La crisis ha provocado una quiebra sin precedentes en la economía española. Solo con 15 días de pandemia (la segunda mitad de marzo), el Covid-19 rompió el PIB del primer trimestre y lo arrojó a una caída del 5,2%. En estos meses, el Gobierno se ha visto obligado a movilizar ingentes recursos para ‘salvar’ puestos de trabajo y empresas a través de diferentes medidas: los expedientes de regulación de empleo temporales (ERTE) excepcionales, las ayudas a autónomos, la línea de préstamos del ICO para las empresas… Por citar algunas.
Por ello, y de cara a la reconstrucción, el Ejecutivo espera con ansiedad que se apruebe el reparto de los fondos contra el Covid-19 de la Unión Europea, de los que a España le corresponderán unos 140.000 millones de euros (con una condicionalidad hasta ahora desconocida).
Mientras tanto, ya se ha anunciado la intención recurrir a otras fuentes, como el fondo de ayudas al desempleo (SURE), que podría alcanzar los 100.000 millones de euros para toda la UE y con el que España aspira a financiar al menos parte del gasto que han implicado los ERTE.
Sin embargo, según ha podido saber Invertia, el Ejecutivo descarta totalmente recurrir a los fondos correspondientes al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). A pesar de que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, indicó en las últimas fechas que podría ser una posibilidad acudir a esta herramienta, ahora se ve al fondo de rescate solo como último recurso si no quedase otra opción posible.
Cabe recordar que el MEDE, el fondo de rescate de la UE, permitiría acceder a una serie de préstamos que en este año, y tras el acuerdo alcanzado por el Eurogrupo, tendrán un plazo de devolución a 10 años, a un interés del 0,115%, y la condición de que su uso sea para cubrir costes sanitarios directos o indirectos.
Sin embargo, España no quiere ni oír hablar de esta línea de financiación, a la que ya recurrió con motivo de la Gran Recesión y que obligó a afrontar unas importantes condicionalidades en la década pasada, como los exámenes y revisiones de los ‘hombre de negro’.
Cabe recordar que el MEDE concedió al Gobierno de Mariano Rajoy una línea de crédito de 100.000 millones, de los que se emplearon unos 41.000, destinados al rescate bancario. Está previsto que esta deuda se termine de pagar en 2027.
Ventajas de que el MEDE esté presente
Sin embargo, a pesar de que no se vaya a recurrir a él, las autoridades españolas no desprecian el MEDE. Es más, valoran y mucho su existencia como elemento de confianza para los inversores, que lo ven como una red de seguridad para los países miembros de la UE.
Es una de las razones que permiten que nuestro país esté colocando deuda a precios y costes muy bajos, siempre con el apoyo de los bajos tipos de interés del Banco Central Europeo.
De esta manera, en estos momentos, emitir deuda es ‘más barato’ que recurrir al MEDE. Cabe recordar que hace escasos días el Tesoro Público colocó 7.006,13 millones de euros en letras a 6 y 12 meses, en el rango medio previsto, y profundizó en los tipos negativos en ambas referencias, en línea con las últimas subastas en las que ha conseguido disminuir los costes de financiación.
Y el plan se va a mantener. El Tesoro tiene la intención de abordar en este 2020 una emisión bruta de 297.657 millones de euros. De esta partida, se esperan colocar 185.969 millones en bonos y obligaciones para hacer lo propio mediante letras con los restantes 111.688 millones.
La cifra se traduce en una emisión neta que incluso supera los 110.000 millones netos que se emitieron en el año 2009, en pleno azote de la crisis financiera que se desencadenó tras la quiebra de Lehman Brothers a finales del año anterior. No obstante, el Tesoro Público puede presumir de que, a pesar de la crisis, en mayo ya se había colocado un 48,6% del nuevo objetivo de emisión, que se eleva al 55% si solo se consideran las colocaciones de medio y largo plazo.
Dentro de estas cantidades, este año se cudruplicará la emisión neta de deuda soberana que inicialmente tenía prevista el Ejecutivo: desde 32.500 millones de euros hasta un récord histórico de 130.000 millones.
Dentro de los raíles
Todo esto si la economía sigue los cánones marcados. Y eso es lo que parece. A falta de conocer cómo transcurre la segunda mitad del año y el impacto que puedan tener los actuales rebrotes, el cuadro macroeconómico del Gobierno no sufrirá cambios.
Es decir, que se mantiene la previsión de que el PIB caiga un 9,2% y que el empleo total se reduzca más de un 9%. De hecho, la idea con la que se juega en el Ejecutivo es que estos pronósticos puedan incluso mejorar.
¿Cómo? Gracias a los fondos y el 'plan Marshall' europeo que se espera que el Consejo Europeo apruebe más pronto que tarde. Ninguno de ellos se tuvieron en cuenta a la hora de calcular estas previsiones. Su impacto será positivo y beneficiará a la economía española y su evolución.