Cada vez está más claro que ni el Estado ni las comunidades autónomas estaban preparados para la llegada de la crisis que ha supuesto el coronavirus… ni ninguna otra de origen sanitario. Tampoco en los ámbitos públicos y privados. Solo así se explica que los sectores de la sanidad y de los servicios sociales, básicos ante la pandemia, perdieran decenas de miles de puestos de trabajo en el primer trimestre de este pasado, coincidiendo con el avance del Covid-19.
Concretamente, según indican los datos de la encuesta de población activa (EPA), la ocupación en el sector cayó en unas 34.400 personas entre el último trimestre de 2019 y el primero de 2020 (que marzo recibió la epidemia del coronavirus) para quedarse en los 1,7 millones de ocupados.
Esta reducción supone cerca del 2% de los empleados en el sector de actividades sanitarias y de servicios sociales, es decir, los trabajadores dedicados a la atención sanitaria y a las residencias. Y no se trata de un impacto que sea periódico. Si bien es cierto que hay una evolución a la baja entre el último trimestre de un año y el primero del siguiente (que durante el periodo que continúa queda corregido), nunca se da en proporciones tan elevadas.
De hecho, para ver una destrucción de empleo semejante en la rama de actividad de actividades sanitarias y sociales (que es el séptimo que más ocupados pierde en el primer trimestre del año) hay que asomarse al cuarto trimestre de 2017, cuando estos sectores perdieron un 2,8% de sus ocupados (unas 46.000 personas).
Aunque seguramente la EPA del segundo trimestre registre una importante corrección al alza de este fenómeno, por la contratación exprés de profesionales para atender la pandemia en las comunidades autónomas, no deja de ser la constatación de la precariedad de los sectores sanitario y social.
Se trata de una situación que han venido alertando las organizaciones profesionales de ambos sectores y particularmente en el sanitario. Médicos y enfermeras a través de organizaciones profesionales y sindicatos como CESM y Satse han denunciado frecuentemente la temporalidad y que se haya utilizado a estudiantes en fase de residencia para ‘suplir’ el personal necesario.
Más sectores
Pero no es el único dato llamativo que, por sectores, arroja la última EPA. Aunque el de la hostelería es el que más pérdida de ocupados sufrió (un 6,7%, bajó a los 1,5 millones), llama la atención que el segundo ámbito que más cayó es del suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado, que se redujo un 4,3%.
En tercer lugar queda un sector también llamativo, puesto que se ha revelado básico y clave para sostener el abastecimiento de las ciudades durante el confinamiento al que han obligado el coronavirus y el estado alarma. Se trata del ámbito del transporte y el almacenamiento, es decir, la logística. En él, el número de personas ocupadas se redujo un 2,9%.
También sufrieron un importante impacto en sus ocupados los ámbitos de las actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento (con una destrucción del 2,8% de sus puestos de trabajo); el de las actividades administrativas y servicios auxiliares (2,4%), y el inmobiliario (2%).
La peor desde 2013
Cabe recordar que la EPA que se ha dado a conocer este martes supone la peor desde 2013. El paro subió en 121.000 personas, lo que representa un 3,8% más que en el trimestre anterior, y la ocupación disminuyó en 285.600 puestos de trabajo, es decir, que se destruyó un 1,4% del empleo.
Sin embargo, cabe recordar que estos datos solo recogen el impacto de una crisis que luego, en abril, ha continuado aunque según el Gobierno la destrucción de empleo, "histórica" ya, se habría estabilizado.