La Gran Recesión fue traumática para toda una generación de jóvenes españoles. Desde finales de 2007 hasta finales de 2012 se destruyeron 3,5 millones de puestos de trabajo, de los que el 91% estaban ocupados por menores de 35 años. Un drama laboral que hoy corre el riesgo de repetirse por el impacto y la crisis del Covid-19.
A falta de los datos que tiene que proporcionar a finales de este mes la Encuesta de Población Activa (EPA), el paro en menores de 25 aumentó hasta julio un 53% respecto al año pasado, hasta las 343.158 personas. Un crecimiento que se queda cerca de doblar la media general (28%).
Estas cifras se trasladan también a los datos de afiliación de la Seguridad Social. Hasta junio, de los 330.000 empleos destruidos entre los que tienen 16 y 29 años, solo se han recuperado 57.000 personas.
Es decir, que si en las últimas semanas se había recuperado ya un tercio del empleo perdido por el impacto del coronavirus y el confinamiento, en el caso de los menores de 29 años solo se ha recuperado el 15%. La recuperación les da la espalda. “Ha vuelto a ocurrir, se destruyen contratos temporales, que se concentran y permanecen entre los más jóvenes”, explicó José Luis Escrivá, ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones en el Senado.
Sin embargo, en esta ocasión, el fenómeno no es únicamente español. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en un informe, ha alertado de que uno de cada seis jóvenes en el mundo ha perdido su empleo a consecuencia de la epidemia de Covid-19.
Problema estructural
En el caso nacional, la OIT alerta de que las altas cifras de desempleo de este grupo poblacional pueden acabar convirtiéndose en un problema permanente. "España no se puede permitir que un elevado desempleo juvenil se instale de manera estructural, porque representaría un fracaso con desastrosas consecuencias de larga duración para toda una generación", ha indicado Joaquín Nieto, el director del órgano internacional en nuestro país.
Lo peor está a la vuelta de la esquina. María Rodríguez, vicepresidenta del Consejo de la Juventud de España, explica a Invertia que se espera un nuevo impulso a la destrucción de empleo juvenil en la segunda mitad del año.
“Un gran número de jóvenes están cubiertos por los expedientes de regulación de empleo temporales (ERTE) excepcionales”, que han permitido la 'hibernación' de las empresas ante la falta de actividad ocasionada por el confinamiento y que los trabajadores afectados reciban prestaciones con cargo a la Seguridad Social.
“Pero sigue siendo el empleo más vulnerable”, avisa Rodríguez, que recuerda que muchos jóvenes tienen contratos temporales y extremadamente precarios en algunos de los sectores más afectados por la crisis, como la hostelería y el turismo. Por ello, alerta de que cuando acaben los ERTE y las empresas comiencen a cerrar o a despedir, “habrá una nueva caída” del empleo juvenil.
¿Puede España perder, de nuevo, a una generación por la crisis? No es un miedo únicamente nacional. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha alertado de que, si no se toman medidas, los países se pueden arriesgar a que se genere una 'generación Covid'.
En cualquier caso, nuestro país ya entró en 2020 con muchos deberes sin acabar de la anterior debacle económica. Uno de cada tres jóvenes estaba a principios de año en riesgo de exclusión social. Y el 55% de esta población está sometida a contratos temporales o, en su mayoría, de parcialidad forzosa. “Nos nos habíamos recuperado de la crisis aún y hemos entrado en una nueva con menos capacidad que en la anterior, y con menos perspectiva de recuperarnos”, lamenta Rodríguez.
Medidas
Por ello y para abordar la situación actual, no puede pasar lo que ocurrió en la Gran Recesión: las medidas que se tomen se tienen que abordar con prontitud. Las políticas públicas son clave en este aspecto. “Se tiene que crear un nuevo Plan de Empleo Joven. El más ambicioso de la historia, y para ello podemos apoyarnos en los hombros europeos”, explica Rodríguez.
Dentro de este planteamiento (que el Consejo de la Juventud de España presentó durante su comparecencia en la Comisión de Reconstrucción) se encuentra también el fortalecimiento del Fondo de Garantía Juvenil (que facilita la formación o la búsqueda de empleo de los jóvenes), así como una reforma de Ingreso Mínimo Vital (IMV), de manera que esta prestación también la puedan solicitar los menores de 23 años.
La formación también debe ser clave en el abordaje de la crisis. La orientación y la reorientación laboral para jóvenes (una asignatura pendiente de los servicios de empleo públicos) tanto con formación como sin ella es clave, sobre todo hacia nuevos sectores y en “competencias digitales y de la transición ecológica y sostenible”.
“Hay que retroceder al paso anterior, que es la educación”, coincide Isabel Ortiz, directora del Departamento de Innovación Social y Consultoría de Fundación Codespa. “Hay que ver qué necesitan las empresas respecto a la formación que reciben los trabajadores. Hay miles de puestos de trabajo que no se cubren por falta de aptitudes de jóvenes y de no tan jóvenes”.
Incentivos fiscales
También son necesarias medidas más allá de la formación y la reconversión de los itinerarios de búsqueda de empleo, en virtud de lo que necesita el sector privado. “Tiene que haber incentivos fiscales para las empresas en la contratación juvenil”, considera Ortiz quien añade que, a su vez, las empresas también se han de comprometer.
“No solo deben generar empleo, también deben formar al trabajador, hacer un esfuerzo en esta línea y hacerles partícipes de su crecimiento y desarrollo”, explica.
La OCDE, en su último informe, comparte estos puntos de vista. Las Administraciones Públicas tienen que asumir la puesta en marcha de políticas para el fomento del empleo juvenil con incentivos para los empleadores, pero también ellos tienen que tomar responsabilidad de su rol en la situación actual y dar oportunidades a este colectivo.
Todo con el objetivo de que no se repita la historia de hace una década, que no se quede nadie por el camino y que dentro de unos años no tengamos que estar lamentando una 'generación Covid'.