José María, Cristóbal, Tomás y Helena trabajan en empleos del sector primario que se están viendo afectados.

José María, Cristóbal, Tomás y Helena trabajan en empleos del sector primario que se están viendo afectados. Fotografía cedida a E.E

Empleo Hoy

La carretera, el campo y la pesca, ante el ocaso de la vocación profesional: "Nuestro oficio no atrae a los jóvenes"

Con más de la mitad de la plantilla envejecida y la escasez de jóvenes interesados en estas profesiones, estos sectores ven peligrar su futuro. 

22 junio, 2024 02:20

"Es un trabajo muy esclavo. La gente no quiere estar fuera ni de su casa, ni lejos de su familia tantos días". El que habla es José María, un transportista que acaba de jubilarse tras 40 años al volante. El profesional cuenta a este diario que cada vez es más difícil fomentar el interés por este puesto de trabajo entre los jóvenes.

Con la mayoría de los empleados envejecidos, las empresas buscan sin descanso una mano de obra urgente en extranjeros y en "nuevos profesionales sin exigirles que tengan años de experiencia en el sector", cuenta. 

La falta de jóvenes interesados en los oficios tradicionales está dificultando los procesos de trabajo. Sobre todo los más afectados son el sector del campo, el del transporte de mercancías, la alfarería, e incluso el pesquero. En los últimos años, los nuevos profesionales se han decantado más hacia otro tipo de profesiones con carrera universitaria, dejando de lado los trabajos de esfuerzo físico y difíciles de conciliar con la vida personal.

José María junto a su hijo en una jornada laboral.

José María junto a su hijo en una jornada laboral. Fotografía cedida a E.E

Una de esas razones es la que defiende José María, ya que explica que las nuevas generaciones no quieren trabajar como transportistas porque este empleo "es muy esclavo. Es un oficio en el que no tienes vida social y apenas tiempo para cuidar de tus hijos". En su caso trabajaba de lunes a viernes. Por lo que durante la semana estaba fuera de casa. Además, en muchas ocasiones el trabajo le impedía volver los fines de semana a su hogar. 

El camionero ha contado a EL ESPAÑOL-Invertia lo difícil que es incorporar nuevos empleados al sector. "Las nuevas generaciones te preguntan a menudo cuántos días tienen que estar fuera de casa y si deben trabajar algún finde. Automáticamente, nosotros les decimos la verdad. Y muchos rechazaban el puesto", cuenta. 

Hace seis meses se jubiló y hasta ese momento ha sido autónomo. Desde joven, se ha estado dedicando al transporte de mercancías químicas. Para este empleo se necesita una autorización de mercancías peligrosas.

Comenzó en este trabajo por vocación para seguir con el legado familiar de su padre. Ahora le ha transmitido la misma pasión por el volante a su hijo, que también se dedica a ello. Aunque, esto no suele pasar "porque los jóvenes no se ven atraídos mucho por este oficio", comenta el transportista. 

Aparte de ser un trabajo que requiere mucha implicación, hay más razones por las que las nuevas generaciones no quieren estar al frente de un volante. José María defiende que antes era más fácil sacarte los permisos de conducir que se solicitan para ejercer como transportista.

"Ahora en cambio, han subido los precios y se han puesto más restricciones a la hora de conceder títulos. Es normal que la gente se desilusione y se decante por otro tipo de carreras". 

Si hay pocos jóvenes en el sector, el grupo de autónomos es aún más reducido. "Es difícil sacar adelante una empresa si eres muy joven, tienes que tener un colchón o una solidez para que te concedan un préstamo en el banco". José María cuenta que ser autónomo implica más gastos. Aparte de los permisos de conducir, tienes que tener en regla las licencias de los camiones y estar a menudo pendiente de su mantenimiento. 

La Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM) ha creado un grupo de trabajo con el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible para abordar este problema y encontrar soluciones. "Hemos pedido que se ponga en marcha una campaña pública con el objetivo de hacer más atractiva la profesión", cuenta José María Quijano, secretario general de la confederación. 

Desde la CETM estiman que hacen falta alrededor de 20.000 conductores profesionales. Una encuesta de la Organización Internacional para el Transporte por Carretera (IRU sus siglás en inglés) calcula que la escasez de camioneros se duplicará en Europa en 2028.

Por otra parte, como José María ha indicado, sacarse el carné y los cursos necesarios para conducir un camión suponen un alto coste. Por ello, desde la confederación consideran que con "la Formación Profesional se podría eliminar esta barrera, ya que los jóvenes podrían salir directamente con los permisos necesarios para ejercer la profesión". 

Empresa de José María transportando mercancías por el territorio nacional.

Empresa de José María transportando mercancías por el territorio nacional.

En la actualidad, la oferta de Formación Profesional de transportista es aún escasa y durante los cursos los alumnos no obtienen los permisos de conducir. "Además, si no se trata de FP Dual, finalizan los estudios sin experiencia. Necesitamos que el Gobierno mejore la oferta formativa atendiendo estas cuestiones, ya que de esta manera seguramente encontraríamos más profesionales", reclama Quijano. 

Con la mitad de la plantilla envejecida, el sector está atravesando una grave crisis que si no se erradica "podemos tener problemas de desabastecimiento, ya que el 95% de mercancías se mueven por carretera", termina el secretario general. 

Industria pesquera

Otro de los sectores que está sufriendo una decadencia es el pesquero. Quienes trabajan en el mar tienen de media en nuestro país más de 40 años. En concreto, el 72% de los profesionales. Mientras que solo el 9% es menor de 30, según los últimos datos del Instituto Social de la Marina (ISM). 

Cristóbal (32 años) lleva diecisiete años en la industria pesquera y faena en un barco pesquero en Almería. "Mi padre tenía un barco y años más tarde, adquirí el mío. Decidí seguir con el relevo generacional", afirma. Él es de los más jóvenes de su región. Como cuenta a este medio en su área se está notando bastante la falta de relevo

Este oficio supone un gran esfuerzo físico y por eso Cristóbal defiende que es un trabajo vocacional. Para él, la falta de profesionales está vinculada a las "altas restricciones europeas a las que nos estamos viendo afectados desde hace ya cuatro años". 

Las normativas que llegan desde Bruselas,"han regulado y reducido los días de pesca. Por lo que muchos trabajamos solo cinco meses al año. El resto del año, sobrevivimos con los ingresos del paro", matiza Cristóbal. 

Melchor en la mar, cuando era más joven.

Melchor en la mar, cuando era más joven.

En el caso de Melchor (58 años) empezó en este oficio, como Cristóbal, por tradición familiar. Tras más de 40 años desempeñando el puesto en su tierra natal, Santander, ha podido observar de primera mano su decadencia

Cuando se adentró en el mundo del mar, en los años 80, la flota de Santander era la más grande que había en el norte. En la actualidad, sólo quedan media docena de barcos en la región. "Al final, la pesca en el puerto santanderino va a acabar por desaparecer porque se están jubilando los herederos de los armadores y no hay profesionales que hagan esto", cuenta. 

Ahora como cuenta, muchos jóvenes rechazan este tipo de oficios y los profesionales extranjeros, sobre todo latinoamericanos, se están encargando de sacar adelante el trabajo

Desde la Confederación Española de Pesca (Cepesca) explican que hay una alta tasa de abandono en FP y que gran parte de los titulados optan por trabajar en sectores distintos a la pesca.

Como ejemplo, de los 1.725 recién graduados de puente y de máquinas de las escuelas gallegas náutico-pesqueras en la última década, "hubieran podido dotar de mandos a unos 575 barcos pesqueros. Sin embargo, la mayoría han optado por dirigirse a la Marina Mercante, el turismo y otros sectores", apuntan portavoces de Cepesca. 

Javier Garat, secretario general de Cepesca, aboga porque el Gobierno y las Administraciones públicas "trabajen conjuntamente con los armadores, las escuelas náutico-pesqueras y los agentes sociales para impulsar el relevo generacional y que ni un solo barco deba permanecer amarrado por falta de tripulación". 

El campo ahogado

Situación parecida es la que vive el sector agrario.Tomás (43 años) vive en Ciudad Real y desde que era bastante joven trabajaba en el campo para colaborar en la economía familiar durante los fines de semana, vacaciones, etc. Con 21 años se incorporó a la agricultura como autónomo.

La motivación por trabajar en el campo ha estado vinculada, durante toda su vida, con una tradición familiar. Sus abuelos y padres dedicaron gran parte de su tiempo a labrar la tierra. Como era un oficio que había estado en contacto con él desde pequeño, decidió continuar con ese legado.

El agricultor cuenta a este diario que cuando él empezó en el sector había más jóvenes que querían dedicarse a la agricultura. "La vida estaba organizada de otra manera. Había más ilusión por el campo y los precios del combustible estaban más baratos. Hacías una balanza entre los ingresos y las pérdidas durante esos doce meses y por lo menos, obtenías unos beneficios que te permitían vivir dignamente".

En la actualidad hay un grupo reducido de jóvenes. En nuestro país, hay alrededor de 800.000 personas que se dedican a la agricultura. No obstante, "solo el 1.5% de los trabajadores del campo tienen menos de 25 años. Esto significa que solo 12.000 jóvenes menores de 25 años trabajan en la agricultura", explica Miguel Padilla, secretario general del sindicato agrario COAG. 

 El horizonte en la agricultura se ve bastante negro. Hay poca unión en el sector y para más inri, nuestro producto siempre es perecedero. 

Tomás, agricultor ciudadrealeño

La escasez de jóvenes está impulsando, desde hace ya muchos años, la contratación de mano de obra extranjera. Estos trabajadores, como explica Tomás, llevan años en el sector y están especializados. 

A esto hay que sumarle que el sector agrario está ahogado porque "es el único en el que dependen de los compradores". De hecho, Tomás denuncia que "como tienen escasos compradores mayoristas son ellos los que en realidad fijan los precios de los productos". 

Por otro lado, esta década coincide con la jubilación de la mayoría de trabajadores en el sector agrario de la generación del baby boom. De hecho, como apunta Padilla, 6 de cada 10 agricultores entrarán en edad de jubilación.

En los próximos 10 años, se necesitaría que se incorporasen cerca de 200.000 agricultores "para responder al número de jubilaciones previstas. Y la media anual de incorporaciones en los últimos años no supera ni los 10.000 trabajadores", matiza el secretario. 

Tomás en sus cultivos.

Tomás en sus cultivos. Fotografía cedida a E.E

La escasez de relevo generacional en el sector agrario puede tener varias consecuencias graves a largo plazo. Una de ellas sería que la menor cantidad de trabajadores "puede llevar a una disminución en la producción agrícola y terminar afectando a la seguridad alimenticia. Además, sin jóvenes que cojan el relevo, muchas tierras agrícolas pueden quedar abandonadas y como repercusión se reduciría la superficie cultivada". 

Como apuntan desde COAG, la falta de relevo podría tener un impacto económico grave en las áreas rurales. De hecho, "la economía rural sufriría por la disminución de la actividad agrícola y con ello, afectaría a otras industrias y servicios dependientes del sector". 

Para mitigar estos efectos, "se deberían ofrecer ayudas económicas, subvenciones y créditos blandos para jóvenes que deseen iniciarse en la agricultura, además de facilitar el acceso a la tierra a través de políticas de arrendamiento y compra", aclara Miguel Padilla. 

También, desde el sindicato están a favor de implementar una nueva Política Agraria Común (PAC) que apoye "el relevo generacional y priorice los apoyos a los verdaderos profesionales del campo", explica Padilla. Y, ¿cómo podría efectuarse esa medida? "Pues se debería limitar el acaparamiento de agua y tierras por grandes corporaciones y fondos de inversión especulativos", termina. 

La alfarería a punto de desaparecer 

El sector alfarero está a punto de desaparecer, ya que no quedan apenas profesionales que se dediquen. Helena Santos (44 años) es una alfarera y ceramista que desde muy pequeña ha estado vinculada a este oficio artesano. En concreto más de 20 años. La profesional de Yepes (Toledo) aprendió a tratar la arcilla gracias a la ayuda de Dolores Coronado, una de las ceramistas más reconocidas de la región. Más tarde, Helena abrió un taller para formar a futuros profesionales e introducirlos en esta profesión tan longeva. 

Cuando Helena comenzó a trabajar como alfarera, había cuatro ceramistas en la comarca de Ocaña. Sin embargo, a día de hoy, solo queda ella en la zona. Esto ocurre en parte porque la industria de la cerámica está sustituyendo a la mano de obra. ¿Qué quiere decir? Que este tipo de objetos se están elaborando a través de moldes, herramientas y maquinarias que aceleran los procesos de producción

"Nuestro futuro como artistas está dentro de la restauración y la gastronomía. Estamos empezando a trabajar para restaurantes privados, creando sus vajillas e intentando dar clases para formar a nuevos artistas", explica la profesional. 

Helena Santos en una jornada laboral elaborando un botijo.

Helena Santos en una jornada laboral elaborando un botijo.

Sin embargo, a pesar de su ímpetu por atraer a los jóvenes, Helena explica que no hay relevo generacional en esta profesión. Hace una década mis clases estaban llenas de alumnos, actualmente no llegan ni a diez. "Un panorama bastante desolador", lamenta. 

Los sectores como el agrario, la pesca o la alfarería no son los únicos que están afectados por un panorama donde cada vez resulta más complicado encontrar aprendices. Zapateros, carpinteros e incluso relojeros también denuncian la falta de jóvenes interesados en su profesión. 

El futuro del mercado laboral español aún es incierto. Con la jubilación de los trabajadores de estos sectores y la inexistencia de relevo, muchos empleos acabarán desapareciendo, si nada lo impide. Una alternativa es la de reinventarse, como ha hecho Helena, que ha tenido que encaminar su futuro hacia otro puesto de trabajo.