El Gobierno de Pedro Sánchez rechaza un plan de estímulo masivo de la Unión Europea contra el coronavirus, una iniciativa coordinada que obligaría a todos los Estados miembros a disparar el gasto público con el fin de amortiguar el impacto de la pandemia.
Esta es la receta que defienden Francia, Italia y el Banco Central Europeo para responder a la crisis y evitar la recesión. Pero esta vez España se distancia de sus socios tradicionales y se alinea con Alemania contra lo que considera "comportamientos irresponsables" que pueden desbocar el déficit y la deuda, según explican fuentes del ministerio de Economía.
El "escenario central" que maneja el Gobierno español es que la pandemia tendrá un "impacto pasajero" sobre la economía que "se notará sobre las cifras de crecimiento de este año", pero que todavía es difícil de calcular porque "se necesitan más datos". "La cuestión es cómo de temporal" será la crisis.
Por ello, España defiende que las medidas inmediatas de estímulo a nivel nacional y de la UE se limiten de momento únicamente a dar una respuesta inmediata a los "efectos concretos" del coronavirus. "Medidas específicas para los sectores afectados, pensando no sólo en las empresas sino también en las familias y el empleo", señalan las fuentes consultadas.
Estas medidas específicas se centran en cuatro prioridades centrales: más inversión en sanidad; iniciativas para amortiguar el impacto en el empleo; aliviar las cargas fiscales a las empresas con moratorias o ampliación del plazo en el pago de los tributos; y finalmente facilitar liquidez temporal a todos los sectores mediante órganos como el Instituto de Crédito Oficial (ICO).
La mala experiencia del plan de estímulo de 2008
Sobre estas cuatro líneas de actuación ya hay consenso entre todos los miembros del Eurogrupo y así se constatará en la próxima reunión que se celebra el lunes 16 de marzo. Allí se discutirá también la petición de Francia o Italia de lanzar un estímulo fiscal macroeconómico que no se limite únicamente al impacto del coronavirus. Un plan de gasto público masivo que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ve imprescindible para no repetir una crisis como la de 2008-2012.
El ministerio de Economía no ve necesaria de momento esta actuación. Unas reservas que coinciden plenamente con la posición de Alemania. "Queremos un estímulo fiscal que pueda compensar el efecto del coronavirus, no políticas fiscales que generen comportamientos irresponsables", subrayan. En el departamento dirigido por Nadia Calviño se insiste en que España mantiene su objetivo de "consolidación presupuestaria" pese a la crisis. Nuestro país sigue teniendo uno de los déficits más altos de la UE y la deuda roza el 100% del PIB.
En la actuación de España pesa la experiencia del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Zapatero se sumó al plan de estímulo macroeconómico lanzado por la UE en 2008 para amortiguar el impacto de la crisis financiera, con iniciativas como el plan E de obras públicas.
Cuando la crisis se prolongó y el sector financiero entró en barrena, España había agotado todas sus reservas y no tenía capacidad de respuesta. La prima de riesgo se disparó y el Gobierno de Mariano Rajoy tuvo que pedir el rescate a Bruselas.
Ahora, el Gobierno de Sánchez insiste en que es la Unión Europea la que tiene que actuar. No sólo relajando los objetivos de déficit mediante la flexibilización del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, sino reforzando el fondo de 25.000 millones de euros para el coronavirus y movilizando al Banco Europeo de Inversiones para que dé liquidez a las empresas afectadas.