Trabajar más años para mejorar la nómina de la pensión puede no ser del todo rentable. Así lo pone de manifiesto un informe del Banco de España en el que elabora varios escenarios para distintos tipos de trabajador con el fin de analizar los retornos de la jubilación en España.
En uno de los supuestos, la institución establece el de un trabajador ficticio que hubiera decidido jubilarse en 2017 entre los 63 y 67 años de edad. Llevaría cotizados 38 años y su base de cotización equivaldría al 45% de la base máxima de cotización en cada mes.
Pues bien, si se jubilara a los 63 años, su pensión mensual sería de 1.124 euros al mes. Mientras que si lo hiciera a los 67 años, alcanzaría los 1.445 euros. Se trata de una diferencia significativa a primera vista. Sin embargo, el hecho de que en el primer supuesto la pensión se vaya a cobrar durante más años hace que pueda ser más rentable dejar de trabajar de manera anticipada. De este modo, los incentivos a retrasar la jubilación son muy limitados.
El estudio se ha publicado este martes, en un momento en el que el debate sobre las pensiones en España vuelve a estar sobre la mesa ante las presiones para contener este gasto que llegan desde algunos socios de la Unión Europea ahora que este país va a recibir importantes ayudas para combatir los efectos económicos y sanitarios de la Covid-19.
"En términos de rentabilidad económica, el incentivo a posponer la edad de jubilación sería muy limitado. En efecto, la rentabilidad máxima la obtendría al jubilarse a la edad legal de 65 años. Si el trabajador pospusiese uno o dos años su edad de jubilación, si bien obtendría una pensión de mayor cuantía (por la bonificación asociada a posponer la jubilación), la recibiría durante un período de tiempo esperado más corto", reconoce el estudio.
Retorno de 1,7 euros
El documento analiza la rentabilidad financiera anual media del sistema de pensiones español y concluye que alcanzaría el 3,5% para una muestra de altas de jubilación del año 2017.
También concluye que el sistema entrega de media en torno a 1,7 euros de prestación por cada euro aportado, si bien este retorno varía mucho en función de la clase de pensión.
De hecho, una de las cosas que pone de manifiesto es que existe una amplia heterogeneidad en los rendimientos que provee el sistema, tanto entre individuos como por clase de pensión.
Así, un 25% de las nuevas pensiones llevaría asociada una rentabilidad superior al 4,2%, y otro 25% obtendría un rendimiento por debajo del 2,5%.
Pese al ejemplo antes expuesto, los economistas que han elaborado el documento concluyen que las jubilaciones anticipadas pueden estar asociadas a un rendimiento más bajo que las jubilaciones ordinarias. Mientras, las jubilaciones parciales y las demoradas voluntariamente obtendrían rendimientos similares a estas últimas o algo menores.