España tiene un grave reto demográfico que amenaza directamente al sistema público de pensiones. Todos los países lo tienen, pero en España es, si cabe, más grave, dado el efecto de la generación del ‘baby boom’ que está a punto de jubilarse y del rápido incremento de la esperanza de vida. Sin embargo, los expertos reunidos en el marco de las conferencias organizadas por EL ESPAÑOL por su primer aniversario, coinciden en que a la hora de hablar del futuro de las pensiones no se puede valorar sólo el problema demográfico. Existen otros factores, como los niveles de revalorización, el empleo o la productividad, que contribuirán, en último término, a solucionar o agravar la situación.
1. La productividad. Como explica Ángel de la Fuente, director de Fedea, “generalmente pensamos que el problema de las pensiones es puramente demográfico, pero no ha sido así a lo largo de la historia”. Fedea está realizando un estudio en profundidad sobre las pensiones y ha adelantado la primera parte en este coloquio. En este informe muestra que el problema del sector público de pensiones se debe principalmente al bajo crecimiento de la productividad de la economía española. Más de la mitad del deterioro de la salud financiera del sistema se ha producido porque, en los últimos 20 años, el incremento de la productividad ha sido nulo, lo que afecta a los salarios y a la renta del país y, en definitiva, a los ingresos de la Seguridad Social.
“Durante los últimos 20 años, la productividad media no ha crecido”, ha apuntado de la Fuente, “por eso hay otro factor sobre el que podemos actuar para solucionar el deterioro de la salud financiera del sistema, la productividad, empezando por la educación y llegando hasta la buena gestión de las empresas y la buena regulación”.
La sociedad no puede obviar que la productividad ha jugado un papel más relevante que la demografía a la hora de planificar el futuro del sistema de pensiones. Rafael Domenech, economista jefe de economías desarrolladas de BBVA Research, explica que el estado de bienestar actual, incluido el sistema público de pensiones, “es un termómetro de la economía”, esto es si hay crecimiento con ganancias de productividad y creación de empleo, el estado de bienestar se puede sostener. Por este motivo, indica que “a corto y medio plazo es importante crear empleo y que sea lo más productivo y lo más estable posible”.
2. El sistema de cuentas nocionales. Es imposible anticipar hoy cuál será la evolución de las pensiones en el futuro, pero, lo que sí se sabe es que serán más bajas en comparación con el salario medio. “En el futuro tendremos 15 millones de pensionistas y para mantener el sistema actual, necesitaríamos 27 millones de cotizantes”, señala Rafael Domenech, esto es, en torno a un 50% más de los que hay actualmente.
Como no sabemos si lograremos estimular el empleo y la productividad a un ritmo suficiente como para mantener el sistema actual, Domenech propone crear un sistema de cuentas nocionales en el que cada cotizante conozca, en todo momento, qué parte de la renta futura le corresponderá. No se puede saber cuál será la renta total en el futuro, pero sí se puede conocer qué parte de toda la renta del país le corresponderá cuando se jubile.
El objetivo de esta propuesta es aumentar la transparencia para que cada trabajador tome conciencia de su situación. “Hay que hacerlo lo antes posible, porque necesitamos conocer los derechos y las obligaciones futuras”, señala Domenech, “en función de lo que cada uno ha cotizado, le corresponderá una parte de la renta futura; si la tarta es más grande, nos tocará una parte mayor y si es más pequeña, será inferior”, remarca el analista de BBVA Research.
3. La solidaridad. José Antonio Herce, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI) pone sobre la mesa un problema que entronca directamente con la conciencia social: “La mal entendida solidaridad intergeneracional”. El sistema de pensiones que tiene España es de reparto, esto es, los cotizantes actuales pagan las pensiones actuales y el único derecho que consiguen es el de recibir una pensión en el futuro en función de los cotizantes que haya en ese futuro. Esto es lo que se considera la solidaridad entre generaciones: la actual paga las pensiones de la anterior con la esperanza de que la siguiente generación pague la suya.
Herce apunta que el envejecimiento de la población exige que los trabajadores interioricen las consecuencias del envejecimiento de la población. “Entramos cada vez más tarde en el mercado laboral porque sabemos que tenemos que dotarnos de mayor capital humano, y queremos jubilarnos pronto”, explica. El resultado es que trabajadores que han “unos lustros” quieran cobrar una pensión de jubilación “por décadas”. Para el profesor, es fundamental que haya un cambio en la conciencia social y también individual: el envejecimiento tiene que responderse con una prolongación de la edad de trabajar. Los jóvenes de hoy vivirán 100 años, no se pueden jubilar a los 65 años como se hacía hace un siglo, remarca Herce.
De hecho, el sistema de pensiones actual es más que solidario. Si se tiene en cuenta lo que cotizó la generación que ahora está cobrando una pensión, el resultado es que las pensiones tendrían que caer, en especial las más bajas, hasta situarse en torno a la mitad. “Las pensiones mínimas, hoy por hoy, son las más beneficiadas por euro cotizado”, remarca Herce.
4. La educación financiera. Uno de los mayores problemas a la hora de hablar de pensiones es el bajo nivel de conocimiento que tiene la sociedad sobre las pensiones y, en general, sobre la economía y las finanzas. Por este motivo, una de las recomendaciones fundamentales de los expertos hacia los políticos es que impulsen la educación financiera. “Este tiene que ser el primer paso”, señala Luis Miguel Ávalos, director del Área de Seguros de Unespa.
“Estamos moviéndonos en el mundo en el que el estado tendría que reaccionar”, explica Ávalos, por lo que “se necesita un sistema amplio de educación financiera”, que vaya desde qué hacer con el ahorro hasta tomar conciencia de la gravedad del reto que tiene España por delante. “Las soluciones van a ser difíciles”, reconoce, pero advierte: “Hoy la sociedad tiene unos postulados muy demagógicos”, por lo que sería necesario promover la educación financiera y un debate reflexivo para adoptar las decisiones del futuro que tanto urgen.
5. El ahorro privado. Sophie del Campo, directora general para Iberia y Latinoamérica de Natixis Global AM expuso durante el coloquio los resultados de un estudio elaborado por Natixis en distintos países sobre el futuro de las pensiones. Los resultados son más que preocupantes: España se sitúa en el puesto 37 de los 43 países analizados y, por si fuera poco, no deja de perder posiciones año a año.
Para frenar este deterioro, del Campo expuso las soluciones que existen en los países con mejor puntuación en este ránking y, una de las más importantes, es el ahorro privado. “No hay ningún país de Europa donde los pensionistas no tengan acceso a pensiones privadas”, ya sea a través de planes de pensiones, fondos u otro ahorro financiero. En este sentido, la educación financiera tiene que estimular el ahorro entre los españoles.
En los países punteros, los planes de empleo de las empresas juegan un papel fundamental dentro del ahorro privado. Esto consiste en que las compañías detraen una parte del salario de los trabajadores para invertirlo en un plan de pensiones o en un instrumento financiero similar. Del Campo señala que es fundamental “que las empresas participen de manera activa a complementar las pensiones con un plan de ahorro, ya que es una forma de obligar al ahorro financiero”.
6. Valentía y unidad. Todos los expertos coincidieron en reclamar valentía y unidad a los dirigentes políticos para que afronten este problema que es fundamental para la economía española. “En las últimas dos reformas de las pensiones, el partido que estaba en la oposición no apoyó las medidas”, denuncia de la Fuente, “necesitaríamos que todos se pusiesen de acuerdo, ahora los cuatro, no dejar solo al que no le queda más remedio que hacer frente a esta reforma porque es el que está gobernando”.
A esa valentía y unidad que reclaman los expertos, Herce añade que la sociedad española ya demostró tener madurez en el pasado para acoger reformas ambiciosas, como fueron las de 2011 (PSOE) y 2013 (PP). “En este país se han hecho dos reformas de las pensiones muy valientes y la respuesta de la sociedad ha sido muy moderada”, señala Herce, “atengámonos a este precedente: la sociedad puede vencer por un momento la ignorancia deliberada que tiene sobre las pensiones. Estoy convencido de que lo vamos a hacer”.