Un pescador en el puerto de Palamós (Girona).

Un pescador en el puerto de Palamós (Girona). Europa Press

Economía

La agria cuenta mediterránea: El déficit pesquero de la UE se dispara un 30% en 10 años con Marruecos como ganador

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"Actualmente con pesca y acuicultura sólo suministramos el 30% de lo que consumimos en la Unión Europea, el resto viene importado. Estamos perdiendo la soberanía alimentaria". Así resume desde Bruselas Basilio Otero, presidente de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores de España, la gran crisis que España, Italia y Francia buscan frenar a contrarreloj: la reducción de los días de pesca de arrastre en el Mediterráneo. Sería, asegura, el fin de los pescadores mediterráneos europeos.

La propuesta, una suerte de encargo envenenado de la anterior Comisión, pretende reducir en un 80% la actividad de quienes capturan merluza, salmonete, gamba blanca y roja, cigala o calamares. Es decir, que pasen de faenar 133 días de media al año a hacerlo apenas 27.

"¿Se puede vivir todo el año con lo que se genera en 27 días? Evidentemente, no", razona Otero. No entiende por tanto que se plantee este paso que, asegura, supondría la pérdida de toda la flota del Mediterráneo, no sólo la de arrastre, por el efecto dominó que genera. Además, ahondaría en la lenta agonía pesquera de la UE, que ha disparado un 30% su déficit comercial en este ámbito en la última década.

Los 27 compran más pescado capturado o de acuicultura del que exportan, generando en 2023 un desequilibrio de 22.000 millones de euros imposible de evitar para abastecer el consumo interno.

Mientras esto sucede y la cuenta se amplía en función de demanda y disponibilidad -el año anterior el déficit se amplió en casi 2.000 millones-, cada año en Bruselas se busca un equilibrio entre el mantenimiento y la recuperación de las especies, la conservación del medio ambiente y la actividad económica de los pescadores europeos, formalizados en las temidas cuotas pesqueras.

Marruecos, gran ganador

Restricción tras restricción, han ido ganando terreno los pescadores de países que operan en el mismo mar pero sin las limitaciones comunitarias, como Argelia, Libia o Túnez. Y, sobre todo Marruecos. 

Desde Rabat llegaron el 6% de las importaciones de pescado que precisó la Unión Europea en 2023, que ascendieron a casi 6 millones de toneladas. Por ellas se pagó en total 30.100 millones de euros. Por tanto, el 6% de esa cuenta fue para nuestro vecino extracomunitario del sur. 

A nivel global, Marruecos es el tercer importador para los 27 en materia pesquera. En primer lugar está Noruega, con un 26% de las importaciones en valor y, en segundo, China, con el 7%, de acuerdo con los datos del último informe anual del Observatorio Europeo del Mercado de los Productos de la Pesca y de la Acuicultura (EUMOFA), publicado la semana pasada. 

Así las cosas, la reducción de los días de pesca "solo aumentará la dependencia de países terceros", remarca a EL ESPAÑOL-Invertia Javier Garat, secretario general de la Confederación Española de Pesca (CEPESCA).

¿Por qué se da entonces este paso? Todo surge de un plan plurianual que arrancó en 2019 con la pretensión de alcanzar el equilibrio perfecto entre conservación de especies y pesca.

Desde entonces se han reducido un 40% los días de trabajo en el Mediterráneo, pero un informe científico -"desactualizado", según los pescadores- llevó al anterior Ejecutivo comunitario a proponer el drástico recorte del 80%.

"Inaceptable"

Para el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, es "inaceptable". "Hace inviable económicamente la actividad pesquera en el Mediterráneo", ha dicho desde Bruselas, donde Otero y Garat siguen las negociaciones para tratar de evitarlo. 

Los pescadores cuentan por ahora con la comprensión del nuevo comisario de Pesca, el chipriota Costas Kadis, que en privado admite que no dispone de las herramientas jurídicas para pararlo. En este escenario, España, Italia y Francia buscan apoyos de al menos un cuarto país para poder bloquear la medida. Esta es la única opción parecida a un éxito que se plantea en realidad.

"La línea roja de la flota es mantener el statuo quo actual", advierte Otero. Este martes la flota mediterránea ha permanecido amarrada en señal de protesta.

Los pescadores no quieren ni pensar en la alternativa que pueda ofrecer la presidencia húngara de la UE: un sistema de compensación, que les permitiría subir algo más de esos 27 días de trabajo a cambio de medidas como la imposición de vedas o el cierre temporal de algunas zonas para proteger a las especies. "Pero eso implica menos zonas donde pescar y que entre menos pescado. Todo tiene un coste", subraya Garat.

Qué se juega España

En todo caso, Garat piensa, al igual que Otero, que ninguna compensación evitará que la pesca mediterránea desaparezca. En el caso de España está en juego, sostienen, la actividad de 560 barcos, 3.000 pescadores y 14.000 empleos en tierra, entre lonjas y pescaderías. Total: 17.000 familias repartidas en Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, Murcia y Andalucía.

"Si no conseguimos el objetivo, es la insumisión. Que nos vengan a detener. Se está hablando solamente de arrastre, pero tenemos que hablar de la flota del Mediterráneo. ¿Dónde se va a vender el cerco si no hay arrastre? Las lonjas, los puertos... Vamos a confiar en lo que pueda hacer el ministro. Después veremos qué hacemos", avisa Otero.