José Luis Escrivá, gobernador del Banco de España.

José Luis Escrivá, gobernador del Banco de España. EE

Economía

El ritmo y los cambios de Escrivá en el Banco de España generan malestar en la cúpula

El único consejero propuesto por el PP ha rechazado el encargo de renovar la ley que regula la institución.

29 septiembre, 2024 03:27

Sólo veinte días ha necesitado José Luis Escrivá para revolucionar el Banco de España. Un tiempo en el que el gobernador ha cambiado equipos, ha remodelado la cúpula de la institución, se ha reivindicado como independiente y ha reclamado una reforma de la Ley que regula la institución. 

Un ritmo y un ruido al que no están acostumbrados en la institución. Allí, como suele ocurrir en los bancos centrales y en los supervisores, la discreción y las reformas sotto voce son la tónica general para evitar el foco. El objetivo, siempre, la estabilidad en los sistemas monetario y financiero. 

Han sido veinte días en los que, además, Escrivá ha podido comprobar cómo la cohabitación en el seno del Consejo del Banco de España no va a ser sencilla. Allí se ha encontrado en este tiempo con algunos consejeros que han puesto en duda la idoneidad de sus cambios. 

El primero de ellos, la creación de una dirección general de Relaciones Institucionales, Europea y Transparencia. Un puesto que fue aprobado aprobado por el Consejo (y por la Comisión Ejecutiva) pero sin unanimidad. Una propuesta que fue puesta encima de la mesa por Escrivá apenas tres días después de prometer el cargo. 

Otro punto de fricción fue la creación esta semana de la dirección general de Estrategia, Personas y Datos. Un puesto para el que Escrivá ha designado a Mayte Ledo, hasta ahora secretaria de Estado de Digitalización y mujer de la plena confianza del gobernador. 

Todo ello por no hablar de la elección de la subgobernadora, Soledad Núñez, vinculada al Partido Socialista y que ocupó en la época de Rodríguez Zapatero el puesto de directora general del Tesoro, además de haber estado en la Oficina Económica de Moncloa. 

Núñez era, hasta ahora, consejera del Banco de España, por lo que su sillón será ocupado por otra persona de confianza del gobernador: Lucía Rodríguez. Hasta ahora era subdirectora general de endeudamiento público en la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). Previamente fue asesora de la exvicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño. 

Por si fuera poco, la comisión ejecutiva del Banco de España, que lleva el día a día, pasa a estar formada por el propio Escrivá, Soledad Núñez, Lucía Rodríguez y Fernando Fernández (consejero propuesto por el Partido Popular). Un ente en el que tradicionalmente había un cierto equilibrio de fuerzas entre las formaciones. 

Todos estos cambios, y algunos otros movimientos internos, han generado malestar en el seno del Banco de España, y en algunos de los miembros de su Consejo. Hay quien no entiende que se haya cambiado la política mantenida hasta ahora de convocar concursos internos y externos para cubrir las plazas de directivos y jefes. 

Hablan, incluso, de que algunos de esos nombramientos han sido "digitales" y han expresado a Escrivá su incomodidad por haberse hecho "sin concurso alguno". Especialmente porque consideran que "no hay razones de urgencia ni necesidad para hacer cambios tan profundos en el organigrama" del Banco de España.  

Lamentan que Escrivá no se haya tomado un cierto tiempo para analizar la institución y comprobar el papel que cada uno venía ejerciendo antes de tomar decisiones. Sobre todo porque "las decisiones colegiadas evitan errores y rectificaciones continuas", que es lo que temen que ocurrirá en los próximos meses. 

Pero el enfrentamiento más sonado ha ocurrido esta semana. Fue el martes cuando el gobernador comunicó al Consejo el organigrama definitivo del Banco de España. Allí, además, tenía previsto encargar la puesta en marcha de un grupo de trabajo que profundice en la reforma de la ley que regula el Banco de España. 

En ella Escrivá quiere introducir cambios que aumenten la independencia de la institución y en la forma de nombrar al gobernador. De hecho, algunas fuentes apuntan a que una de las cuestiones que se van a introducir en su propuesta es un aumento del mandato del máximo responsable del Banco de España. "En línea con lo que ocurre en otros países europeos", explican. 

Unos trabajos que Escrivá encargó al consejero propuesto por el PP, Fernando Fernández. Sin embargo, horas después, se conocía que este último renunciaba a liderar el proyecto. 

Un anuncio que pillaba por sorpresa, pues Fernández había aceptado el encargo en conversaciones privadas que había mantenido con el propio gobernador. ¿Qué había cambiado desde entonces?

En el Banco de España evitan hacer más comentarios sobre este asunto, pero algunas fuentes achacan el cambio de actitud del consejero a las presiones ejercidas sobre él por el Partido Popular.

Sin embargo, otras fuentes explican que Fernández -tras estudiarlo detenidamente- llegó a la conclusión de que tiene "diferencias de forma y fondo" con los fines del gobernador. Y que "no se daban las circunstancias de independencia y confianza" para llevar a buen puerto el encargo. 

Ante esta negativa, Escrivá tiró por la calle de en medio y decidió que el equipo que avance en los trabajos para reforma la ley del Banco de España sea la nueva consejera Lucía Rodríguez. 

Intensos días los que ha vivido el nuevo gobernador, que ha podido comprobar de primera mano lo que él ya sabía: que el Banco de España no es una institución fácil y en la que lograr la cohabitación entre todas las partes es muy complicada.

Su equipo de confianza está formado. Ahora tendrá que ganarse el respeto del resto de la institución. Allí, en la base, se mira con preocupación lo que ocurre en la cúpula, donde nueve de los 10 miembros son cercanos al Gobierno.

Hay temor a que los cambios sirvan para introducir más fieles a Escrivá. Más fieles, entienden, al Partido Socialista, y que eso se lleve por delante la credibilidad (ahora recuperada) del Banco de España.