La reforma del sistema público de pensiones es inaplazable. El modelo, con la estructura actual, se asoma a un abismo económico. En 2019, su déficit estructural ya era equivalente al 1,5% del PIB o, lo que es lo mismo, a unos 1.000 euros por cotizante a la Seguridad Social. Y las previsiones apuntan a que este déficit se va a multiplicar por cuatro, hasta ponerse en el 6% del PIB.
Sin embargo, los cambios deben hacerse en el sistema de reparto, es decir, en las pensiones públicas. Las otras patas del sistema necesitan ser reformuladas para potenciar la capacidad de ahorro de los españoles de cara a su jubilación. De hecho, las voces más autorizadas en este campo, reunidas en el I Observatorio de las Finanzas de Invertia, están de acuerdo en que la supervivencia y sostenibilidad de las pensiones públicas pasa por incentivar los planes colectivos e individuales privados.
Cabe recordar que el sistema de previsión social y de pensiones se basa en tres pilares: la Seguridad Social, los planes colectivos promovidos por las empresas y los planes individuales que los ciudadanos contratan con su entidad financiera o compañía de seguros. Los dos últimos son los que no se han logrado desarrollar.
Así lo ve Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico del BBVA Research. “Hasta ahora, no había necesidad de desarrollar el segundo y el tercer pilar porque la tasa de sustitución de la pensión pública era muy alta, por eso están infradesarrollados. Pero ahora la tasa de sustitución va a ser menor, y vamos con retraso respecto a otros países europeos y desarrollados en el desarrollo de los otros pilares”.
Esto se debe a que la losa del envejecimiento de la población activa en España es muy pesada. “Si más de un tercio de la población española va a tener más de 65 años en 20 años, si se va a dificultar la incorporación de nuevos colectivos de trabajo, incluso los inmigrantes, los trabajadores dentro de 20 años no van a poder sostener las pensiones de los jubilados”, ha lamentado Antonio Huertas, presidente de Mapfre.
Es decir, que parte del problema futuro de las pensiones vendrá de que no se podrá sostener el impacto en las cuentas públicas que suponen y que van a seguir suponiendo. Por ello, la idea es potenciar herramientas de ahorro privado en las que el ciudadano se pueda apoyar después de la jubilación y que complementen la prestación contributiva estatal.
El ejemplo a seguir, según los expertos, sería Suecia. “Suecia es un referente en el sistema del bienestar. Hace tres décadas aseguró la sostenibilidad del primer pilar (el público) desarrollando el segundo y tercer pilar (empresas e individual, respectivamente)”, con un modelo de cuentas nocionales y adscripción automática, ha precisado Doménech.
Treinta años más tarde, la cosa de ha empezado a mover en el segundo pilar. Cabe recordar que el Gobierno ha decidido mejorar los beneficios fiscales que permiten los planes de pensiones de empresa y, además, se está desarrollando un fondo de pensiones público que contaría con gestión privada.
Sin embargo, hay muchas dudas sobre el mismo. Ángel Martínez Aldama, presidente de Inverco (la patronal de los fondos de inversión y pensiones), ha considerado que la medida “es positiva. Pero nos gustaría que se presente lo antes posiblemente”, preferiblemente en un real decreto-ley , que permitiría su desarrollo reglamentario posterior y su aplicación inmediata.
Para Martínez Aldama, “debería contener incentivos fiscales a las empresas. Los 580 millones de euros que se han revertido de los planes individuales de pensiones o incluso más. El modelo que se plasme debe ser abierto, que permita un acceso competitivo a todas las gestoras que cumplan los requisitos técnicos. No nos gustaría que el sistema cercenara la posibilidad de competencia”, ha avisado.
Sin embargo, ha lamentado que los beneficios fiscales que han ganado los planes de empresa los hayan perdido los planes de pensiones individuales. “Cualquier medida que vaya dirigida a reducir a largo plazo la inversión es un error. El segundo pilar tiene que desarrollarse, es fundamental que lo haga. Pero no se puede intentar desarrollar destruyendo el tercer pilar”. De hecho, el presidente de Inverco prevé que las aportaciones a los planes de pensiones individuales se reduzcan un 30% en 2021.
Huertas comparte este punto de vista. "No limitemos lo que ya tenemos, no pongamos más límites a la deducibilidad fiscal. Más bien hay que abrir nuevas vías. Que haya nuevas formas de renta añadidas a la tradicional pensión pública".
Además, ha recurrido a la ironía para responder a las acusaciones de que los planes individuales no son accesibles para las clases medias. "Se dice que de los planes de pensiones privados se benefician sobre todo los ricos, pero me temo que no hay 7,5 millones de ricos en España, que son todos los partícipes que tienen un plan de pensiones individual".
Empleo e inversiones
El economista Daniel Lacalle, en este sentido, también ha demandado que "un sistema de pensiones de reparto es imposible de sostener en una sociedad longeva y en la que no crece la población si no cubre ese 'gap' con mucha más inversión y mucha mayor entrada de capital en el país".
Además, ha denunciado que hay que alejar lo máximo posible las pensiones de la política. "El consenso no es posible. Y no lo es porque las pensiones no pueden depender de los objetivos de los partidos. Lo último que deberíamos hacer es estar buscando es consenso. No puede ser que seamos el único país de la eurozona en el que parece que las pensiones las sube o las baja el gobierno de turno".
El exministro Miguel Sebastián es, en cambio, más conciliador, puesto que llama al consenso en pensiones. Eso sí: también a que se conserve a largo plazo. Y cómo no, también llama a que la jubilación pueda combinar "otras fuentes de ingresos además de la pensión".