La pandemia del coronavirus está teniendo un impacto tan profundo en el día a día que ya se ha acuñado un término para definir el periodo post Covid-19: la 'nueva normalidad' que, a su vez, trae nuevos indicadores financieros bajo el brazo. En este caso, nos referimos al Ebitdac. Y sí: la ‘c’ es de coronaviruis.
A grandes rasgos, el Ebitda (Earnings Before Interest Taxes Depreciation and Amortization) es un indicador financiero que permite saber de una manera rápida y sencilla si un negocio es rentable o no, ya que representa el beneficio bruto de explotación calculado antes de la deducibilidad de los gastos financieros. Y es fundamental a la hora de que las empresas puedan lograr créditos y líneas de financiación.
En las últimas semanas se ha popularizado, sobre todo en redes sociales, un primo hermano del Ebitda: el Ebitdac, un nuevo indicador que vendría a tener en cuenta el impacto negativo, adicional y extraordinario que el coronavirus tiene sobre los resultados de las empresas. Y es que, según Refinitiv, algunas compañías ya están ajustando sus cifras para evitar desencadenar incumplimientos en los préstamos y en las citadas líneas de financiación.
De disparate a absurdo
“Como norma contable o forma de reporte de una cuenta de resultados de las empresas después de lo que está pasando, a mí me parece un disparate monumental”, opina Javier Santacruz, economista e investigador principal del think tank Civismo. “Bajo ese tipo de cosas, lo que se hace es esconder la cabeza debajo del ala por parte de los gestores de las compañías”.
“Ya sabemos que cualquier crisis es muy dura y que tiene un impacto muy duro en las cuentas de resultados. Lo que pasa es que se pretende explicar todo como si fuera culpa del virus, cuando hay fallos y resultados que se pueden venir arrastrando desde más lejos, sobre todo en las empresas que tienen problemas de endeudamiento y que vienen de sectores más agotados”, acusa Santacruz.
Para él, el concepto del Ebitdac es como si en la crisis de 2008 las empresas cotizadas hubieran publicado sus cifras pero restándoles y no incluyendo el impacto de la crisis en sus datos. “Es dejar a la subjetividad más absoluta el análisis de las empresas, y especialmente en el caso de las cotizadas”.
“Es un poco absurdo. Ya tienes indicadores anuales que permiten leer bien la situación. ¿Quieres medir el impacto de la crisis solo en su periodo temporal? Bueno, pero no creo que este Ebitdac se mantenga. El año que viene esto se habrá olvidado”, opina Carlos Díez.
“Es un indicador que puede ser muy útil para medir la caída desde su origen. Pero en cuanto pase la crisis, las empresas no lo van a querer porque trimestre tras trimestre volverán a resultados positivos. Puede aguantar este año para calcular los crecimientos mes a mes, pero el año que viene no lo va a utilizar ni dios”, añade.