Otra tienda que nos han cerrado en el barrio. Este lamento ha sido muy común durante la crisis. Muchos comercios se han visto obligados a echar el cierre, pero no sólo se puede culpar a la coyuntura económica, a la liberalización de horarios o a la competencia. El propio cambio de los patrones de consumo de la población también ha afectado decisivamente al cambio de las pequeñas tiendas familiares y regionales, por grandes firmas de la distribución. Pusieron un Mercadona en mi barrio y muchas tiendas terminaron cerrando, es otro comentario común. No era la crisis económica, o no sólo la crisis, si había demanda como para permitir el funcionamiento de un supermercado.
Este cambio en los patrones de consumo se ha producido igualmente en otros sectores que no son el de la alimentación. Por ejemplo, en la industria textil. Hoy casi nadie compra en la tienda del barrio, el consumidor prefiere firmas como Zara.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan el gran cambio que ha experimentado el consumo en España durante la crisis. Para realizar el análisis, lo primero es comprender que la situación económica ha lastrado las ventas a nivel general: el Índice de Comercio Minorista refleja una caída del 12%. Estos datos son en términos reales, esto es, se elimina el efecto de la evolución de los precios, que para unos productos han subido y para otros han caído. También se eliminan los efectos de la estacionalidad, ya que el calendario marca el ritmo de las compras a lo largo del año.
Sin embargo, las ventas no han caído para todos. En el caso de las grandes cadenas de distribución, aquellas que tienen más de 25 trabajadores o más de 50 locales, la facturación ya ha vuelto a superar los niveles que tenía al inicio de 2008, antes de que estallara la crisis financiera. Ahora sus ingresos son casi un 10% superiores, según los datos del INE, lo que demuestra que la crisis no ha sido tal para todos.
De hecho, el sector apenas redujo sus ventas ni en los peores años de la recesión. En el año 2010 su volumen de facturación fue superior al del año 2008 (datos corregidos de calendario e inflación) y sólo entre 2012 y 2013 tuvieron un pequeño bajón. Descenso que coincide con la reforma laboral y la segunda gran oleada de despidos de la crisis (la primera fue entre 2008 y 2010). Estos datos explican que a pesar de las dificultades económicas, las grandes marcas de la distribución hayan seguido expandiendo su negocio por España.
Ya no es lo que era
Mientras la gran distribución capeaba el temporal, las pequeñas firmas regionales y de barrio aceleraban la pérdida de clientes. En su caso, el cambio de los patrones de consumo se unió a las dificultades económicas y financieras. En muchos casos llegaron hasta tal punto de que tuvieron que echar la persiana. No es extraño si se tiene en cuenta que han perdido uno de cada cuatro euros de ingresos en estos años.
Los pequeños grupos de distribución, esto es, los que no superan los 25 locales ni los 50 empleados, han reducido sus ventas en más de un 27% desde el año 2008, según los datos del INE. Por su parte, las empresas unilocalizadas, esto es, las que tienen sólo un punto de venta, han perdido algo más del 26% de su negocio.
Una de las causas que muchos encontraron fue la de la moda de los centros comerciales. Las grandes superficies ofrecen una gran variedad de ocio y comercio y han proliferado en España en las últimas dos décadas. Sin embargo, las cifras del INE demuestran que, si bien atraen a muchas personas, su volumen de negocio no se ha disparado en absoluto. De hecho, ha caído, algo más de un 9% desde el inicio de la crisis.
‘Se necesita dependiente’
La caída de las ventas ha terminado por afectar a la ocupación en el sector de la distribución minorista. En total se han destruido casi un 6% de los puestos de trabajo. Sin embargo, no ha afectado igual a todas las modalidades de distribución. En las cadenas hay en torno a un 5% más de empleos de los que había antes del inicio de la crisis. Este sector ha sido uno de los que ha aumentado su demanda de trabajadores durante estos años tan complicados.
Sin embargo, el resto sí que han destruido empleos, aunque a un ritmo menor del que cayeron sus ventas. La peor parte se la llevaron las grandes cadenas, donde la ocupación ha caído casi un 22% desde el año 2008. En las empresas unilocalizadas apenas se han perdido el 2,5% de los puestos de trabajo. También en las grandes superficies se ha destruido empleo, en total, uno de cada diez empleos de los que había al inicio de la crisis.