El histórico acuerdo alcanzado este fin de semana en el G20 de Venecia para obligar a las multinacionales a pagar más impuestos ha provocado una fuerte réplica sísmica en la UE. La Comisión de Ursula von der Leyen ha confirmado este lunes que congela indefinidamente su controvertido proyecto de crear una tasa digital para obligar a plataformas como Google, Facebook o Twitter a pagar más impuestos en Europa. La propuesta ahora paralizada iba a presentarse el próximo 20 de julio y el objetivo era que sus ingresos se destinaran a devolver la deuda de 750.000 millones del fondo Next Generation.
El anuncio del Ejecutivo comunitario ha coincidido con la visita a Bruselas de la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, para participar en la reunión presencial del Eurogrupo este lunes. Yellen lleva semanas apretando las tuercas a los socios europeos para que abandonen definitivamente la tasa digital (también conocida como tasa Google) con el argumento de que discrimina injustamente a las empresas estadounidenses.
Al final, la presión de Estados Unidos ha surtido efecto y Yellen se cobra una importante victoria durante su gira europea. No obstante, el Ejecutivo comunitario ha eludido referirse al esfuerzo de lobby de la secretaria del Tesoro y ha justificado su viraje en la necesidad de consolidar el acuerdo internacional sobre fiscalidad de las empresas en el G20 y la OCDE.
"El G20 ha respaldado un acuerdo histórico este fin de semana en Venecia para crear un sistema tributario internacional más estable y justo, que aborda los desafíos fiscales derivados de la digitalización de la economía. Esto ha sido un resultado extraordinario tras años de negociaciones, un resultado por el que la Comisión ha trabajado incansablemente", ha dicho el portavoz de Fiscalidad, Daniel Ferrie.
La UE espera que todos los detalles del pacto puedan finalizarse en octubre, momento en el que se aprobará también en la OCDE un plan de implementación del nuevo marco fiscal. "Concluir este proceso con éxito requerirá un esfuerzo final de todas las partes y la Comisión está comprometida a centrarse en este esfuerzo. Por este motivo, hemos decidido suspender durante este periodo nuestro trabajo sobre una tasa digital como recurso propio de la UE", ha señalado el portavoz.
Victoria de Yellen
El acuerdo en el G20 consta de dos pilares. El primer pilar tiene como objetivo garantizar que las multinacionales, en particular los gigantes digitales, paguen impuestos en los países donde obtienen beneficios, aunque no tengan presencia física. Este es el pilar que podría colisionar con la tasa digital de la UE. El segundo pilar consiste en fijar un tipo mínimo mundial del 15% en el impuesto de sociedades, con el objetivo de acabar con la competencia fiscal a la baja.
En su rueda de prensa en Venecia, Yellen ya adelantó que el acuerdo exige a los países de la UE "desmantelar las tasas digitales existentes que EEUU ha considerado discriminatorias y abstenerse de adoptar medidas similares en el futuro". "Corresponde a la Comisión y a los Estados miembros decidir cómo proceder, pero esos países han acordado evitar poner en marcha en el futuro y desmantelar tasas que son discriminatorias contra las empresas estadounidenses", ha insistido la secretaria del Tesoro.
Es decir, no es sólo que Bruselas deba renunciar a una tasa digital europea común. Además, los Estados miembros que han aprobado impuestos similares por su cuenta -como España, Francia, Italia o Austria- tendrán que eliminarlas. De hecho, la administración de Joe Biden ya anunció el pasado 2 de junio que impondría aranceles del 25% a España en textil, zapatería y cristalería como represalia por la tasa Google. Unos recargos que están suspendidos hasta el 29 de noviembre, a la espera también de que se confirme el acuerdo en la OCDE.
En las últimas semanas, la propia Von der Leyen había señalado que la UE seguiría adelante con la tasa digital, aunque ya prometió que sería compatible con el pacto de la OCDE y no conduciría a una doble imposición. Por su parte, el vicepresidente económico, Valdis Dombrovskis, aseguró que su diseño sería muy diferente a la de la anterior propuesta fallida de 2012 (que naufragó por el veto de Irlanda, entre otros). Tendría un tipo muy bajo (inferior al 1%) y gravaría las actividades digitales de un amplio número de empresas y no sólo de los gigantes de EEUU.
Pero al final, las presiones de Washington han surtido efecto. El Ejecutivo comunitario elude hablar de entierro definitivo de la tasa digital y asegura que se trata de una congelación que se revisará en otoño. No obstante, lo más probable es que el acuerdo en el G-20 y la voluntad de la UE de reconstruir las relaciones con la nueva administración de Joe Biden lleven a un final definitivo de esta propuesta.
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