El Banco Central Europeo (BCE) dispara su munición contra el coronavirus. La institución dirigida por Christine Lagarde ha aprobado este jueves otra ronda de estímulos monetarios cuyo objetivo es amortiguar el impacto económico de la pandemia en la eurozona y evitar el colapso financiero. Un paquete que incluye una inyección masiva de liquidez barata para los bancos con el fin de que mantengan el crédito a las empresas con problemas y un refuerzo del programa de compra de deuda con 120.000 millones de euros adicionales este año.
Sin embargo, el BCE ha decidido no rebajar los tipos de interés, que ya se encuentran en territorio negativo. En concreto, el tipo de interés general se mantiene en el mínimo histórico del 0%, mientras que el tipo de la facilidad de depósito, la remuneración de los bancos por aparcar su exceso de liquidez en Fráncfort, se queda en el -0,5%.
Para empezar, Lagarde anuncia una ronda urgente de operaciones de refinanciación a largo plazo (LTROs, por sus siglas en inglés) cuyo objetivo es "proporcionar apoyo inmediato de liquidez al sistema financiero de la eurozona". El BCE asegura que de momento no ha detectado signos de tensión en los mercados de dinero o problemas de liquidez en los bancos, pero asegura que esta barra libre de liquidez barata servirá "de red de seguridad eficaz en caso de necesidad".
A partir de junio de 2020 y hasta junio de 2021, el BCE lanzará nuevas inyecciones de liquidez condicionadas a que los bancos aumenten sus préstamos a la economía real (TLTROs). Su objetivo es sostener el crédito a los más afectados por el coronavirus, en particular a las pymes. Las condiciones serán muy favorables para las entidades, con tipos negativos. Es decir, el BCE pagará a los bancos por prestar.
En paralelo, el departamento de supervisión del BCE ha anunciado que relajará los requisitos de capital para los bancos y les permitirá gastar sus colchones de liquidez con el fin de que puedan seguir cumpliendo su papel de financiar la economía real.
En cuanto al programa de compra de deuda, Lagarde ha aprobado un sobre extra de 120.000 millones de euros de aquí a final de año. Esta cantidad se suma a las adquisiciones de 20.000 millones al mes que el BCE ya está realizando y pondrá especial énfasis en la deuda privada. "Esto apuntalará unas condiciones de financiación favorables para la economía en tiempos de elevada incertidumbre", apunta el comunicado de Fráncfort. El BCE seguirá además reinvirtiendo la deuda que llegue a vencimiento.
En la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno del BCE, Lagarde ha dicho que la expansión del coronavirus ha sido un "shock importante para las perspectivas de crecimiento de la economía mundial y la de la eurozona y ha disparado la volatilidad en el mercado".
"Aunque sea temporal por naturaleza, tendrá un impacto significativo en la actividad económica. Ralentizará la producción como resultado de los problemas en las cadenas de suministro y reducirá la demanda por el impacto adverso de las necesarias medidas de contención", asegura.
Una reunión decisiva
Lagarde se ha enfrentado a su prueba de fuego como presidenta del BCE cuando apenas lleva poco más de cuatro meses en el cargo. Con las bolsas en caída libre y cada vez más sectores económicos contagiados, los analistas equiparaban la reunión de este jueves al momento "Haré lo que sea necesario" de su antecesor Mario Draghi, las palabras a las que se atribuye la salvación del euro de 2012. Los mercados esperaban el despliegue de toda la artillería del BCE.
Pero la presidenta ya ha anunciado que los estímulos monetarios no serán suficientes para apuntalar la eurozona. Durante la telecumbre celebrada el pasado martes, Lagarde amonestó a los líderes europeos por la complacencia que han mantenido hasta ahora en su respuesta económica al coronavirus. El BCE pide a los Gobiernos de la UE un plan de estímulo presupuestario coordinado y masivo para complementar su actuación. De lo contrario, existe el riesgo de que se produzca un desplome económico similar al de la Gran Recesión de 2008.
Este jueves, Lagarde ha vuelto a reclamar a los Gobiernos de la UE que adopten medidas inmediatas para mitigar el impacto económico del coronavirus. "Se requiere una respuesta ambiciosa y coordinada en materia de política fiscal para apoyar a las empresas y los trabajadores en riesgo", ha resaltado.
Su demanda fue ignorada por los jefes de Estado y de Gobierno esta semana. Los ministros de Finanzas volverán a discutirlo en el Eurogrupo del 16 de marzo. Pero los augurios no son buenos. Mientras que Francia, Italia y el comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni, presionan a favor de un aumento masivo del gasto público, otros países como Alemania tienen muchas reservas.
Sorprendentemente, el Gobierno de Pedro Sánchez se ha distanciado de sus socios tradicionales del sur y se ha alineado con Berlín. El ministerio de Economía apuesta por un estímulo limitado a la respuesta inmediata al coronavirus pero no un aumento general del gasto público. Una iniciativa así seria "irresponsable", en particular para un país como España que tiene uno de los mayores déficits de la UE y una deuda que roza el 100% del PIB.