Una copa de vino tinto.

Una copa de vino tinto. Europa Press

Economía

El Rioja declara la revuelta: sus viticultores exigirán en la calle arrancar viñas para salvarse de la crisis del tinto

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Los viticultores de La Rioja salen a la calle. Lo harán el próximo miércoles, en una protesta que ha vuelto a unir a las organizaciones agrarias tras las voluminosas denuncias de principios de este año, aunque esta vez no para exigir condiciones para producir más, sino para destruir parte de sus cosechas. Quieren que se les permita arrancar viñas.

Sostienen que es la forma de salvarse de la crisis que vive el mercado del tinto, donde la oferta supera la demanda, tirando con ello los precios. Destruir viñas, creen, les "permitirá volver a la estabilidad" que desapareció con la pandemia.

Desde entonces, los cambios en los gustos del consumidor, que ha favorecido la demanda de blancos y espumosos -con la explosión del Godello como referente-, los cambios fiscales por graduación alcohólica en el Reino Unido o los efectos de la propia inflación han perjudicado a los tintos, sobre todo a aquellos de 'gama media'.

"Es una tendencia estructural", remarca a este periódico Rafael del Rey, director general del Observatorio Español de los Mercados del Vino. Una tendencia a la que, avisa, "las empresas se pueden adaptar". "El problema son las regiones", remacha.

La tendencia no es española, sino global. Según el último informe anual de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), la caída de suministro y demanda del tinto ha sido significativa: en 2021 la producción se había desplomado un 25% con respecto a su cénit, que se registró en 2004.

Los tintos representan ahora en torno al 43% de la producción global de vinos, cinco puntos menos que al principio de este siglo. Ese retroceso convive con el esplendor de los blancos, cuya producción superó a la de los tintos en 2013.

Los blancos, liderados con estrellas como el Prosecco italiano, suponen ya el 49% de la producción de vino mundial, especialmente gracias a estallido del consumo de los espumosos en Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido. 

Desequilibrio

La situación ha desembocado, aseguran los viticultores del tinto, en una crisis que ha conseguido que en La Rioja se cosa la unión de Asaja, COAG y UPA, desgarrada tras los desacuerdos sobre el fin de las movilizaciones a principios de este año que colapsaron las carreteras españolas. También participan UAGN y UAGA. 

Su objetivo, apuntan, es evitar la ruina. Afirman que llevan años "vendiendo uva por debajo de costes" y que muchos están "literalmente arruinados". Creen que sólo reduciendo la producción podrán resolver el desequilibrio entre una oferta que este año, superada la sequía, será estándar, frente a una caída de la demanda que no cesa.

"Ya no es suficiente con medidas coyunturales, como cosecha en verde o destilaciones, hay que ir un paso más allá con medidas estructurales y la más rápida y eficaz es la del arranque", defiende Eduardo Pérez, de la delegación de Asaja en Aragón.

No es una posición que entusiasme en el Ministerio de Agricultura, donde no se pierde de vista que el arranque suele llevar aparejado compensaciones millonarias. El último ejemplo se vive en Francia, también asolada por el retroceso del tinto.

El país ha iniciado un programa para arrancar 30.000 hectáreas, equivalente al 5% de su superficie de viña, aunque, eso sí, con ayudas estatales por valor de 120 millones de euros. COAG defiende que se imite en parte esta medida, acometiendo arranques "quirúrgicos en determinadas zonas". El ministro de Agricultura, Luis Planas, pide sosiego.

"Cada país tiene una situación diferente. Nuestra situación no es similar y, por tanto, la respuesta no tiene por qué ser similar", ha indicado, al tiempo se ha mostrado a favor de iniciar un "diálogo" sobre la posibilidad de acometer el arranque.

Retroalimentación

Es esta discrepancia la que ha caldeado el ambiente hasta llegar a la convocatoria del miércoles. "¿Qué diferencia hay entre Francia y España? El problema de la bajada de ventas lo tenemos todos. Lo que tiene que hacer el ministro es tener una reunión con las organizaciones agrarias" para analizar cuántas hectáreas habría que arrancar, apunta a EL ESPAÑOL-Invertia Eduardo Pérez, responsable de la sectorial nacional de vino de Asaja.

COAG cree que, de no tomarse esta medida, quedaría en riesgo de abandono el 10% de las viñas de España, es decir, en torno a 95.000 hectáreas. Unos terrenos que, según el relato de Pérez, ya no son rentables para los viticultores. Para los bodegueros, en cambio, hay muchos matices.

"Ha habido un poco de retroalimentación con lo que ha pasado en Francia. Hay personas que pueden sentir que esto no va tan bien como nos gustaría, pero nuestra idea es que no va tan mal", señala a este periódico el director general de la Federación Española de Vino (FEV), José Luis Benítez.

Benítez niega que haya datos alarmantes sobre ventas. Aunque no se opone de forma generalizada al arranque incentivado, remarca que la situación en la gran zona productora, Castilla La Mancha, "no es crítica en absoluto", si bien entiende que en La Rioja se hayan acumulado "volúmenes difíciles de digerir".

Pero, antes de arrancar, pide revisar los poderes que otorgan las denominaciones de origen, en especial en lo referido a controlar la oferta. "Debe haber un debate sosegado y antes de hablar de arrancar habría que establecer de qué manera. También me parece muy importante que se determine qué pasa si, habiendo arrancado, quieres volver unos años después a poner hectáreas", resume.