El primer ministro, Shinzo Abe, ha anunciado este miércoles un plan de estímulo económico valorada en más de 28 billones de yenes (243.000 millones de euros al cambio actual) con el objetivo de apuntalar la economía nipona. De los 28 billones, unos 13 billones serán medidas puramente fiscales.
Se trata de una cantidad gigantesca, equivalente a una cuarta parte del Presupuesto Pública que maneja el Gobierno nipón para este 2016. La partida ya era récord: 96 billones de yenes, de los que 23 billones (o un 24%) estaban completamente destinados al pago de intereses de la deuda del país, situación que está reduciendo su margen de maniobra en materia fiscal.
El Gobierno está en una posición difícil con exceso de fondos limitados y es probable que tenga que emitir nuevos bonos para pagar por un gran paquete de estímulo fiscal. "Los ingresos fiscales no están aumentando, y los fondos para un presupuesto adicional se limitan," dijo Yasunari Ueno, economista jefe de mercado de Mizuho Securities, en declaraciones a Bloomberg.
El fracaso de Abenomics I
Algunos economistas han criticado la idea de un nuevo paquete de gastos, diciendo que el país fuertemente endeudado necesita reformas económicas estructurales y la desregulación más de la infraestructura actualizada.
El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recomendado a Japón aplicar las políticas de estímulo del llamado "Abenomics" de manera más gradual y flexible, además de mostrar un mayor compromiso con la consolidación fiscal y reformar su mercado laboral.
El primer subdirector gerente del organismo, David Lipton, afirmó que Japón aún debe trabajar para lograr un crecimiento sostenido (el informe pronostica un aumento del PIB del 0,5% para 2016 y del 0,3% para 2017) y una subida de la inflación de en torno al 2% como la que se han propuesto el Gobierno nipón y el Banco de Japón (BoJ). Pese al enorme programa de compra de activos de la entidad emisora implementado desde 2013, el FMI prevé que los precios suban un 0,2% y un 0,6% este año y el siguiente.