El aumento de los impuestos sobre el tabaco no es garantía de una reducción en su consumo ni un aumento de la recaudación. De hecho, esto sí podría traducirse en un incremento del contrabando.
Esta es una de las conclusiones que se extraen del estudio de investigación de Rocío Ingelmo, directora de Asuntos Corporativos y Legales de Altadis, empresa fabricante de Fortuna. Esta investigación se ha basado en más de 40 trabajos.
En este trabajo, se han analizado la evolución del consumo y las subidas de impuestos que se produjeron en la anterior crisis económica. De 2008 a 2013, el precio del tabaco se incrementó un 66%.
Sin embargo, esta subida lo que provocó fue una migración de muchos de los consumidores del mercado legal al ilícito. Además, a partir del año 2010, se observa una pérdida de la recaudación a pesar de las nuevas subidas en los impuestos sobre el tabaco.
En el año 2019, el precio medio de una cajetilla de cigarrillos era un 37% superior al del año 2010, y sin embargo la recaudación el año pasado fue inferior en 786 millones de euros a la de hace 9 años. Por ello, la experta señala que las subidas de impuestos no cumplen los fines para los que se aplicaron, ya que ni reducen el consumo (porque los consimidores se pasan al mercado ilegal), ni aumentan la recaudación asociada a los mismos.
Pequeños aumentos
La autora propone que “todos los gobiernos adopten políticas fiscales en relación con el tabaco que fueran precedidas no sólo de un análisis de la elasticidad precio sino también de la elasticidad renta (de la demanda vinculada a los ingresos)”.
Y es que, la elasticidad renta “adquiere un papel muy importante que puede multiplicar el efecto natural de una subida de precios en épocas de recesión económica, como la que la pandemia de la Covid-19 ha provocado”, ha añadido Ingelmo.
A su juicio, “aumentos pequeños en la imposición sobre el tabaco, en todas las categorías, permitirán seguir incrementando la recaudación sin afectar favorablemente a la evolución del contrabando o a las compras transfronterizas en países próximos a mercados con precios más bajos”.
En el caso de España, Ingelmo propone hacer subidas de impuestos “sin obligar a subir en mayor medida a las marcas más baratas que a las marcas más caras, un efecto que ocurriría si se incrementa de forma agresiva los impuestos mínimos”.
Con la situación actual que vive nuestro país debido a la pandemia, en la que muchas personas están perdiendo sus puestos de trabajo, la investigación concluye que “siempre será mejor una subida que no afecte en exceso a las marcas más baratas, cuyos consumidores muestran una elasticidad mayor que los de rentas más altas, y serán quienes se vean más tentados a acudir al mercado ilegal”.