La región belga de Valonia ha desoído el ultimátum de la Unión Europea y ha mantenido este lunes su 'no' a la firma de un acuerdo de libre comercio entre Bruselas y Ottawa (CETA, por sus siglas en inglés), apoyado por los otros 27 países miembros e incluso por el Gobierno federal belga. El primer ministro belga, Charles Michel, ha admitido que su país no puede firmar en estos momentos el CETA por el veto valón.
"Le he dicho oficialmente al (presidente del Consejo Europeo, Donald) Tusk que no tenemos acuerdo", ha anunciado Michel en rueda de prensa. Desde la reforma constitucional de 2009, las regiones belgas tienen poder de veto en materia de acuerdos internacionales. Y el CETA necesita el apoyo unánime de los 28 para firmarse.
Pese al 'no' de Valonia, ni Tusk ni el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, han querido cancelar todavía la reunión entre la UE y Canadá prevista para el 27 de octubre en Bruselas, en la que estaba previsto firmar el tratado comercial. Ello indica que las presiones a Valonia seguirán en los próximos días. "Creemos que la cumbre del jueves todavía es posible. Animamos a todas las partes a encontrar una solución. Todavía hay tiempo", ha escrito Tusk en su cuenta de Twitter tras hablar por teléfono con Trudeau.
Las objeciones al CETA
La UE había dado de plazo a los valones hasta este lunes para tomar una decisión final, algo que no ha sentado nada bien a los políticos regionales. "Cada vez que se intenta plantear un ultimátum, eso hace imposible mantener discusiones serenas, eso hace imposible el debate democrático", ha lamentado el presidente de Valonia, el socialista Paul Magnette.
De nada han servido los contactos de emergencia mantenidos durante el fin de semana por la Comisión con el Gobierno de Valonia, ni tampoco la intercesión del presidente de la Eurocámara, el también socialista Martin Schulz. Schulz se reunió el sábado con Magnette para tratar de convencerle de las bondades del CETA, que según los dirigentes comunitarios es el acuerdo comercial más avanzado que ha firmado hasta ahora la UE.
El presidente del parlamento valón, André Antoine, ha esgrimido cuatro objeciones principales contra el CETA: la existencia de tribunales de arbitraje por encima de las jurisdicciones nacionales; el desequilibrio del acuerdo en materia agrícola a favor de Canadá; la escasa protección a las denominaciones de origen belgas; y el cuestionable valor jurídico de las garantías ofrecidas por Bruselas en los últimos días.
La incapacidad de la UE de lograr un consenso sobre el CETA ha indignado a Canadá y amenaza la credibilidad de la política comercial comunitaria. "Para Canada es evidente que la UE ahora no es capaz de firmar un acuerdo internacional ni siquiera con un país que tiene valores tan europeos como Canadá, con un país tan amable y paciente como Canadá", dijo el viernes al borde de las lágrimas la ministra de Comercio, Chrystia Freeland, que había viajado a Valonia en un intento final de salvar el tratado.