“I want to take a moment today to remind my fellow Republicans that it is not only acceptable to choose your country over your party – it is your duty” Arnold Schwarzenegger
Las palabras del ex gobernador de California, Schwarzenegger, confirmando que no apoyará a Trump, reflejan el pensamiento de muchas personas que han apoyado al partido republicano en Estados Unidos durante décadas y que se llevan las manos a la cabeza con cada nueva ocurrencia o comentario derogatorio del candidato.
Un problema fundamental del debate en Estados Unidos es que se ha vuelto políticamente rentable acudir al proteccionismo como solución a unos problemas que no tienen nada que ver con ello (lean 'El legado de Obama y los retos de Clinton o Trump').
Los mensajes populistas de Hillary Clinton ya los conocemos y los hemos analizado en multitud de ocasiones. Subir impuestos no va a reducir el déficit. Sus estimaciones de ingresos adicionales -$1 billón- son inalcanzables y además la historia demuestra que esa expansión recaudatoria no se ha dado nunca vía represión fiscal. Tampoco va a mejorar el endeudamiento de EEUU, y continuar con los desequilibrios económicos de los últimos ocho años, cuando tras más de $20 billones de estímulos el país crece a menos de la mitad de su potencial, es peligroso.
Pero me parece alarmante la facilidad con la que se aceptan las mentiras proteccionistas de Trump como dogmas. Y son mensajes que se repiten -curiosamente- en Europa por populistas anti-comercio de izquierda y derecha.
El candidato afirma que “millones de puestos de trabajo se han ido a otros países por acuerdos como el NAFTA y por China”, destruyendo el sector manufacturero.
Sin embargo, la producción manufacturera de EEUU es un 54% superior a la que tenía el país cuando NAFTA empezó a funcionar en 1994 y un 27% superior a cuando China se unió a la Organización Mundial del Comercio en 2001 (Steve Chapman, Chicago Tribune). El desempleo en el sector manufacturero se encuentra en un 4,2% , incluso si analizamos el U-6 (desempleo que muchos consideramos el real en EEUU), veremos que está muy por debajo de los niveles de 1994 y por debajo de 2001.
Incluso si aceptamos la cifra de “puestos de trabajo perdidos en el sector manufacturero”, y deducimos la parte que viene de mejoras en productividad, algo que no explica Trump es cómo va a recuperar esos puestos de trabajo vía aranceles y represión legislativa. La bajada de impuestos que propone puede ser una respuesta si -y solo si- se mantiene la apertura económica con el resto del mundo.
La propia Organización Mundial del Comercio alerta de que las medidas proteccionistas están llevando a una caída del comercio global. Los principales países en pérdidas de exportaciones y caída de importaciones están sufriendo en cuanto a crecimiento económico, y con ello, empleo doméstico también, por ese aumento del proteccionismo. Lo que no dice Trump es que sus propuestas pondrían escollos al crecimiento del país, de las industrias y, como se ha demostrado desde 1928, no sólo no protege los trabajos dentro de las fronteras, sino que no atrae los “perdidos” y se pone en peligro el empleo nacional.
Frases falsas
Frases como “Ford se va de EEUU, y miles de empleos se han escapado de Michigan, Ohio”, alarman, pero son falsas. El propio CEO de Ford, Mark Fields, mostraba que no se había perdido un solo puesto de trabajo. Y el desempleo en Michigan (4,5%) y Ohio (4,7%) está por debajo de la media nacional.
Desde el 94 (Nafta) las exportaciones de EEUU se han más que triplicado y desde 2001 (China en la OMC), más que duplicado.
Su perspectiva proteccionista de otros sectores ignora el efecto positivo muy superior de otras áreas. Por ejemplo, “la política de Obama y Clinton contra el carbón ha destruido más de 50.000 puestos en la industria del carbón en Michigan” es mentira e ignora el efecto positivo del gas y petróleo o de la energía renovable. Michigan no produce carbón y sus empresas eléctricas emplean desde Bush a menos de 20.000 personas. Los ciudadanos norteamericanos pagan hoy menos por la gasolina, la electricidad y el gas natural (en términos reales) que en 1994.
Pero es que la industria del petróleo y gas ha creado más de 2 millones de puestos de trabajo directos e indirectos, y es el principal motor de haber pasado de ser el mayor importador de crudo del mundo a uno de los mayores productores, reduciendo el déficit energético hasta ser un país autosuficiente en gas y casi en petróleo (incluyendo el de Canadá y Golfo de México). Sin embargo, Trump dice que “nuestro país está perdiendo mucho en cuanto a energía”. En total, la industria del petróleo y gas y las renovables en EEUU han creado más puestos de trabajo directos e indirectos que los “perdidos” en la del carbón. 50.000 puestos “perdidos” comparado con más de dos millones y medio en petróleo y renovables y el déficit comercial se ha desplomado gracias a menores importaciones de crudo.
Lo que no dice Trump es que, si decidiese aumentar las medidas proteccionistas, la inversión y el empleo en energía también sufrirían. Volver a Carter trae el desastre de Carter.
El uso del populismo
El plan fiscal de Trump puede ser atractivo, pero sin un plan de recorte de gasto es un suicidio. La propia Tax Foundation estima que el plan podría reducir los ingresos fiscales del país en unos 4 billones de dólares. Con el crecimiento económico adicional, esa cifra de ingresos “perdidos” se reduce a la mitad. Eso es bueno. Pero no deja de tener el problema de que el gasto público quiere aumentarse.
La falacia de Trump es que fía todo el diferencial al mantra de imprimir dinero y -ojo- “reestructurar la deuda como lo he hecho yo en mis empresas”. Vamos, caer en las falacias de Podemos o Syriza. Está demostrado que imprimir no reduce la deuda (EEUU la ha aumentado un 121%), y que reestructurar tiene un impacto devastador en la confianza y en el acceso a deuda de empresas y familias (“las consecuencias reales del impago”). Trump debería saber que lo que hace a la deuda de EEUU un activo de bajo riesgo y al dólar moneda de reserva es la confianza en su solvencia a nivel global. Y debería saber que el efecto sobre empresas y familias del inflacionismo siempre es depresor a medio plazo… Porque es de lo que está acusando -con razón- a Obama o Clinton.
Como ya explicamos aquí, el problema de los planes de Clinton y Trum es que ignoran la productividad. Una porque lo fía al mantra del gasto público, y otro porque ha creado su fortuna precisamente en sectores de baja productividad y acudiendo al apalancamiento.
Las soluciones mágicas siempre parecen muy atractivas. El populismo -en el que cae Clinton también, ojo- ofrece soluciones fáciles y aparentemente radicales a problemas muy complejos. Pero el proteccionismo agresivo y falaz del que hace gala Trump va en contra de los valores tradicionales del partido republicano. Libre comercio, iniciativa privada y bajos impuestos se ha sustituido por proteccionismo, intervencionismo y -al menos eso sí-, bajos impuestos… Pero sin moderación del gasto.
Pero la idea de que vamos a exportar más y crecer más poniendo límites y barreras a que los demás comercien con nosotros es simplemente infantil. Pensar que EEUU -cuyas principales empresas son multinacionales globales- va a beneficiarse de poner trabas al comercio es algo que simplemente no funciona.
Creer que vamos a exportar más diciéndole a otros que no nos vendan es peor que ingenuo. Es peligroso.