Sara de la Rica (Bilbao, 1963) es una de las voces más autorizadas de este país en la investigación sobre el mercado de trabajo y, en concreto, en sobre las desigualdades laborales que están provocadas por factores socioeconómicos o de sexo. Preside la Fundación ISEAK, que nació con el objetivo de contribuir a la mejora de la toma de decisiones en el ámbito económico y social, y es catedrática de Economía en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
Además, es consejera de Iberdrola y está vinculada a varios organismos como IZA (Institute of Labour Economics) o el Foro de Reflexión de AMETIC (Asociación Multisectorial de Empresas Españolas de Electrónica y Comunicaciones).
Ahora que se estaba debatiendo derogar buena parte de la reforma laboral, la llegada de otra crisis ha permitido terminar de ponerla a prueba. ¿Cómo se deberá enfocar ese debate cuando pase la pandemia?
Yo diría que este shock ha arrojado luz sobre tres aspectos fundamentales que de alguna forma se abordaron en la reforma de 2012. Primero, el de la flexibilidad interna. Se abordó la necesidad de impulsar medidas de flexibilidad interna ante shocks, que permitieran que el despido no fuera la primera medida a tomar ante una situación delicada. Fueran o no acertadas las medidas adoptadas, este shock nos ha mostrado que una medida como los ERTE, que son una clara manifestación de flexibilidad interna, han permitido, al menos por el momento, contener una pérdida masiva de empleos. Están suspendidos, por ahora, total o parcialmente, pero no perdidos. Es necesario seguir acordando medidas de flexibilidad interna que permitan al mercado laboral ajustarse minimizando los despidos.
Los ERTE, que son una clara manifestación de flexibilidad interna, han permitido contener una pérdida masiva de empleos por el momento
Segundo, la dualidad contractual. Se trató de que la contratación temporal no fuera tan extendida, por la falta de estabilidad que provoca en las personas contratadas, y se ha visto en este shock que de los casi 900.000 trabajadores que han perdido sus empleos entre marzo y abril, la práctica totalidad provenían de contratos temporales. Seguimos por tanto instalados en esta asimetría en cuanto a la protección de las personas trabajadoras, que la reforma del 2012 no supo atajar, y que se ha vuelto a manifestar como una fuente de 'despido rápido' para las empresas, que no buscan otras posibilidades con estos colectivos. Es preciso limitar la contratación temporal a los casos que sean temporales por naturaleza.
Por último, los sindicatos perdieron mucho poder en la reforma del 2012, y ante este shock se ha demostrado la enorme importancia del diálogo social. Gracias a este diálogo, también con la intermediación del Gobierno, se ha conseguido alcanzar estas medidas de flexibilidad interna y parece que estamos ante una nueva fase muy prometedora del diálogo social. Este diálogo es imprescindible, y esperemos que ante los nuevos retos que esperan al mercado laboral, remen todos en la misma dirección para avanzar hacia una sociedad moderna pero inclusiva, sin dejar a nadie atrás.
Los sindicatos perdieron mucho poder en la reforma del 2012, y ante este shock se ha demostrado la enorme importancia del diálogo social
Efectivamente, esta pandemia ha puesto en valor el diálogo social a la hora de abordar asuntos, como los ERTE. ¿Es una oportunidad para abordar las reformas pendientes en el mercado laboral?
Sin ninguna duda. Creo que es una de las mejores lecciones que hemos podido comprobar ante este shock. Se llegó a un acuerdo sobre los ERTE yo diría que en días, lo cual ha mostrado que pueden acordar medidas muy contundentes ante escenarios delicados. Quedan muchas cosas por acordar. A corto plazo, es preciso consensuar medidas flexibles, innovadoras posiblemente, que permitan recuperar el empleo recuperando al mismo tiempo las empresas.
Pero a corto/medio plazo, tenemos una transformación laboral pendiente que es preciso consensuar para adaptar el mercado laboral a la transformación tecnológica que ya está aquí, y a las nuevas formas organizativas del trabajo. Hay una enorme tarea pendiente, no se puede retrasar más pero para ello el consenso a través del diálogo social es imprescindible. Flexibilidad interna y seguridad de los trabajadores, esas son las claves sobre las que se debe construir el consenso a través del diálogo social.
Hay más de 3,4 millones de trabajadores en situación de ERTE, algunos pertenecen a sectores, como el turismo o la hostelería, que no van a volver a funcionar como antes en mucho tiempo. ¿Cómo debería gestionar España su vuelta al trabajo?
Ciertamente, el turismo (de viajes) y la hostelería son sin duda los sectores más directa y profundamente afectados por esta pandemia. Pero es necesario ir por partes, pues existe mucha heterogeneidad dentro del sector. Respecto al turismo que se nutre de los viajes, y ahora hablo de las compañías aéreas, creo que las compañías bandera de cada país recibirán inmensas ayudas públicas para sostenerlas pues no pueden caer. Pero compañías más pequeñas, low cost, creo que sufrirán muchísimo, y muchas no podrán volver a funcionar. De hecho, creo que habrá un antes y un después de la pandemia para los vuelos low cost.
Muchas compañías aéreas no podrán volver a funcionar. Habrá un antes y un después de la pandemia para los vuelos low cost'
Con respecto al sector de la hostelería, hay mucha heterogeneidad también: hay hoteles urbanos relativamente grandes que irán recuperando poco a poco la actividad y por tanto sus trabajadores. Por ahora están acudiendo al ICO para dotarse de liquidez para afrontar las pérdidas que sufrirán en 2020, pero se recuperarán. Pero otros tipos de alojamientos, como hoteles pequeños de categorías inferiores, agroturismos, apartamentos turísticos, etc., tienen mucho menos músculo financiero y muchos no podrán aguantar, ni siquiera con préstamos en buenas condiciones.
Y finalmente los bares y restaurantes, también depende mucho de su situación actual y de las condiciones en las que pueden ofrecer su trabajo: si tienen espacio suficiente para poder abrir con las medidas de espacio exigidas posiblemente abrirán y el chaparrón escampará para ellos. Pero muchos no podrán adaptarse a las nuevas exigencias, y se verán abocados al cierre. Esperemos que éstos sean minoría, porque en muchos casos ni con ayudas públicas podrán afrontar la vuelta.
¿Sería positivo que los políticos tomaran ejemplo de los agentes sociales y tratasen de pactar un acuerdo de mínimos con varios puntos para la reconstrucción de la economía española?
Sin entrar en quién debe tomar ejemplo de quién, pues los contextos posiblemente son diferentes, pero sin duda se necesitaría en estos momentos una clase política que dejara un poco de lado sus intereses partidistas y que pusiera por encima de todo los intereses del país. Pero para eso todos deben ceder al mismo tiempo, y anteponer unos pactos de Estado en asuntos clave para recuperar nuestro país en el mínimo tiempo posible. No lo veo, si te digo la verdad. La desafección de la ciudadanía ante la clase política es patente, y, sinceramente, creo que bastante merecida en general. Y sin confianza en las instituciones un país no progresa a largo plazo, pues hace falta que quienes nos representan sean ejemplares en la búsqueda de lo mejor para nuestro país.
La desafección de la ciudadanía ante la clase política es patente, y, sinceramente, creo que bastante merecida en general
Veo en general un comportamiento muy estratégico en toda la clase política, midiendo siempre sus acciones con tintes electoralistas. Y me parece muy decepcionante. Necesitaríamos ahora un conjunto de personas valientes, humildes, abiertas a acordar, pactar, y por tanto ceder, que no miraran al corto plazo sino al medio/largo, teniendo como objetivo sacar al país de esta situación, aunque eso les pasara factura política. Eso no es por desgracia lo que veo de nuestra clase política.
Esta crisis ha forzado a muchas familias a prescindir de los abuelos en el cuidado de los niños, ha demostrado que el trabajo en remoto funciona en muchos sectores y que muchos viajes de negocios son prescindibles. ¿Podrían tener estos factores implicaciones en el futuro en materia de género e igualdad en las empresas?
Creo que este cambio forzado sí que va a cambiar posiblemente aspectos relacionados con el trabajo. Por ejemplo, el teletrabajo creo que, una vez probado, puede ser considerado como un buen complemento al trabajo presencial, lo que añade flexibilidad y eso es bueno. Pero no olvidemos que para muchas familias con niños pequeños el teletrabajo les está suponiendo una tortura, pues es muy difícil teletrabajar con los niños alrededor requiriendo atención. Por eso, tendría mucho cuidado con "mandar" a las mujeres a teletrabajar, una vez pasada esta situación, para que hagan ambas cosas a la vez. Así no funciona, y si así se hiciera, las condiciones en las que estarían esas mujeres serían muy estresantes.
Tendría mucho cuidado con 'mandar' a las mujeres a teletrabajar, una vez pasada esta situación, para que trabajen y atiendan a los niños
Debemos de considerar el teletrabajo como una opción a tener muy en cuenta por parte de empresas y trabajadores, que suponga una flexibilidad deseada para ambos. Puede permitir a hombres y a mujeres (no sólo a mujeres) que lo usen que reduzcan tiempo y costes de desplazamiento, facilitar la conciliación, etc., y también puede permitir a empresas, sobre todo pequeñas, a reducir costes por infraestructura. Pero no caigamos en el error de pensar que el teletrabajo puede ser una buena opción para que las mujeres sigan trabajando y no abandonen, cargándoles todo el peso de los cuidados de los hijos. Eso no funcionaría y las mujeres nos negaremos a ello con contundencia. Sería totalmente regresar al pasado y no avanzar hacia el futuro.
Países liderados por mujeres han tomado decisiones muy acertadas en la gestión de la pandemia. ¿Debemos extraer en España alguna conclusión de esos ejemplos?
Hay demasiadas pocas observaciones para poder sacar ninguna relación entre que la mujer lidere y se gestione mejor la pandemia. Lo único que sí creo es que en general las mujeres somos más proclives a escuchar, trabajar en equipo, e incluso acordar. En una situación tan crítica como esta, es fundamental tener estas cualidades para poder llegar a pactos, puesto que sin ceder, escuchar y ponerse en lugar del otro eso es imposible. Es por tanto fundamental que quien está al frente de la gestión de estas crisis tenga esas cualidades. Pero no me atrevo a afirmar que dado que en esos países hay mujeres liderando la gestión de estas crisis, los resultados son mejores.
¿Qué opina de la renta básica permanente?
Creo en un sistema de rentas mínimas, que se otorguen a hogares que las necesitan por su grado de pobreza, y que sirvan como ayudas temporales de las que eventualmente muchos de esos hogares se emancipan por haber podido volver al mercado laboral y salir de la pobreza gracias a los ingresos del trabajo. Es cierto que requieren una gestión y costes de implementación, pero conceptualmente las entiendo como una herramienta mucho más justa y bien enfocada que una renta básica otorgada a todo ciudadano por el hecho de nacer. Las necesidades son muchas y crecientes dada la desigualdad creciente, y el Estado debe estar fundamentalmente centrado en no dejar a nadie atrás, lo cual implica otorgar ayudas a quien lo necesita, pero también tiene la obligación de orientar y dirigir a esos colectivos hacia un trabajo que les permita vivir sin ayudas.
El Estado también tiene la obligación de orientar y dirigir a esos colectivos hacia un trabajo que les permita vivir sin ayudas
¿Es partidaria de 'relocalizar' la industria?
Soy partidaria de que Europa le dé una pensada seria a ser autosuficiente en muchos bienes y servicios fundamentales, y por tanto ser menos dependiente de la fábrica china. Y esto sí que afecta fundamentalmente al sector industrial. Posiblemente no tendría sentido una autosuficiencia global, pero sí de ciertos bienes y servicios. El mundo en general ha dejado de la mano de china la fabricación de demasiados bienes, y sí creo que es momento de replantearse esta apuesta. Esta crisis nos ha mostrado la vulnerabilidad del mundo ante la fábrica china, y nos ha enfrentado sin duda a varios de los problemas que eso conlleva.
Por eso sí creo que la industria debe volver mucho más a Europa, planteando la competitividad en términos de calidad y de sostenibilidad. Además, creo que Europa puede liderar la transición energética, lo que implica un cambio productivo enorme. Es aquí donde se puede pensar en la relocalización de muchos bienes que vengan de la mano de esta transición. Sería indudablemente muy bueno para Europa y por tanto para España.