"En nuestras reuniones no discutimos de política ni tenemos en cuenta a la política para nuestras decisiones". Así de contundente se mostró la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, tras la última reunión del organismo monetario. Las acusaciones a la FED del candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, de beneplácito a Clinton de cara a las elecciones del próximo día 8 de noviembre han vuelto a poner en escena el ‘mito’ sobre sus actuaciones en año electoral.
Algunos analistas esperaban que la Fed subiera tipos en su última reunión, sin embargo, esto no se produjo. De hecho, la propia Reserva Federal estimaba en sus previsiones que a estas alturas los tipos de interés estuviesen por encima del 1%, circunstancia que aún no se ha producido y se mantienen en niveles de entre 0,25-0,5%.
Subir los tipos de interés implica que el dinero se encarece y, por tanto, la inversión y acceso al crédito acarrean un mayor coste, lo que puede implicar cierta inestabilidad y volatilidad en los mercados financieros. Cualquier fluctuación de los tipos de interés hace que este sea un tema delicado justo antes de una cita electoral.
Hay quien cree que la Fed decidió no tocar el ‘precio del dinero’ para evitar esta inestabilidad que se genera en los mercados a menos de dos meses para las elecciones presidenciales. Una situación así hubiese afectado a las pretensiones de la candidata demócrata, Hillary Clinton y hubiese dado argumentos al candidato republicano, Donald Trump, para criticar la política económica de la Casa Blanca.
Hay que recordar que la Fed es un organismo independiente de los organismos gubernamentales del país norteamericano pero sus mandatarios son designados por la Casa Blanca y aprobados por el Senado. "Quiero conducir una entidad que no sea política", aseguró Yellen en rueda de prensa tras la última reunión.
¿Un organismo 'politizado'?
Trump ha manifestado en alguna que otra ocasión que Yellen mantiene los tipos de interés para así abaratar el dinero y de ese modo ayudar a la popularidad del partido demócrata, preparando la subida de los tipos para después de las elecciones. De hecho, durante el primer debate presidencial, el magnate afirmó que “la Fed realiza actuaciones políticas”. Esta declaraciones ponen muy complicada la continuidad de Yellen en el organismo económico en caso de que el magnate llegue a la Presidencia de los EEUU.
Lo cierto es que analizando los movimientos de tipos en los últimos procesos electorales, hay que remontarse hasta 2008 para encontrar variaciones. En ese año, en el que Barack Obama ganó sus primeras elecciones, la Fed, comandada por Ben Bernanke, redujo los tipos de interés del 4% al 0,25% en siete movimientos, uno de ellos apenas 8 días antes de la llamada a las urnas.
Ahora bien, para desmentir la tesis de que no se producen subidas de tipos en los años electorales, hay que remontarse hasta el proceso electoral del año 2004, periodo en el que se produjeron hasta cinco subidas de tipos. En ese ejercicio, la Reserva Federal aumentó un 1,25% el precio del dinero, realizándose la variación más cercana al proceso el 21 de septiembre. Pero hay que añadir también que la Fed realizó otra subida del 0,25% apenas ocho días después de la cita con las urnas.
La misma tónica se repite cuatro años antes, previo al primer mandato de George W. Bush. Ese año la Fed incrementó en hasta 1,5 puntos los tipos de interés hasta situarlos en el 6,5% en tres subidas, aunque muy alejadas del periodo electoral celebrado en noviembre, ya que el último movimiento se produjo en mayo.
Si nos remontamos hasta 1980, en todos los procesos electorales ha habido movimientos de tipos. El año con mayor fluctuación del valor fue 1988, año en el que tras dos bajadas a comienzos de año, se produjeron un total de ocho subidas en las que los tipos de interés se elevaron en 1,87 puntos, hasta el 8,75%.
Wall Street y las elecciones
Otro ‘mantra’ sobre los años de proceso electoral es la inestabilidad en Wall Street. La realidad es que desde 1980 y salvo en la ‘era Obama’, el cuarto trimestre del año siempre ha sido positivo para el índice Dow Jones. La subida más moderada se produjo en 1984 cuando el selectivo sólo obtuvo unas ganancias del 0,4%. Por contra las mayores alzas se anotaron en el año 1996, en pleno periodo de expansión del ciclo económico donde el índice ganó casi un 10%.
En el mandato de Obama, los resultados no fueron ni mucho menos satisfactorios. Tras su llegada a la Casa Blanca, en pleno desplome económico, el selectivo se hundió en el último trimestre casi un 20% (19,2%), golpeado por la quiebra de Lehman Brothers. Tras la reelección, la caída se suavizó y el Dow Jones cayó un 2,48%, año convulso e inestable ya que, después de subir un 8% en el primer trimestre, y un 4% en el tercero, tanto en el segundo como en el cuarto se registraron pérdidas de un 2,5%.
No obstante, es destacable que en el histórico bursátil del año electoral, salvo en 1996 siempre que ha habido subida en el tercer trimestre, el cuarto siempre ha presentado peores registros.