El candidato republicano a la Casa Blanca, Donald J. Trump, ha prometido una “revolución impositiva” y una “revolucion energética” en un discurso en la alicaída Detroit en el que ha presentado su plan económico, envuelto en el mismo manto nacionalista que ha definido su candidatura presidencial.
“Serán manos norteamericanos las que reconstruyan este país, y será energía norteamericana, extraída de fuentes norteamericanas, la que alimente al país. Serán trabajadores norteamericanos los que serán contratados para hacer el trabajo”, ha prometido Trump.
El Americanismo, no el globalismo, será nuestro credo
La presentación en sociedad de Trumponomics estuvo acompañada por manifestantes que han interrumpido el discurso del candidato republicano. Al igual que el discurso que ha brindado en la convención Nacional Republicana, a fines del mes anterior, Trump ha decidido ahora seguir un discurso que ha leído desde un teleprompter.
Algunos de los temas de su discurso ya los había tocado en otros mensajes anteriores. Trump ha dividido su plan en cuatro áreas: reforma impositiva, comercio exterior, energía y políticas regulatorias.
Trump le ha dado al capital nacional y a los trabajadores norteamericanos un lugar central en su plan. El magnate inmobiliario ha prometido recortar las regulaciones estatales, simplificar el sistema impositivo, recortar el impuesto a la renta tanto para las empresas, como para los ricos y las familias de bajos ingresos y dar luz verde a la explotación de todas las fuentes energéticas, levantando las restricciones a los combustibles fósiles –sobre todo, al carbón– que el gobierno de Barack Obama había impuesto para iniciar la transición hacia una “economía verde”, y en respuesta al acuerdo climático de París.
Pondremos a los trabajadores del acero y el carbón a trabajar de nuevo
El magnate ha puesto en duda las conclusiones científicas sobre el calentamiento global. "Pondremos a los trabajadores del acero y el carbón a trabajar de nuevo", ha señalado.
Menos impuestos de renta
El republicano ha propuesto recortar el impuesto a la renta en todas las escalas e implementar tres variantes, de 12, 25 y 33 por ciento. Trump ha dicho que ese recorte beneficiará, sobre todo, a las familias de clase media, pero sus críticos afirman que es un plan para beneficiar a las corporaciones y las familias más acomodadas.
Trump ha reiterado también una de sus promesas centrales de campaña: revisar todos los acuerdos de libre comercio, incluido el NAFTA, frenar el avance del Tratado de Asociación de Transpacífico (TPP) y ser mucho más duro a la hora de aplicar sanciones comerciales a China.
El candidato a la presidencia de los Estados Unidos ha asegurado también que, apenas asuma la presidencia, frenará todas las regulaciones nuevas de las agencias federales.
Es hora de quitar el ancla que nos hunde. Al asumir el cargo, voy a imponer una moratoria temporal a las regulaciones.
Detroit fue una elección casual. La ciudad, quebrada, es un icono del declive que han vivido algunos rincones del país a manos de la globalización. Trump ha recurrido otra vez al tono distópico que ofreció en Cleveland, cuando aceptó la candidatura presidencial de los republicanos, al afirmar que “los rascacielos se fueron a Pekín” mientras las fábricas y los barrios de Detroit “se desmoronaron”.
“El acero norteamericano volverá a levantar nuevos rascacielos altísimos”, ha prometido el candidato, que ha retrocedido mucho en las encuestas. “Vamos a poner metal norteamericano de nuevo en la columna vertebral de esta nación”, ha afirmado.