Montaje mujeres trans.

Montaje mujeres trans. Arte E.E

Empleo Hoy

Sara, Niurka y Ama, tres mujeres 'trans' discriminadas: "He tenido que coger la baja laboral por depresión"

El 77% de los casos de rechazo hacia el colectivo LGTBI+ en el entorno laboral lo sufren las mujeres transexuales.

23 junio, 2024 02:04

"Travesti", "maricón", "no vales para nada". Estos son algunos de los insultos y vejaciones a las que se ven expuestas a menudo las personas transexuales en su vida cotidiana. Este acoso puede llegar hasta el entorno laboral, en el que el colectivo tiene que soportar un rechazo constante que perjudica su salud mental. Algunos llegan hasta la depresión y necesitan solicitar la baja médica.

Este es el caso de Sara (nombre ficticio), una mujer trans de 29 años entrevistada por EL ESPAÑOL-Invertia, que prefiere mantener su anonimato. Ha sido víctima de acoso y violencia verbal de manera continuada en varios puestos de trabajo. Una serie de situaciones que le han llevado hasta el extremo de intentar suicidarse en varias ocasiones. 

Las personas transexuales son, dentro del colectivo LGTBIQ+, las que más discriminación sufren en el entorno laboral. El 42% de ellas ha pasado por esta situación en al menos una ocasión.  

Pero la cosa empeora cuando hablamos de las mujeres transexuales. Ocho de cada diez han sufrido discriminación o acoso laboral, según datos de la agencia de derechos fundamentales de la Unión Europea (FRA).

"Las personas trans sufren discriminación incluso antes de empezar a trabajar. En los procesos de selección muchas son descartadas por el simple hecho de ser trans", explica David Senabre, portavoz de la Federación Estatal LGTBI. 

Ante estas evidencias, Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, pondrá en marcha un real decreto que obligará a las empresas de más de 50 trabajadores a formar a sus plantillas en derechos LGTBIQ+.

De esta manera, se pretende erradicar el acoso para que trabajadoras como Sara se sientan respaldadas por la empresa y seguras en su entorno laboral. 

Ejercer la prostitución 

Sara sabía quién era desde muy pequeña. A los nueve años comenzó su transición. Vivía en Almería con sus abuelos, que se encargaron de criarla porque sus padres murieron muy jóvenes. En esos momentos, decidió ocultar su cambio de identidad porque pensaba que no le iban a entender.

"Eran personas bastante mayores, con patologías, y no quería hacerles daño. Cuando fallecieron empecé con la hormonación y a hacer mi cambio físico, porque el interno ya lo había hecho prácticamente desde que tengo uso de razón", relata. 

Cuando terminó bachillerato, en 2013, decidió probar suerte en Madrid. Pero, cuando llegó a la capital, fue peor de lo que esperaba. Por entonces, había mucha desinformación sobre el colectivo trans. Y, fuera por esa razón o no, no le aceptaban en ningún trabajo. Ni para ser barrendera. 

Fue un momento de su vida que prefiere olvidar, pero no puede. No tenía ni para comer y no tuvo otra alternativa que ejercer la prostitución. Fue una etapa que la dejó traumatizada. Tuvo que vivirla muy joven, explica.

Hay muchos doble moralistas que solo nos quieren condenar a la prostitución. Son los mismos que nos consumen y que luego nos cierran las puertas de su empresa.

Sara

"Con apenas 19 años tuve que vivir la prostitución. Estaba sola y desamparada en un polígono sin saber qué me podía encontrar. Pero no tenía alternativa. Era eso o morirse de hambre. La sociedad me obligó a tener que hacer algo que jamás en mi vida habría imaginado", lamenta, recordando aquellos momentos.  

Con el paso de los años, conoció a varias mujeres trans en ONG y fueron ellas las que la ayudaron a "conseguir un hueco en su mundo y a poder ganarse la vida". Así lo hizo, impartiendo cursos, haciendo voluntariados y participando en prácticas de hostelería.

Sara ha vivido la discriminación y ha escuchado insultos tránsfobos durante toda su vida. Esta violencia verbal continuada la ha llevado a intentar quitarse la vida. "He estado más de una vez ingresada. Y hubo un momento en el que los médicos decidieron incapacitarme porque me diagnosticaron un trastorno depresivo".

A día de hoy, sigue teniendo recaídas y se está recuperando de los ataques que sufrió en su último puesto de trabajo. 

Ha estado trabajando en una cadena de distribución donde los compañeros le han hecho "la vida imposible". En el momento de su contratación, la empresa ya era consciente de su incapacidad. "Iba con agonía y miedo a mi puesto de trabajo. Sentía unos escalofríos. Soltaban cada barbaridad por la boca... Comentarios totalmente fuera de lugar", relata. 

Durante el primer mes ocupó funciones de recepcionista y todo "fluyó positivamente". Sin embargo, cuando pasaron los meses decidieron cambiarla de departamento. Y, entonces, empezó su calvario. Terminó en el muelle, el almacén donde los transportistas traen las mercancías. Un área donde la mayoría del equipo era hombres

"En un principio quisieron intentar ligar conmigo, pero yo soy una persona muy seria y profesional en el trabajo. Solo voy a ejercer mi función y nada más. En el momento en el que notaron el rechazo por mi parte, empezaron los insultos", relata. Era un acoso continuo. Sara recibía comentarios como "travelo, maricón, mira como va vestido el travesti".

Llegó un momento en el que no pudo soportarlo y recurrió a la empresa para pedirles ayuda. "Les comenté la tesitura de todo lo que estaba pasando. Y lo único que me dijeron fue que me tomara el día libre y que al día siguiente cogiera la baja voluntaria. No hicieron nada", denuncia. 

Tras varias crisis de ansiedad, y después de estar cansada de recibir múltiples rechazos, su doctora de cabecera le concedió la baja laboral. Todo esto ocurrió hace un año y a día de hoy Sara aún sigue tocada.

La mujer sufre depresión y tiene muchas secuelas del acoso. La violencia que recibía a diario la dejó totalmente hundida. Teme interactuar con personas desconocidas e incluso salir a la calle.

Por este motivo, Sara está totalmente a favor de la medida que quiere poner en marcha la ministra de Trabajo. "Ojalá se puedan erradicar este tipo de conductas que acaban con nuestra salud y que te provocan un grave estrés emocional. Si hay un reglamento o hay algún tipo de multa se podrá controlar", dice.

Amplia experiencia en hostelería

Ama (43 años) ha tenido mejor suerte que la anterior protagonista. Esta mujer ha logrado un puesto de trabajo como desarrolladora de software en una ONG. Sin embargo, para llegar a tener un trabajo estable ha pasado por un largo camino de espinas. 

Desde joven ha estado vinculada con la hostelería. Tenía una amplia trayectoria en el sector y encontraba fácilmente un puesto de trabajo. Pero todo se truncó cuando se expresó libremente.

"El enfoque de las entrevistas de trabajo cambió, la forma de tratarme, mi experiencia ya daba igual. Me decían que les preocupaba como se lo iban a tomar los clientes. Desde ese momento, me empezaron a dar largas y no me llamaban", cuenta Ama. 

En una entrevista le dijeron que "no les importaba mi identidad. Pero, cuando solicité el vestuario femenino, me contestaron: 'esto no puedes hacerlo aquí, como te vas a poner eso. En tu casa puedes hacer lo que quieras, pero aquí no'". Tuvo que esconderse para poder sobrevivir y para que no la volvieran a tratar como antes, "mostrando una imagen que la sociedad espera".

El orgullo 2023 desde las alturas.

El orgullo 2023 desde las alturas. E.P

Tras una incesante búsqueda de trabajo llegó a la Federación Estatal LGTBI+ que le ayudó a reconducir su vida. A través del programa 'Yes we trans' que proporciona apoyo a las personas del colectivo en la reinserción laboral, consiguió formarse y encontrar un empleo. La federación le ofreció una beca y estudió un grado de desarrollo de software

Ahora, trabaja en una ONG con una jornada laboral de 35 horas semanales. En su empleo tiene un modelo híbrido, tres días asiste a la oficina y los dos restantes, teletrabaja.

Ama explica a este diario que llega cada día a la oficina con una sonrisa, porque su entorno de trabajo es un espacio LGTBI seguro, "en el que puedes expresarte y vestir como quieras. Hay hasta baños neutros. Estos pequeños detalles para nosotras son todo un mundo".

"Por algo se empieza, es bueno que la gente comience a normalizar que hay personas trans en la sociedad y que al final son iguales que el resto", expone. 

Para Ama, la medida que quiere implantar el Gobierno es muy beneficiosa para avanzar en los derechos del colectivo LGTBIQ+. "Estos protocolos van a concienciar a la gente. De hecho, es necesario formar al departamento de Recursos Humanos porque son el punto de contacto de la empresa con los nuevos empleados. Deben estar formados para poder afrontar entrevistas de trabajo, contratar nuevo personal y educar a los nuevos empleados", reclama. 

Ama se siente muy agradecida por el apoyo que ha tenido por parte de la federación. Si no les hubiera encontrado, "todavía seguiría con una vida precaria y teniendo que ocultar mi identidad de género. Y además siendo infeliz porque el efecto que produce la negación y el desprecio de la identidad por parte de la sociedad es muy fuerte", sentencia. 

Vinculada a 'Yes we trans'

Niurka ha cuidado el programa 'Yes we trans' como si de un hijo se tratara. Esta mujer ha sufrido la discriminación en sus propias carnes y por eso decidió empezar con este proyecto de la Federación Estatal LGTBI+. 

La profesional estudió teología y un máster especializado para ejercer como profesora de religión. "Una vez acudí a una entrevista de trabajo y al principio todo fue bien porque estaban encantados conmigo. Sin embargo, cuando les comenté que no tenía mi título porque estaban haciendo el cambio de nombre y les expresé mi identidad, todo cambió", manifiesta Niurka. 

"Me dijeron que luego me llamarían y por supuesto nunca lo llegaron a hacer. La profesionalidad la tenía y estaban encantados, pero los sesgos y la discriminación se activan cuando te expones", relata a este diario.  

Después de recibir rechazo tras rechazo tuvo que encauzar su vida. Ahora ofrece formaciones, charlas sobre teología y es la vocal de empresas de la Federación Estatal LGTBI+. "Las personas trans tenemos una capacidad de resiliencia para sobrevivir y levantarnos porque no es la primera vez que nos pasa. La vida sigue, no te puedes quedar en el sitio, hay que continuar hacia delante", afirma.

Niurka es teóloga y a día de hoy dirige el programa 'Yes we Trans' de la Federación LGTBI+

Niurka es teóloga y a día de hoy dirige el programa 'Yes we Trans' de la Federación LGTBI+ Fotografía cedida a E.E

Y entonces llegó a su vida el programa 'Yes we trans', que como cuenta Niurka, "nació desde la impotencia y la rabia de ver a estas personas sin hogar, sin futuro, por el simplemente hecho de haber expresado libremente su identidad". 

Sí que es cierto que "había organizaciones que intentaban reinsertar a personas en riesgo de exclusión, pero eran programas que se quedaban en la primera fase. Estos hacían mucho hincapié en la formación, sin embargo, no las lanzaban al mundo laboral porque es un desafío entrar a las empresas. Nosotros hemos roto ese techo de cristal y hemos entrado en el espacio", precisa la vocal de Empresas de la Federación. 

'Yes we trans' es el primer programa a nivel estatal para la atención del colectivo. Tiene dos líneas de actuación. Por un lado, como explica Niurka, hace un seguimiento de las entrevistas para que puedan tener mejores oportunidades en el mercado laboral. En la actualidad, la bolsa de empleo está formada por más de 1.000 personas de edades diferentes, distintas procedencias y diversos niveles formativos. 

Otra de las columnas importantes del programa es estar pendiente de las empresas. A estas instituciones "les ofrecemos todo un proceso en el que les proporcionamos seguimiento, materiales y formación", matiza. 

Además, son las propias personas trans, que han vivido esas experiencias, las que ofrecen los cursos de sensibilización. Porque en muchos momentos, "han hablado en nuestro nombre personas externas al colectivo. Y eso, no nos representa", denuncia. 

Las personas trans como Sara, Ama y Niurka están constantemente en plena búsqueda de empleo. Sin embargo, en la mayoría de los casos, cuando las empresas descubren que su nombre no es el que aparece en su DNI, las rechazan. 

Este grupo tan vulnerable del colectivo LGTBIQ+ vive a menudo situaciones extremas. Con los programas de reinserción laboral y el real decreto que quiere sacar adelante Díaz, desde el Gobierno pretenden acabar con el acoso.

De esta manera, "se evitará que las personas que se incorporen al trabajo por sus habilidades y capacidades dejen de ser una presa fácil de comentarios vejatorios", reflexiona Niurka.