La última del presidente de EEUU, Donald Trump, en contra de la Reserva Federal va un paso más allá. El mandatario ya no tiene bastante con señalar el camino al organismo monetario, sino que directamente ha apuntado hacia este como el principal causante de los males de la economía estadounidense.
Trump ha lanzado estas acusaciones, fiel a su estilo, a través de una retahíla de mensajes en su cuenta personal de Twitter. El resumen más demoledor es que sentencia que el problema de la economía estadounidense no está en China, sino en la Reserva Federal cuya cura ecomendó a Jerome Powell tras su instalación en la Casa Blanca. Entonces tuvieron lugar los únicos elogios que el presidente ha dirigido hacia el economista.
“Nuestro problema no es China. Somos más fuertes que nunca, el dinero está entrando en EEUU mientras que China está perdiendo miles de compañías que se van a otros países y tiene su moneda bajo asedio. Nuestro problema es una Reserva Federal demasiado orgullosa para admitir su error de actuar demasiado rápido y apretar demasiado”, ha sentenciado el líder republicano en la conocida red social.
El comentario, que viene al hilo de que este miércoles India, Tailandia y Nueva Zelanda han recortado tipos de interés, señala precisamente este camino a la Fed: “Debe recortar tipos más rápido y más fuerte y parar su ridícula normalización monetaria AHORA”. Eso sí, sin olvidar apuntarse el tanto de que “estaba en lo cierto”.
Casi desde el principio de su nombramiento, Trump ha venido cargando contra las decisiones de la Fed y, especialmente, contra la batuta de Powell. Estas críticas se han recrudecido en los últimos meses ante el temor a una fuerte y brusca desaceleración de la economía mundial que deje en desventaja a EEUU frente a otros mercados como el chino.
Mientras que el miedo a la recesión vuelve a campar a sus anchas varios fondos de inversión hablan ya de los riesgos en el mercado de renta fija. En este sentido Pimco, el mayor gestor mundial de bonos, ha alertado de que ve que “pronto” los bonos estadounidenses podrían engrosar la creciente familia de papeles en rentabilidades negativas. De momento, el bono a diez años ha cedido hasta tipos del 1,6%, una cota poco habitual para este papel soberano.