.
En Sucesiones, también propone cambios con una exención pero centrada en clases medias y trabajadoras. Sin embargo, aboga por recuperar un impuesto en desuso en Europa (aunque vigente en España), como es el de Patrimonio y recortar gasto al reducir las prestaciones sociales a las que tienen derecho los inmigrantes.
Pensiones
Tras una legislatura marcada por las protestas por las reformas del sistema de pensiones que ha intentado poner en marcha Macron, Le Pen ha lanzado un órdago con un programa en el que aboga por disparar el gasto en pensiones.
La candidata de la ultraderecha propone mantener en 62 años la edad de jubilación y bajarla a los 60 años para quienes hayan cotizado más de 40 años. Además, quiere subir las pensiones más bajas y volver a indexarlas al IPC, como acaba de hacer España.
Macron, sin embargo, propone medidas menos populistas y más difíciles de entender por una parte del electorado. Por ejemplo, quiere aumentar la edad de jubilación a los 65 años en 2030 y acabar con los llamados sistemas especiales de pensiones -una idea que sacó a la calle a muchos franceses cuando se puso sobre la mesa-.
A cambio, propone facilitar la transición de los trabajadores en activo hacia la jubilación y tener en cuenta que hay trabajos más duros y carreras laborales más largas que merecen una compensación.
Mercado laboral
En el mercado laboral, Le Pen aboga por dar preferencia a los franceses frente a los extranjeros a la hora de acceder a un empleo y promueve un alza salarial del 10%.
Macron, sin embargo, quiere activar una renta mínima que incentive la vuelta al mercado laboral y permitir que los empleados cobren determinada cantidad en forma de bonus sin tributar.
Energía
Con la crisis energética amenazando la recuperación de Europa, Francia ha abrazado la energía nuclear para mantener su inflación por debajo de la media de la eurozona (7,5% en marzo) y muy por debajo de países como España, donde alcanza el 9,8%.
Macron propone avanzar en la construcción de seis centrales nucleares de nueva generación y seguir invirtiendo en energías renovables. Quiere multiplicar por 10 los huertos solares y construir 50 infraestructuras eólicas. También propone inversión pública para avanzar en el hidrógeno verde.
Le Pen coincide con Macron en apostar por la nuclear "relanzando" esta fuente de energía y combinándola con hidroeléctrica. Pero la candidata ultraderechista ha prometido que si gana las elecciones suspenderá las inversiones en energías renovables e incluso desmantelará los parques eólicos que ya están operativos.
Además, su programa incluye rebajas fiscales para ayudar a los consumidores a pagar la gasolina, el gas y la electricidad. Sin embargo, una de las medidas que más afectaría a nivel global de su programa es su promesa de salir del mercado europeo de la electricidad.
Y es que si Le Pen diera este domingo una sorpresa y lograra ser presidenta de Francia, su elección tendría repercusiones muy profundas en el resto de economías europeas. El euro bajaría y las primas de riesgo subirían. Y su programa de gasto y aumento de déficit se convertiría en un quebradero de cabeza para la Comisión Europea.