Cartel con la imagen de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, visto durante la concentración de agricultores y ganaderos este lunes en Madrid.

Cartel con la imagen de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, visto durante la concentración de agricultores y ganaderos este lunes en Madrid. Europa Press

Economía

Mercosur genera otro choque entre Bruselas y el campo, dispuesto a movilizarse pese a la escasa posibilidad de triunfo

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A punto de cumplirse un año de las tractoradas que por toda Europa obligaron a Bruselas a flexibilizar algunas exigencias medioambientales, la Comisión y el campo se encaminan a otro choque. Esta vez, por el acuerdo de libre comercio con el Mercosur, cerrado tras 25 años de negociación y que ahora debe ser ratificado.

La circunstancia abre un periodo que los agricultores y ganaderos, que temen verse afectados por la entrada, sobre todo de vacuno, ven como oportunidad. Una ocasión para presionar con movilizaciones y pedir cambios, como los logrados a principios de año. Pero esta vez no parece que haya margen: el acuerdo no va a modificarse. Ya está cerrado.

Estas son las posiciones de partida que auguran un nuevo choque, a tenor de las declaraciones de los líderes de Asaja y COAG, Pedro Barato y Miguel Padilla, que han concentrado este lunes a 5.000 agricultores y ganaderos frente al Ministerio de Agricultura para mostrar su descontento.

"Nosotros no estamos en contra de acuerdos con Mercosur, estamos en contra del contenido de este acuerdo, que es del 2019", ha dicho a periodistas Barato, que se ha quejado de que este acuerdo no tiene "reciprocidad ni cláusulas espejo". 

"Queremos competir con las mismas reglas de juego", ha dicho, antes de avisar de que, si sus reclamaciones no son atendidas "de forma normal", ya se verá "qué ocurre en enero y febrero", aludiendo así a la posibilidad de fijar un calendario de protestas.

En la memoria está fresco el logro con la flexibilización de algunas exigencias medioambientales y simplificación de la PAC, que pensaron abría una nueva etapa. "Creíamos que la Comisión Europea había tomado un camino positivo y que esta vez sí iba a apoyar a los agricultores y ganaderos, y lo primero que nos encontramos es el acuerdo con Mercosur", ha sostenido Padilla.

Un acuerdo blindado

Un acuerdo para el que no se contemplan cambios. Por dos motivos: en Bruselas están convencidos de que es genuinamente positivo para el campo europeo y además sus beneficios exceden el apartado comercial, en el que destaca el ahorro de 4.000 millones en aranceles para las empresas de la UE. La cuestión es también geopolítica.

Con la guerra de Ucrania, las crecientes tensiones con Rusia, la amenaza de aranceles chinos por los coches eléctricos y la posibilidad también de nuevas medidas de este tipo en cuanto Donald Trump asuma como presidente de Estados Unidos, el bloque de Mercosur -un mercado de 268 millones de habitantes- se vuelve un aliado urgente. 

Protesta de agricultores este lunes en Madrid.

Protesta de agricultores este lunes en Madrid. Europa Press

Tanto que el poder de presión de Francia para frenarlo se está diluyendo. Al menos hasta el próximo verano, la Comisión tendrá tiempo de limar asperezas con los galos, que buscan aliados suficientes como para lograr poder de veto, es decir, aliados que sumen el 35% de la población de la UE. Es una misión también difícil a tenor de las cifras que promete el acuerdo.

Puntos clave

En su apartado agroalimentario, el acuerdo UE-Mercosur se cerró en 2019. Desde entonces, los debates para lograr sellarlo han pivotado, por el lado de los 27, en la necesidad de combatir la deforestación y tener en cuenta el Acuerdo de París, y por el lado de Mercosur en peticiones relativas a política industrial.

Lo 'agro' no se ha actualizado en ese tiempo, algo que critican los agricultores, pero que, según ha podido saber este periódico, no se ha considerado necesario desde la órbita de Bruselas. El argumento: ya se había llegado al mejor punto posible para los productores europeos y tocarlo solo empeoraría las condiciones para ellos.

Fuentes del Ministerio de Agricultura remarcan que, tal y como está, la UE sería el primer bloque en obtener un acceso comercial preferente con Mercosur, y que en el caso de España el acuerdo abre oportunidades para el aceite de oliva, el vino y el porcino, en los que nuestro país tiene una posición líder.

No hay que olvidar que Mercosur presenta actualmente aranceles altos para productos agroalimentarios, que van desde el 28% para productos lácteos como quesos; 20% para chocolates y pastelería; hasta un 35% para bebidas espirituosas; 27% para vinos o 20-35% en el caso de vino espumosos, o 10% para aceite de oliva.

Para los ganaderos, las fuentes señalan que habría mayor seguridad de abastecimiento de granos básicos esenciales, como la soja. Es un recurso importante para España, que es el cuarto importador a nivel mundial de esta proteína que alimenta a los animales. 

Control sanitario

Aunque lo que preocupa en el campo es la entrada de producto del Mercosur que "compita con diferentes reglas" y suponga una competencia desleal, según han denunciado Asaja y COAG. Es un punto que niegan las fuentes consultadas. 

¿Por qué? Porque seguirán vigentes las normas sanitarias de la UE, que limita los residuos de pesticidas, así como la importación y comercialización de carne tratada con hormonas de crecimiento

Aplicar este control no es lo mismo que aplicar las llamadas cláusulas espejo, que exigirían a los países del Mercosur producir de la misma forma que lo hacen sus colegas europeos, aunque algunas fuentes remarcan que esto vale en ambas direcciones: tampoco los agricultores del Mercosur cuentan con el respaldo de la PAC.

El presidente de Asaja, Pedro Barato, atiende a periodistas en la concentración en Madrid.

El presidente de Asaja, Pedro Barato, atiende a periodistas en la concentración en Madrid. Europa Press

Así las cosas, el énfasis a la hora de explicar el acuerdo se pone también en los mecanismos para proteger a la producción europea de la llegada de ciertos productos. Al respecto, se han limitado las cantidades que se pueden importar del Mercosur con aranceles reducidos para proteger a los llamados "productos sensibles" de la UE: carne de vacuno, ave y cerdo, lácteos, azúcar, arroz, etanol, miel o maíz.

Algunos ejemplos: en el caso del vacuno, se calcula que llegarán al año 99.000 toneladas al año con un arancel del 7,5%. Este volumen con arancel reducido, aseguran desde el Ministerio, "apenas equivale a un solo filete por ciudadano europeo al año". 

En el caso del azúcar, las cantidades acordadas apenas representan el 1,2% del consumo de azúcar de la UE, y en el del arroz, progresivamente se alcanzará una importación anual de 60.000 toneladas del Mercosur con aranceles; esto representa el 2% del consumo europeo del producto.

Freno de emergencia

Además de lo anterior, el acuerdo contempla medidas de "emergencia" para proteger la producción europea. Por un lado, se podrá aplicar una cláusula de salvaguardia bilateral en caso de que el aumento de las importaciones procedentes del Mercosur cause -o amenace con causar- un daño grave a los sectores pertinentes de la UE. 

Asimismo, si el sector agrario en Europa sufre repercusiones negativas por el acuerdo, la UE responderá con una reserva por un valor mínimo de 1.000 millones de euros, una suerte de póliza de seguros.