La munición de la política fiscal y monetaria con la que se ha tratado de combatir el cierre económico provocado por la Covid-19 va a permitir que podamos pasar página de esta crisis antes que de la última en términos de empleo. Sin embargo, no ocurrirá lo mismo con el déficit y la deuda pública, dos desequilibrios que seguirán colocando a España en una situación de vulnerabilidad por mucho tiempo.
Este lunes el Banco de España actualizó sus proyecciones macroeconómicas e incorporó una mejora del crecimiento esperado para 2021 en términos de PIB. Esto fue posible gracias a la "notable" mejora de la actividad en el mercado doméstico, a la revisión al alza del impacto de los fondos europeos y a la recuperación global.
El organismo revisó "ligeramente" al alza en dos décimas el avance del PIB para este año -hasta el 6,2%- y limitó el impacto de la pandemia en el empleo. En concreto, rebajó en casi un punto y medio la tasa de paro con la que cerrará este año, hasta el 15,6% gracias al apoyo que supone para el mercado laboral la extensión de los ERTE -de momento, hasta septiembre-.
De forma más llamativa, situó la tasa de paro a finales de 2022 a un nivel prepandemia, el mismo que padecía España en 2019, para colocarla en 2023 en el 13,7%. Son datos que deben ser tenidos en cuenta con esa cautela por incluir la caída de la población activa que se reflejó en la EPA del primer trimestre de este año (sobre la que está hecha la previsión).
Sin embargo, muestran una mayor confianza de la institución que preside Pablo Hernández de Cos, en la recuperación de la economía española frente a hace tan solo tres meses. No ocurre lo mismo, en la corrección de desequilibrios y en concreto, en el apartado del déficit y la deuda.
Pese a revisar al alza las previsiones económicas de España con más crecimiento y más empleo, el Gobierno va a tener complicado encauzar el déficit público que el pasado año llegó a cerrar en prácticamente el 11%.
Es más, de las últimas proyecciones del Banco de España, se desprende un aumento del desfase entre ingresos y gastos este año de casi 6.000 millones de euros frente a lo previsto por sus economistas hace tres meses.
De este modo, los ingresos 'extra' de la mayor recuperación esperada para el PIB y la caída del desempleo que acompañará a ese crecimiento no serán suficientes para compensar las ayudas 'extraordinarias' para la Covid que el Ejecutivo ha tenido que anunciar en este semestre.
En concreto, la prórroga de los ERTE y las ayudas directas a empresas. Según datos aportados por el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, se estima que el coste de este mecanismo para sostener el empleo alcanzará los 2.000 millones de euros. Mientras, el paquete de ayudas que se aprobó el pasado marzo contempla distintas medidas por valor de hasta 11.000 millones de euros (7.000 millones en ayudas directas, 3.000 millones para reestructuraciones y hasta 2.000 millones para recapitalizaciones).
Desde el Banco de España se considera que se trata un incremento de gasto necesario y acertado, al tiempo que se recuerda que en cuanto la "recuperación esté asentada" habrá que hacer un esfuerzo urgente de consolidación fiscal.
"Son dos medidas bien fundamentadas y difícilmente cuestionables. Aunque suponen más déficit a corto plazo, servirán para evitar un daño mayor para la economía a corto y medio plazo con una salida de la crisis más rápida", explicó este lunes el director general de Estadística del Banco de España, Óscar Arce, en un encuentro con medios.
Peor que la UE
Sin embargo, ese aumento del gasto vuelve a alejar a España de la media de déficit de los países de la zona euro (7,3%) y tendrá que ser corregido en cuanto pase la pandemia.
Los datos del Gobierno en materia de déficit son aún más preocupantes puesto que en sus proyecciones de abril, el Ministerio de Hacienda lo situó en el 8,4% para el cierre de este año, siete décimas más de lo que había estimado hasta esa fecha.
Según los datos analizados ahora por el Banco de España, a los mayores gastos que afronta el Ejecutivo por la pandemia, se suma que la recaudación por nuevos impuestos ('tasa Google', servicios financieros o plásticos y residuos, entre otros) está siendo inferior a lo prometido.
"Volveremos a tener otra crisis y volverá a ser necesario tener margen fiscal para poder volver a recurrir a una política fiscal expansiva", advirtió Arce, antes de volver a recordar que "ese esfuerzo de consolidación debería llegar cuando la recuperación esté asentada".
La contención del déficit fue una de las asignaturas que quedó pendiente de la crisis de origen financiero e inmobiliario de 2008.
Tanto es así que España cerró 2019 con un déficit público del 2,86%, tres décimas superior al de 2018.
Este aumento del desequilibrio presupuestario en un momento de bonanza no ayudó en el primer momento de la pandemia a que nuestro país lograra ganarse la confianza de sus socios europeos para mutualizar las pérdidas de la Covid-19. Finalmente, lo consiguió gracias al plan Next Generation EU (NGEU), aunque para acceder a esas ayudas, tendrá que aplicar reformas que hagan creíble la consolidación fiscal a medio y largo plazo.