El inicio del año de la economía española ha sorprendido a casi todos. Siempre hay quien acierta, pero en esta ocasión, la mayor parte de los expertos y analistas auguraban una ralentización del crecimiento provocado por la incertidumbre política y el contexto internacional complicado. La realidad ha demostrado que la economía ha sido inmune a la política y ha seguido creciendo con fuerza en el inicio del año. El ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, ya ha anticipado que su previsión de crecimiento para este año del 2,7% podría quedarse corta y que estaría más cerca del 3% al cierre del año.
Fitch también cree que su previsión se quedaba corta, por lo que acaba de revisar al alza su estimación de crecimiento del PIB para este ejercicio, que pasa del 2,6% al 2,8%. Una tasa que volvería a dejar a España como uno de los países punteros de la eurozona en crecimiento, a pesar del brexit, las debilidades internas y la volatilidad de los mercados.
Los indicadores de confianza de los consumidores alcanzaron en 2015 sus niveles más altos desde el inicio de la crisis financiera lo que ha ayudado a encarar las prolongadas incertidumbres políticas domésticas
Fitch califica de “boyante” la recuperación de la economía española, eso sí, advierte que es algo “cíclico” y que se basa, principalmente, en el ritmo de crecimiento del consumo privado. La creación de empleo tiene este efecto sobre la economía que favorece el consumo y, por lo tanto, retroalimenta la creación de nuevos puestos de trabajo. Este es un círculo virtuoso que permite al país encarar con optimismo un contexto tan complejo. “Los indicadores de confianza de los consumidores alcanzaron en 2015 sus niveles más altos desde el inicio de la crisis financiera lo que ha ayudado a encarar las prolongadas incertidumbres políticas domésticas”, indica la agencia.
“El consumo privado proporcionará la mayor contribución al crecimiento del PIB”, explica Fitch, “los hogares se están beneficiando del crecimiento de la renta disponible, debido, principalmente a los precios bajos de la energía y la caída del desempleo”. El gasto en consumo creció un 3,1% en 2015 y en 2016 Fitch espera un avance del 3%, prácticamente igual al del ejercicio anterior.
Hasta la inversión ha conservado un ritmo de crecimiento elevado en el inicio del año, aunque algo inferior al de 2017. “La combinación de la mejoría en la previsión económica y de las condiciones financieras van a mantener la confianza de las empresas en el futuro”, indica Fitch. En 2015 la inversión avanzó un 6,4% y para este año anticipa un ritmo de crecimiento del 4,1%.
Fitch estima que el gasto público volverá a aumentar este año (y así lo apunta también el propio Gobierno), sin embargo, su contribución al crecimiento del PIB será inferior, como bien se refleja en el gráfico.
En 2017 todo cambia
Las perspectivas tan halagüeñas de Fitch para este año se tuercen a partir de 2017. La agencia de calificación estima que la economía se ralentizará con fuerza ese año, hasta crecer un 2,2%, esto es un ritmo de crecimiento seis décimas menor al previsto para 2016 y dos décimas inferior a la previsión del Gobierno. Para 2018 el escenario se complica más, ya que el Gobierno confía en que el ritmo del PIB vuelva a acelerar hasta el 2,5% mientras que Fitch augura que se seguirá ralentizando hasta el 2%.
La economía española se frenará algo en el medio plazo al tiempo que el exceso de capacidad en la economía es absorbido gradualmente
La recuperación cíclica que está experimentando la economía se verá lastrada por los problemas estructurales del país. Por ejemplo, en el mercado laboral: “La economía española se frenará algo en el medio plazo al tiempo que el exceso de capacidad en la economía es absorbido gradualmente”, indica Fitch. Esto es, una vez que las empresas lleguen a su tope de capacidad o el exceso de oferta en el mercado laboral se reduzca (en especial de mano de obra cualificada), lo que eran vientos de cola podrían convertirse en turbulencias.
La inflación tampoco repunta y generará presiones sobre el sector empresarial. Fitch estima que el IPC no superará el 0% durante todo el año. Sin embargo, sí que espera una cierta aceleración de la inflación subyacente, esto es, sin contabilizar el efecto de la energía y los alimentos frescos.