Gastar por encima de la ley no supone gastar más de lo que se tiene. O eso es lo que pretende hacer ver el delegado de Economía de Carmena, Carlos Sánchez Mato, al ministro de Hacienda en funciones, Cristóbal Montoro.
El Ayuntamiento de Madrid ha aprobado su Plan Económico Financiero para 2016 y 2017, un documento que marcará –si el Ministerio de Hacienda lo permite– las líneas generales del presupuesto que elaborará la alcaldesa de la capital para el año que viene. Un aumento del gasto social de más de 363 millones de euros sitúa el plan de Carmena lejos de la legalidad al incumplir con creces la regla de gasto recogida en la Ley de Estabilidad Presupuestaria.
La regla de gasto prohíbe a las Administraciones Públicas elevar su presupuesto por encima del crecimiento potencial (para este año, un 1.8%), lo que limita la discrecionalidad de las políticas económicas. Ahora Madrid quiere elevar su gasto público para 2016 en 1.000 millones de euros y en 200 millones más para 2017. Este aumento no cumple de ninguna manera con la regla de gasto, por lo que el Consistorio ha decidido computar el remanente de tesorería como parte del gasto de 2015. De esta forma, consigue elevar el punto de partida la ejecución presupuestaria de 2015 y elevar más el gasto de 2016 y 2017 sin saltarse la ley.
Sin embargo, el Ministerio de Hacienda ya ha advertido al Ayuntamiento que esta jugarreta no es asumible y que el cálculo de la regla de gasto se realiza sobre la base del Presupuesto del año anterior. Con esta estrategia, el Consistorio eleva el cálculo del gasto de 2015 en unos 400 millones de euros (que equivalen a 15 de cada 100 euros de su gasto). Sin embargo, Hacienda insiste en que el Ayuntamiento tiene que destinar este superávit a pagar su abultada deuda o a ahorrarlo y así reducir la deuda neta de todos los madrileños.
Esto es como si una familia pretende reformar el baño después de haber pagado la hipoteca del mes y se le prohíbe
Sánchez Mato no tiene la misma opinión que los responsables de Hacienda y ha querido ser gráfico para responder a las críticas de PP y Ciudadanos: “Esto es como si una familia pretende reformar el baño después de haber pagado la hipoteca del mes y se le prohíbe”. El responsable de Economía del Consistorio asegura que a pesar de traspasar la regla de gasto, las líneas que propone garantizan la estabilidad de las cuentas del Ayuntamiento “gracias al superávit previsto”. Los socialistas han hecho posible la estrategia financiera de Carmena para el año que viene dando un giro a la postura que mantuvieron hace unos meses. Ahora Madrid ha aceptado su enmienda –instar al Gobierno de España a que haga una excepción en la regla de gasto con los Ayuntamientos que presenten superávit– a cambio de su apoyo.
Hacienda dispone dos meses para anunciar si acepta o no el plan financiero de Carmena. A tenor del comunicado de Montoro del pasado 23 de septiembre –cuando conoció las intenciones de Ahora Madrid– la respuesta será negativa. Pero Sánchez Mato mantiene sus aspiraciones. Al fin y al cabo, tampoco el Ministerio está cumpliendo con la Ley de Estabilidad, ya que el déficit del Estado está disparado por las políticas electoralistas del PP de bajar los impuestos antes de las elecciones del 20 de diciembre.
No aprendemos
Ahora Madrid no comprende por qué, teniendo recursos suficientes, la Ley de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera (LOEPSF) impedirá que aumente su gasto público al mismo ritmo que los ingresos. “Imagínense esta situación: Una ciudad tiene necesidades sociales acuciantes que atender y dinero para hacerlo. Pero hay una ley que solo le permite destinar una cantidad ínfima a esas carencias”, explica el consistorio.
Unas declaraciones que que ponen en duda cuánto han aprendido los líderes políticos de la crisis económica. La regla de gasto se creó precisamente para evitar que las distintas administraciones públicas aumenten su presupuesto en las fases expansivas del ciclo económico al mismo ritmo que elevan sus ingresos, ya que cuando se acaba el crecimiento y se reducen los ingresos, hay que recortar o asumir el déficit. La regla de gasto responde al más puro keynesianismo: si en las épocas de bonanza se contiene el gasto, se puede hacer una política expansiva durante las crisis.
El Ayuntamiento alega que tiene los recursos necesarios para afrontar este aumento del gasto y que, aun así, podrá mantener el superávit. Estas alegaciones recuerdan a lo que ocurrió entre 2004 y 2007. En esos cuatro años de la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, los ingresos del Estado y del resto de las Administraciones Públicas se dispararon un 45%, en gran medida por los impuestos que generaba la construcción. Animados por el optimismo económico, los distintos líderes políticos decidieron disparar también su gasto público, que avanzaron en este periodo casi un 40%.
En esos años, el gobierno socialista presumía del aumento del gasto público que había logrado y, además, manteniendo el superávit, que superó los 20.000 millones de euros en 2006 y 2007. Todo cambió en 2008 cuando llegó la crisis y los ingresos por impuestos se desplomaron. Entonces llegó el déficit desbocado, los recortes y el crecimiento de la deuda hasta niveles históricos.
Para evitar este escenario se creó la regla de gasto, que limita el incremento de los presupuestos al crecimiento potencial de la economía. Esto significa que no obliga a que se produzcan recortes, sino que limita el aumento indiscriminado del gasto. Es cierto que la interpretación de la regla de gasto es complicada y que ha generado mucha polémica, pero la filosofía de la norma es clara: controlar el gasto en los ciclos expansivos. Así se explica que Hacienda no permita que el Ayuntamiento de Madrid (y el resto) gasten todo lo que quieran, aunque tengan recursos para ello.
La regla de gasto es absurda: limita los gastos de una administración perfectamente saneada y perfectamente capaz de llevar a cabo nuevas y mejores políticas
Ahora Madrid lamenta que exista esta regla de gasto y aboga por eliminarla, ya que la considera “absurda”, ya que “limita los gastos de una administración perfectamente saneada y perfectamente capaz de llevar a cabo nuevas y mejores políticas”. Una vez más, en las épocas expansivas los gobernantes quieren emplear los recursos cíclicos para elevar el gasto. La maltrecha Ley de Estabilidad Presupuestaria, que se han saltado prácticamente todas las Administraciones, vuelve a estar amenazada.
El PSOE se ha comprometido a instar a Hacienda a que haga una excepción con los ayuntamientos que estén en superávit, aunque tengan deuda acumulada, como es el caso de Madrid. Pero hacer una excepción no sería tan fácil, ya que sería necesario cambiar la Ley con el objetivo de desvirtuar la regla de gasto, ya que su función principal es controlar los presupuestos en las fases expansivas del ciclo. Una vez más, cuando hay recursos, los gobernantes quieren gastárselos.