A Pimco, la gestora de referencia mundial en la renta fija, no le gustan los tipos de interés negativos. Ya lo ha venido deslizando en los últimos meses, pero esta vez manifiesta sus recelos de manera aún más clara. “Creemos que la política de tipos negativos podría hacer más daño que bien a las economías y los mercados, debido a su impacto en los bancos, las compañías de seguros y los fondos de pensiones, así como también un posible efecto adverso en el consumo”, argumentan desde la firma.
No niegan, eso sí, que a corto plazo su presencia, combinada con la ampliación del balance de los bancos, puede abaratar los costes de financiación y aportar más combustible alcista a los activos de riesgo. Es justo lo que ya se está viendo en los últimos meses, en los que tanto el Banco Central Europeo (BCE) como la Reserva Federal (Fed) estadounidense han reducido más los intereses y están volviendo a bombear dinero mediante la compra de activos en el mercado, un proceso clave en los nuevos máximos históricos vistos en los principales índices de Wall Street.
Pero el problema no es el corto plazo, sino las implicaciones que las actuales políticas monetarias pueden tener a medio y largo plazo. Y desde Pimco advierten de que pueden ser "dañinas".
"La combinación de una menor rentabilidad y unos precios más bajos en las acciones de los bancos puede ser una fuente de inestabilidad financiera con el tiempo, especialmente si el crecimiento europeo se descalera significativamente otra vez"
Como mayor detalle, el informe de Pimco, elaborado por los gestores Nicola Mai y Peder Beck-Friis, menciona tres perjuicios principales provocados por los tipos negativos.
En primer lugar, destacan que los intereses inferiores al 0% "dañan al sistema bancario". En concreto, apuntan, erosionan su rentabilidad y obligan a las entidades a adoptar decisiones más drásticas, como restringir los préstamos a la economía real o encarecerlos. "La caída del precio de las acciones de los bancos exacerba este proceso", avisan. En este sentido, añaden: "La combinación de una menor rentabilidad y unos precios más bajos en las acciones de los bancos puede ser una fuente de inestabilidad financiera con el tiempo, especialmente si el crecimiento europeo se descalera significativamente otra vez".
En paralelo, y como segundo impacto negativo, subrayan que los tipos negativos "desencadenan desafíos significativos para otras partes del sistema financiero". Y centran sus temores en los planes de pensiones y las aseguradoras, que "ofrecen retornos nominales y rentas mínimas garantizadas para el futuro (...) que son difíciles de cumplir cuando los intereses se vuelven negativos, porque no pueden generar suficiente rentabilidad”.
Y en tercer lugar, y de manera clave, exponen que "los tipos negativos podrían no reducir el ahorro, sino incrementarlo". Es decir, causarían el efecto contrario al que pretenden los bancos centrales, puesto que los tipos negativos son otra herramienta más de su buscada 'represión financiera', con la que quieran empujar a los ahorradores a que no paren su dinero, sino que lo muevan, que lo inviertan, para contribuir a un mayor dinamismo empresarial y económico.
"Las consecuencias no deseadas de los tipos negativos ya son evidentes", concluyen. Y rematan: "Las políticas de tipos negativos no tienen mucho más espacio por delante y su persistencia terminará dañando a los mercados y las perspectivas macroeconómicas".