El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) celebra este miércoles su tercera reunión de política monetaria de 2019 en un contexto bien distinto al que le gustaría. Este debía ser el año en el que, por fin, la entidad podría salir del 'modo crisis' para empezar a normalizar, aunque fuera en parte, su estrategia. Pero no. El pronunciado enfriamiento de la economía europea ha truncado sus planes y la institución presidida por Mario Draghi ha tenido que volver sobre sus pasos.
Lo demostró hace poco más de un mes, en el cónclave del 7 de marzo, la entidad anunció que retrasaba la subida de los tipos de interés hasta "al menos el final de 2019" y que convocaba una nueva ronda de financiación bancaria (que responde a las siglas en inglés TLTRO III). Es decir, venía a constatar que lo de normalizar el precio del dinero, que lleva desde marzo de 2016 en el 0% en el caso de los tipos oficiales y en el -0,40% en el de de los tipos de la facilidad de depósito, y lo de reducir su balance, que constituyen las piezas básicas de la pretendida normalización, todavía tendrá que esperar.
Con estas decisiones aún frescas, todo indica que esta vez el BCE, en un escenario marcado por la persistencia de esa debilidad económica, se lo tomará con más calma. Con un matiz, introducido por el propio Draghi hace dos semanas. En una conferencia que tuvo lugar en Fráncfort el 27 de marzo, el banquero central italiano concedió que los tipos negativos -es decir, los de la facilidad de depósito-, aunque a su juicio necesarios todavía para el conjunto de la economía, pueden generar efectos secundarios perjudiciales que habría que "mitigar, si los hay".
UN RESPIRO PARA LA BANCA
En concreto, Draghi estaba aludiendo al daño que los tipos negativos provocan en el negocio y la rentabilidad de los bancos, por mucho que matizara que "una baja rentabilidad [de la banca] no es una consecuencia inevitable de los tipos negativos". El presidente del BCE abrió así la puerta a la posibilidad de que el BCE alivie parte de la carga que los tipos negativos suponen para el sector, sobre todo la relacionada con la penalización que imponen sobre el exceso de liquidez que tienen las entidades. Ahora, por el dinero de más que los bancos tienen sobre las reservas exigidas, pagan una 'sanción' del 0,40% que se deriva del hecho de que los tipos de la facilidad de depósito estén en el -0,40%. Cuando, como ocurría habitualmente, los tipos de depósito son positivos, los bancos cobran un interés por su dinero sobrante; ahora, con esos tipos en negativo, pagan un interés.
"El escenario está claro: el BCE no tiene previsto subir los tipos de la facilidad de depósito, con lo que buscará fórmulas para que la banca no pague tanto por el dinero que le sobra"
Actualmente, y con un exceso de liquidez que ronda los 2 billones de euros y con esos tipos al -0,40%, los bancos abonan el día más de 20 millones de euros al BCE por el dinero que les sobra. Al cabo de un año, la 'multa' se acercaría a los 8.000 millones. Y desde mediados de 2014, que es cuando los tipos de la facilidad de depósito empezaron a estar bajo el 0%, la suma ronda ya los 19.000 millones de euros.
Para un sector cuya rentabilidad no termina de repuntar, este lastre cada vez resulta más pesado. Por eso el BCE, al mismo tiempo que se ha comprometido con mantener los tipos como están durante más tiempo, estudia como suavizar esa carga. Maneja dos alternativas, principalmente: escalonar el exceso de liquidez para que los bancos no paguen el mismo interés por todo el dinero que les sobre o definir el TLTRO III de un modo que contrarreste el impacto de los tipos negativos.
Draghi podría concretar o al menos presentar sus opciones sobre este asunto este mismo miércoles. "Un aspecto relevante de la reunión será el debate que puedan tener los miembros del BCE respecto al escalonamiento de la tasa de depósito, medida que ya adelantaron que se estudiará en próximas fechas para suavizar el impacto que pueda tener en la banca la política de tipos negativos", constata Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G.
"La rentabilidad de los bancos de la Zona Euro se está erosionando, por lo que [el tipo de depósito del -0,40%] es efectivamente un impuesto de 40 puntos básicos sobre sus reservas, y el BCE está dispuesto a preservar la capacidad de los bancos para poder prestar a la economía", expone Franck Dixmier, director global de renta fija de Allianz Global Investors. Y detalla: "Esto plantea la posibilidad de que el BCE anuncie la implementación de una facilidad de depósito de varios niveles, similar a la establecida por los bancos centrales en Suiza, Japón, Dinamarca y Suecia. Bajo este esquema, el impuesto sobre las reservas adicionales de los bancos se activaría por encima de un umbral que es específico para cada institución".
Para las entidades, sin duda, se convertiría en un respiro dentro de un contexto complicado para su negocio. "Cualquier indicio de que el BCE está considerando la posibilidad de aliviar los tipos de depósito negativos debería apoyar a los bancos que tienen exceso de liquidez", confirma Volker Schmidt, gestor senior de ETHENEA Independent Investors.
Sin salir de la banca, el baile corporativo abierto en el sector también se colará en la cita con el BCE. Las negociaciones entre los alemanes Deutsche Bank y Commerzbank y la posibilidad de que el italiano Unicredit se interese por el segundo son motivos suficientes para que Draghi sea interpelado por estos movimientos y la consolidación que se adivina en la banca europea. Y, con toda seguridad, el riesgo de que finalmente se produzca un 'Brexit' sin acuerdo también surgirá en la rueda de prensa que ofrecerá desde las 14.30 horas.