En lo peor de la pandemia, los expedientes de la regulación temporal del empleo (ERTE) y su asociación a ayudas públicas salvaron millones de puestos de trabajo y miles de empresas de desaparecer. De hecho, por lo pronto y tras la puesta en marcha de la reforma laboral, se han convertido en la principal herramienta para la flexibilidad interna de las plantillas. Muy por encima de los despidos colectivos, cuyo uso se va reduciendo poco a poco.
Así lo indica un informe del Servicio de Estudios de UGT sobre los efectos de la reforma laboral elaborado con datos del Ministerio de Trabajo. En los cuatro primeros meses de 2022, los expedientes de regulación de empleo (ERE) se redujeron un 61,7%. Concretamente, los trabajadores afectados por despidos colectivos sumaron unos 7.145.
En cambio, los afectados por ERTE sumaron 18.669. Según indica el texto del sindicato, "aún es pronto para sacar conclusiones o establecer causalidades referentes al posible éxito de la reforma laboral modificando los incentivos que puedan hacer a las empresas decantarse por una u otra modalidad de ajuste del empleo".
"No obstante" -matiza el estudio- "sí hay algunas cuestiones que parecen mostrar los datos estadísticos por ahora disponibles: por un lado, la caída de importancia de los despidos colectivos (...) y, por otro lado, la preferencia de las empresas por la utilización de los ERTE en los dos últimos meses para los que hay datos (marzo y abril), en un escenario marcado por la desaceleración económica y la incertidumbre en el contexto internacional".
El sindicato ha hecho hincapié en esta cuestión, puesto que en marzo y abril fue cuando las empresas empezaron a "afrontar serias dificultades derivadas de la escalada de los costes energéticos" y los paros de los transportistas.
Con todo, es en la contratación indefinida en lo que más destaca la reforma laboral. En lo que va de año (hasta finales de junio), uno de cada tres contratos ha sido indefinido.
La media anual de 1985 a 2021 fue tan solo del 8,1%, y el año con el mayor porcentaje fue 2007, con tan solo un 11,9%. Con estos datos en la mano, el peso de la contratación indefinida se ha multiplicado por cinco.
Esto ha provocado que la tasa de temporalidad caiga "a su nivel más bajo", con un 23,8% de media. Además, esta "incidencia positiva" es aún mayor en el caso de las personas jóvenes (menores de 29 años), cuya tasa de temporalidad en junio de 2022 (33,9%) ha bajado 18 puntos desde diciembre de 2021, y 20,4 puntos respecto de la existente en junio de 2019.
UGT sostiene que, pese al incremento de los contratos fijos discontinuos, esta figura sigue siendo testimonial. Solo la tiene el 6,8% del total de quienes poseen un contrato indefinido, y el 5,3% del total de personas afiliadas en el Régimen General.
Desde la entrada en vigor de las nuevas modalidades de contratación y la supresión de la de obra, a partir de abril y hasta finales de junio, los contratos indefinidos son mayoritariamente de jornada completa (más de 888.999) en términos absolutos, seguidos de los fijos discontinuos (casi de 796.000) y de las contrataciones de jornada parcial (más de 527.000)
Por otro lado, el sindicato sostiene que es pronto para ver los efectos de la reforma laboral en los salarios. Con todo, insiste en que "la reforma ya ha mejorado las condiciones de muchas personas trabajadoras de empresas multiservicios", como ya contó EL ESPAÑOL-Invertia.
"Estas empresas tendrán que aplicar ahora las condiciones salariales de los convenios sectoriales que correspondan a la actividad desarrollada en la contrata o subcontrata en la que realizan sus tareas". Dicho incremento salarial podría situarse entre los 1.000 y 7.000 euros anuales, según el convenio del que se trate.