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Imagen de un trabajador de reparto Agencias

Empleo Hoy

Nueve de cada diez personas que se han incorporado al mercado laboral en los tres últimos años son inmigrantes

El ritmo de crecimiento de la población activa de extranjeros es más elevado que el registrado durante los tiempos de la burbuja inmobiliaria.

20 septiembre, 2024 02:36

El boom del empleo tras la pandemia tiene un causante claro: la inmigración. Desde el año 2021, nueve de cada diez personas que se han incorporado al mercado laboral —ya sea trabajando o buscando una ocupación— tienen nacionalidad extranjera. De hecho, el aumento anual promedio de la ocupación de extranjeros supera en estos momentos al registrado entre 2000 y 2008, durante la burbuja inmobiliaria.

Si el empleo es uno de los principales motores de la economía, como defienden desde el Gobierno, la inmigración es su combustible. Entre el segundo trimestre de 2021 y el de este año, España ha sumado 1.137.498 personas activas; de ellas, el 90,5% son de terceros países. Es decir, que más de un millón de las personas que se han incorporado al mercado de trabajo son extranjeros.

De acuerdo con el análisis de Fedea y BBVA Research en su Observatorio Trimestral del mercado laboral relativo al segundo trimestre de este año, sólo durante el periodo comprendido entre 2014 y 2019 los inmigrantes tuvieron más peso en el crecimiento de la población activa. Sin embargo, se trata de un lapso de tiempo de escaso dinamismo del mercado laboral.

En esos cinco años, casi 275.000 personas se sumaron a la población activa, pero más de 300.000 españoles salieron de esa cuenta. Es decir, el crecimiento sólo se mantuvo por la incorporación de más de medio millón de inmigrantes al mercado laboral.

Sin embargo, si se compara con el último periodo de expansión económica antes del actual, el boom inmobiliario, cuando muchos inmigrantes llegaron a España para trabajar en la construcción, el trienio 2021-2024 sí presenta un mayor dinamismo en la incorporación de población extranjera.

Entre el año 2000 y 2008, el 60,7% de las personas que se incorporaron a la población activa eran extranjeros. En total, tres de los cinco millones de trabajadores que ganó el marcado laboral durante esos años de bonanza económica. En cualquier caso, queda lejos del 90,5% registrado en los últimos años.

En el caso de la población ocupada —las personas que están trabajando—, el peso de los inmigrantes en el crecimiento de los últimos años no es tan elevado, aunque siguen siendo mayoría. Entre 2021 y 2024, el 58,9% de los nuevos trabajadores procedían de terceros países. En este caso, sí es el máximo de la serie histórica.

De los casi 2 millones de nuevos trabajadores, 1.158.782 son extranjeros. Para encontrar una proporción parecida hay que retroceder, de nuevo, hasta la época del boom inmobiliario. Entre 2000 y 2008, España sumó 5,5 millones de personas activas, de los cuales 2,6 millones procedían de terceros países.

Más allá de la fuerte presencia de inmigrantes en el mercado laboral español, Florentino Felgueroso, investigador de Fedea, ha resaltado durante la presentación del Observatorio Trimestral que la segregación laboral entre los trabajadores extranjeros ha caído respecto a la ola migratoria del año 2000. De acuerdo con Felgueroso, los extranjeros ocupan puestos de trabajo "en todo el abanico ocupacional".

"La inmigración en esta segunda fase ya no vienen a hacer lo que no queremos nosotros, sino que, además, viene a relevar puestos de trabajo para los que no tenemos población", ha subrayado el investigador de Fedea.

No obstante, la mayoría de los trabajadores de nacionalidad extranjera se concentra en tres ocupaciones: empleo doméstico, camareros asalariados y personal de limpieza, que representan el 30% de las ocupadas con nacionalidad extranjera.

Por su parte, Raquel Carrasco, profesora de la UC3M e investigadora de Fedea, ha señalado que el salario bruto de los inmigrantes de fuera de la Unión Europea es un 30% inferior al de la población local. Sin embargo, esto también se debe a que, en general, son más jóvenes, tienen menos nivel de estudio y trabajan más a tiempo parcial y en empleos menos cualificados, como la construcción.

Si se descuentan todos esos factores, ha apuntado Carrasco, "sólo permanece un diferencial del 6%", un porcentaje que sería atribuible a la "discriminación" que puede sufrir la población migrante.