El viernes 28 de mayo, al día siguiente de que el Consejo de Ministros extraordinario aprobara el decreto de prórroga de los ERTE hasta el 30 de septiembre, los mensajes se cruzaban entre líderes del PSOE e, incluso, con algún dirigente de Unidas Podemos. Los textos tecleados eran del siguiente tono: "Si Yolanda no se conecta y el presidente no interviene, Escrivá revienta el pacto", según explican fuentes del entorno del Ejecutivo.
Y es que Sánchez, durante un acto sobre la internacionalización de la economía española, movió la negociación. Y la vicepresidenta Díaz, convaleciente en el hospital precisamente en el día clave, entró telemáticamente para cerrar el punto de encuentro.
El jueves, después de la firma solemne del acuerdo entre los representantes de CEOE, Cepyme, UGT, CCOO, Trabajo, Economía y Seguridad Social, se reunió el Consejo de Ministros en sesión extraordinaria. Se aprobó el decreto, se mandó al BOE... y en la rueda de prensa posterior, se contaron dos versiones de lo ocurrido. Una, que negaba la intervención de Sánchez, porque José Luis Escrivá habría cerrado todo "personalmente con el presidente de la patronal". Y otra, que explicaba que "el Gobierno trabaja mancomunadamente", dijo Yolanda Díaz, y que fue "la comisión tripartita la que lideró el éxito de la negociación".
¿Quién tenía razón? Volvamos a los mensajes cruzados del inicio de esta información. Lo cierto es que sí hubo intervención de Pedro Sánchez para desatascar el pacto. Y que esta hizo falta porque, a pesar de los esfuerzos del lado socialista y del morado del Ejecutivo de comunicar que "la posición del Gobierno es una sola" -como decía la portavoz, María Jesús Montero, en martes-, la realidad es que empresarios y sindicatos se veían reflejados en los planes de Díaz y no en los de Escrivá.
Ese martes, al final del Consejo de Ministros ordinario de cada semana, fuentes del Gobierno habían confirmado que habría prórroga de los ERTE, "con acuerdo o sin él"... aunque daban por hecho que habría pacto.
Un día después, el miércoles, un portavoz del Ejecutivo había explicado en el patio del Congreso que la negociación con los agentes sociales estaba atascada, y que los empresarios se habían levantado de la mesa "sin motivo"... pese a que admitía que el modelo de "ERTE de activación" o a la inversa molestaba no sólo a la patronal, sino también a los sindicatos.
Y el viernes, mientras líderes de un lado y otro del Gobierno comentaban que Díaz había sido "más leal al presidente" que Escrivá en la rueda de prensa, uno de los empresarios de hostelería más importantes de España, Antonio Catalán, se expresaba alto y claro en Antena 3: "Me gusta mucho Yolanda Díaz, y muy poco José Luis Escrivá; ella es sindicalista y sabe lo que pasa en las empresas, él es un técnico, un magnífico funcionario que no tiene idea de gestionar".
Talante y firmeza
Yolanda Díaz se estrenó como vicepresidenta tercera del Gobierno, a principios de abril, admitiendo públicamente lo que había adelantado este periódico, que los ERTE se renovarían "con una fórmula similar a la actual"... y eso que su 'jefa', Nadia Calviño, acababa de confirmar la información de EL ESPAÑOL sobre un nuevo diseño para "acelerar las reincorporaciones" al mercado de trabajo.
Después de anunciarse la bronca, el nuevo talante que ha imprimido la heredera de Pablo Iglesias como líder de Unidas Podemos en la coalición de Gobierno, escondió la polémica de los titulares.
Pero el miércoles, cuando ya estaba convocado el Consejo de Ministros extraordinario que debía aprobar el decreto, la extraña alianza entre el líder de la patronal y "la ministra comunista" triunfó en la mesa de negociación. Eso sí, siempre después de la intervención del presidente Sánchez, tal como confirman fuentes del Gobierno.
El entorno de la vicepresidenta tercera no ha querido responder a las preguntas de este medio a propósito de esta polémica. Pero desde el lado morado del Gobierno se recuerda que una cosa es que las formas hayan cambiado tras la salida de Iglesias, y otra muy distinta es que eso haya cambiado el fondo.
"Más gestión y menos ruido"
"Entraremos en todos los temas que consideremos clave, y las negociaciones serán tan duras como haga falta", apunta un portavoz de Unidas Podemos. Otra cosa es que, de momento, no se lleven las polémicas a la prensa. Ya lo anunció Díaz, en un mitin con Iglesias: habrá "más gestión y menos ruido". También añadieron portavoces de su entorno que eso "no significará que llegue la calma a Moncloa".
Prueba de ello es, por ejemplo, el silencio que está acompañando a la retrasadísima Ley de Vivienda desde la salida del líder de Podemos del Gobierno. Este viernes, de hecho, se cumplieron siete meses desde que Sánchez acordó con Iglesias que sería un proyecto copatrocinado por Derechos Sociales y Transportes, y que incluiría la intervención del mercado del alquiler.
Quien llevó hasta entonces la negociación ahora es ministra, Ione Belarra, y sigue encargándose personalmente de intercambiar papeles con el Ministerio de Transportes de José Luis Ábalos.
En el PSOE quizá piensen que si ahora su socio tensiona menos hacia fuera, hay opciones para que se abandonen algunos postulados. Pero en el entorno morado lo niegan. No hay titulares en la prensa, pero no hay Ley de Vivienda porque Ábalos lleva un mes de silencio, sin contestar a la última propuesta que envió Belarra. Y no habrá acuerdo hasta que esa respuesta incluya la regulación del precio de los alquileres, "como firmaron los socialistas hasta en dos ocasiones".
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